Pasaron muchas noches en vela y muchos días trabajando distraído, pero por fin había llegado la reunión con la agencia publicitaria. Por fin ensayaría con aquella escoba. Esa misma con la que llevaba soñando toda su vida desde que tenía uso de razón.
Entró en la agencia a la hora acordada, invadido por un buen puñado de emociones. A la vez que estaba nervioso y deseando empezar, sentía miedo escénico, algo que llevaba sufriendo toda tu vida.
Se sentó con su nueva jefa: Alba Domínguez. Era una mujer de unos cuarenta y pico años, rubia y despeinada. Tenía el pelo largo, pero recogido en un moño para que no le estorbara en su trabajo.
- Venga, empecemos cuanto antes -dijo, con un tono cortante y decisivo-. ¡Vamos, que no tenemos todo el día! Venga, siéntese en ese taburete mirando a la cámara, diga su nombre, su edad y describa su experiencia como actor.-¡Voy, voy! -dijo Pedro mientras se sentaba -. Ehmmm... Pablo Muñoz, 93, fabricante de escobas.
A la vez que pronunciaba esas palabras se dio cuenta de todos los errores que acababa de cometer. Tuvo que repetir la toma unas cuantas veces, pero la señora Domínguez tampoco se desesperó demasiado.
Después de todos los intentos fallidos, la directora suspiró y le mandó empezar a ensayar. Le dio la escoba y el guión. Pedro hizo la escena 1 un par de veces pero decidió continuar en casa. Cuando se disponía a salir de la oficina, la Sra. Domínguez se sobresaltó y le prohibió tajantemente salir con la escoba voladora. Se la cambió por una escoba de imitación.
Pedro, un poco desilusionado, salió de aquel estudio de grabación. Volvió a casa como siempre, dándose prisa para no perder el tren pero sin tener tanta suerte en los semáforos de los pasos de peatones.
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Historias de un fabricante de escobas
FantasyPedro Azabache es un trabajador de Escobas Barralisa, cansado de su trabajo, hasta que un trabajador de I+D saca un nuevo modelo que cambia su vida para siempre