¿Quién soy? ¿Qué soy?

Capitulo 4

Una vez que el hombre le despeinase el pelo a la rubia, se sentó al extremo derecho de la mesa, y luego una mujer de cabellos marrones y ojos turquesas apareció y se sentó en el extremo izquierdo.
-Buenos días, mi nombre es Claudia, ya habrás conocido a mi hija Clohe y el descuidado de mi marido, se le habrá olvidado presentarse. ¿Verdad Erik?-, le dijo con una ceja levantada, al hombre rubio que tenía un bollo que chocolate en la boca, y al sentir como su mujer le miraba; trago el bollo y chocolate alrededor de su boca dijo:
-Me llamo Eriksson, pero llámame Erik-
-Encantado-
-¿Y dime cómo te llamas tú?-, fue diciendo la mujer, mientras llenaba su tostada en mermelada.
-Pues, eee, su hija me a puesto Leonardo-, le explico mientras miraba a la tostada, y sentía su estómago rugir.
-¿Cómo que te ha puesto Leonaedo?-
-Mamá, no recuerda nada, y lo único que sabe que le gritaron el nombre Leonardo-, le explico la hija.
-Entonces, amnesia, que mala suerte. Pero no te precises, hasta que puedas recordar lo suficiente te puedes quedar con nosotros-, le ofreció el hombre, con todavía chocolate en la cara.
-Gracias por la oferta, pero no quiero ser una molestia-
-Para nada serás una molestia. Estamos encantados de tener a alguien más aquí, siempre quise un hijo, pero me tuvieron que dar una hija-
-¡PAPÁ!-, le regañó la chica rubia.
-Pero es la mejor hija existente-, termino. Él pelinegro río, les divertía estar aquí, y a lo mejor si se quedaba por un rato, pero no tanto, no quería ser una molestia.
-Cariño deja comida para el chico-, regañó la mujer morena a su marido rubio, mientras veía como el hombre se cogía casi todas las tostadas, y con esas palabras, el hombre cogió una tostada y lo volvió a poner en el plato en el centro.
-Leonardo, no tengas miedo, coge todo lo que quieras-
-No le importa-
-Claro que no-, y con esas palabras, el chico fue cogiendo comida a la Azar y empezar a dar bocados.
-Mmm, Esta delicioso-, y con eso la chica río, algo tierno según él pelinegro. Estuvieron comiendo un rato más, hasta que la chica se le vino a la cabeza una pregunta.
-¿Sabes de algo, de por qué tienes esos dibujos al rededor de tus ojos y párpados?-
-Sinceramente, no. No tengo nada, ni una sola pizca-, le explico. De allí se quedaron en silencio y comiendo, entonces una alarma sonó, en el bolsillo de la chica y lo cogió, y abrió enormemente los ojos para salir de la silla de un salto y correr y coger una mochila.
-¡LLEGÓ TARDE!-, comentó gritando.
-¿A dónde?-, pregunto el chico.
-Al colegio-, y con eso desapareció sin antes darle un beso a sus padres y decir:
-Adiós mamá. Adiós papá. Adiós Leo, te veo después-, y se oyó como la puerta principal desapareció.
-En mi opinión, ya habéis acabado-, comentó la mujer.
-Exactamente-, dijo el hombre.
-Sí, gracias por todo-, respondió el chico.
-¿Te gustaría acompañarme a comprar unas cuantas cosas?-, pregunto la mujer.
-Cualquier cosa, por ayudar-
-Ves Claudia, los chicos somos más responsables y ayudamos más-
-Mira quién habla-