Capitulo 18

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Las cortinas se movían violentamente pues el aire golpeaba fuerte contra ellas, permitían la entrada del sol a la gran sala, Joseph Jones caminaba de un lado para otro impaciente, en espera de alguna noticia o notificación por parte de sus pupilos acerca de su nieta, veía su reloj de mano cada cinco minutos y rascaba su nuca con estrés. 

La puerta se abrió fugaz y permitió el ingreso a la sala del joven aprendiz Steven Wilkes, quien con un caminar tambaleante y temeroso se acerco a su maestro. 

-Señor...- trago saliva con dificultad- El Maestre Edward quiere verle.

-Que pase, por favor- Joseph junto sus manos y se dio media vuelta, dirigió su mirada a las ventanas, dándole así una señal al pupilo, debía retirarse. Por un momento el chico pensó que él había olvidado el incidente pero segundos antes de que se marchara lo detuvo- Ah, y sea mas cuidadoso para la próxima, ¡Soy viejo y me puede matar de un susto con sus portazos!- exclamo Joseph visiblemente enojado por la imprudencia de su alumno.

-Si, Gran Maestre-  respondió el joven con las manos aun temblándole, era terrible que un maestre los regañase, es como un índole de mal comportamiento ante los ojos de sus superiores. El chico hizo una pequeña reverencia y se retiro de la sala, cerrando sutilmente la inmensa y pesada puerta.

Bajo las escaleras en forma de caracol y anuncio con respeto.

-Maestre, su padre le espera arriba- levanto su brazo izquierdo señalando la escalera que tantas veces él había recorrido, desde su niñez cuando subía con su gran descortesía e interrumpía las juntas importantes de su padre con los demás miembros del consejo. RÍo al recordar ese instante- ¿Desea que lo acompañe?- la voz del pupilo lo saco de sus remembranzas, un poco despabilado le respondió.

-Tranquilo, conozco el camino- Steven realizo de nuevo la reverencia respectiva y se aparto, dejando solo a Edward, quien miro las escaleras de nuevo y suspiro, pensaba en como decirle a su padre que debía ser paciente, que aun no podría ver a Alissa. Tenia un tiempo que no le decía "papá" tras el secuestro de su hija, cuando era una bebe, se habían apartado a miles de distancia sin notarlo, fue un cambio repentino, sus vidas se basaron simplemente en ella, no había tiempo para mas nada. Hablaban entre si como completos desconocidos, el lo trataba como Gran Maestre y Joseph como Maestre inferior, su trato era tan normal como el que le daba a los demás, algunas veces hasta mas recio. 

Se dispuso a subir escalón por escalón, intentando no tropezar, pues cada vez que se le veía al Gran Maestre, (así fuera su hijo) debía utilizar las largas togas acostumbradas. Tomo la túnica para levantarla un poco y ver sus pies, que se cubrían con zapatillas, y así no caer al frió suelo, termino de subir con precaución y llego a su destino. Abrió lentamente la pesada puerta de madera y se encontró con su padre, estaba de espaldas a el, rígido y serio, con aquel temperamento que siempre lo caracterizo, su espalda se veía tensa, y por la posición en la que estaba, suponía su expresión basta, simple y severa. Camino unos pasos, cerro la puerta, y al voltear de nuevo noto que su padre lo miraba con la quijada arriba y la mandíbula apretada. Sus ojos misteriosos le causaban pavor, aunque el intentaba ocultarlo lo mejor posible.

-Gran Maestre- realizo una reverencia al superior y elevo su cuerpo, incorporándose de nuevo- Debo hablar con usted sobre mi hija, Alissa.-

-Dígame.- le señalo el sillón que se encontraba frente a ellos, se sentaron, y Joseph mando a traer café a su pupilo.

-Ella responde muy bien,- suspiro- sin embargo, Matthew cree que hay que respetar sus espacios y que permitamos a que este lo suficientemente consciente como para que decida que es lo que desea saber, pues si le decimos la verdad de una vez, podemos afectar su progreso, y podría recaer-

Camino al PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora