cap. 6

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→Tercer día

«Por fin sábado», pensó _______ con alegría mientras se disponía a buscar entre sus escritos el cuento que le contaría a los niños. Llevaba tantas horas allí que había perdido la noción del tiempo. Decidió escoger uno que recién había terminado anoche.

— ¿Ya están listos? —le preguntó sonriente.

Los niños asintieron desde su cama. ________ pasó las hojas.

—“Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo, existía una niña solitaria. No hablaba con nadie y su único amigo era un dragón —soltó un gruñido—. Su nombre era Julieta. Julieta se levantaba temprano en las mañanas para ir a la escuela, pero cuando escuchaba a su dragón gritar, corría y corría para ver que sucedía. Su dragón brincoteaba y ella comprendía lo que quería: volar.”

________ siguió con el relato, transportando a los niños por un viaje en dragón. Hacía ruiditos y caras que hacía que los niños soltaban carcajadas. Iba de cama en cama, volviéndolos locos de emoción. Pero, lo curioso, era que se sentía loca e irrevocablemente observada. Cuando finalizó su relato, se presionó el estómago. Le dolía de tanto reírse.

—Ya es tarde, así que a la cama.

Esperó paciente a que vinieran uno por uno por el beso de las buenas noches, que se volvieran a la cama y se acomodaran para dormir.

—Buenas noches…—musitó con voz tierna.

— ¡Y dulces sueños de chocolate! —gritaron los niños.

Sonrió enternecida, tomó su mochila y apagó el interruptor de luz antes de salir de la habitación.

Y, entonces, ¡boom! Cayó al suelo. Sintió algo bajo su cuerpo. Algo blando, caliente y cómodo…

— ¡Justin! —chilló ella antes de ponerse en pie— ¡Me asustaste!

Justin le sonrió burlón mientras se ponía en pie.

— ¿Estás bien?

Él notó como ________ se ruborizaba.

—Eh, bien ¿Y tú? Este, perdona que me cayera sobre ti. No te vi.

Sin ella verlo venir, Justin le robó un beso.

—Te perdono si vienes conmigo a comer un helado.

_________ sonrió nerviosa.

—Debería irme a casa. Mamá me espera siempre a esta hora.

—Oh, ________. Por favor —hizo un puchero—. Llámala y pídele permiso.

________ puso los ojos en blanco mientras rebuscaba el móvil en su mochila. Marcó el número y esperó a que su madre contestara.

—Hola, cariño ¿Ya vienes?

_________ se ruborizó.

—De hecho, quería preguntarse si podía ir por un helado antes. Em, con Justin.

— ¿El que te trajo flores?

—Em, sí.

— ¿Ustedes son algo, nena?

—No, mamá.

— ¿Segura, cielo? Vi cómo se miraban. Además te trajo flores. Y ese libro. Eso no lo hace cualquiera.

— ¡Mamá!

—Ya, como sea. No vayas a regresar tarde, ¿eh?

Pero resulta que el tiempo pasó demasiado rápido. ________ había comido helado de fresa, su favorito, y Justin uno de vainilla. Hablaron y hablaron y hablaron y hablaron. Hablaron tanto que _______ terminó llorando por las carcajadas que Justin le hacía soltar. Cuando ________ vio la hora, dio un salto en el asiento.

— ¡Justin! ¡Son casi las doce! —tomó sus cosas—. Mamá va a matarme.

—Vamos, ________. Tranquila, yo te llevo.

Cuando comenzaron a caminar, Justin la tomó de la mano. Oyó a _________ suspirar.

—No deberías hacer eso —hizo un mohín—. Luego pensaran que somos algo que no somos.

—No somos lo que ellos piensan que somos porque tú no has querido. Porque, a decir verdad, recuerdo haberte dicho que te quería hace unos días.

—Porque, no sé, ay. No puedes esperar que te crea, ¿entiendes? —soltó su mano—. Creo que es mejor caminar sin estar de la mano.

—Tienes razón —pasó su mano por la espalda y la abrazó por la cintura—. Así está mejor.

Bυllyiиg (justin y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora