La Orquidea de Joseon

Capítulo 1: "La Puerta Este"

De vuelta a HanYang... se veía tan diminuta desde el último punto de guardia de la montaña... pronto recorrería ese camino serpenteante que bajaba a la Puerta Este de la ciudad...

- Aun podemos volver... Convenceremos a Padre para que rescate al mensajero de la furia de su Majestad...

- No. Todo está bien... debemos entrar a la ciudad... Sólo esperemos al mensajero... sin él, no podemos justificar nuestra entrada...

Dos viajeros charlaban en voz baja mientras contemplaban la vista de la ciudad desde aquel punto en lo alto de la montaña... El primero era alto y esbelto, su semblante se notaba un poco intranquilo, sin embargo, alteraba muy poco su rostro de finas líneas; Un rostro ligeramente dorado, de frente amplia, ojos serenos de un castaño muy oscuro, un puente nasal amplio y fuerte, labios ligeramente gruesos en una boca regular, sus maxilares bien delineados y mentón firme. Llevaba un traje de viaje en tonos de gris y un Gat de ala ancha sin adornos. El otro, era de baja estatura, también esbelto, pero, llevaba una inusual capa con capuchón de color blanco que no permitía ver su rostro... la capa tampoco dejaba ver mucho de su atuendo, la tela que se alcanzaba a ver, no era lujosa, los faldones de su traje, eran de colores blanco y negro, sin adornos, textura, ni bordados...

- ¡Aigoo, mis señores... tengan piedad de este pobre servidor! – Las quejas de un tercer viajero que se les acercaba por aquel camino llevando a su caballo de la brida, les hicieron volverse para mirarle divertidos...

- Venga, oficial y tome un poco de comida, beba algo también... creo que tenemos tiempo más que de sobra para entrar a la ciudad- dijo el viajero vestido de gris...

El aludido obedeció... portaba un uniforme de la guardia real. Tendría unos 35 años de edad y acababa de hacer un viaje de seis días a todo galope (el tiempo que le llevó llegar al destino donde debía entregar un mensaje), en poco más de tres días y medio al regresar, escoltando (siendo arrastrado por ellas, más bien), a las personas a quienes le habían enviado a buscar...

- Mi señor... ¿Es acaso que sus animales están poseídos por algún demonio? ¡No puedo creer que ya estemos de vuelta!

- El Dios del viento ha soplado en sus patas para que sean ligeros como una nube- bromeó el viajero de la capa.

- Tal vez... Sería bueno, buscar donde pasar la noche y entrar mañana, después de todo, como ha dicho mi señor, tenemos mucho tiempo aun...-

- ... ¿Y para qué esperar hasta mañana? si las puertas de la ciudad aun no cierran.- respondió el viajero de la capa, quien aún seguía contemplando la vista de la ciudad.

Y sin decir nada los dos viajeros, volvieron a montar; lo que obligó al mensajero a correr hasta su caballo y seguirlos, sólo que esta vez, retomaron el camino con un poco de más calma, al menos, hasta pocos metros antes de llegar a la puerta, cuando el viajero de la capa frenó a su caballo...

- Creo que deberíamos anunciar nuestra llegada...- le dijo a su compañero del traje gris.

- ¿Crees que sea necesario?- le contestó frenando su caballo al lado del de su compañero.- ¡Ptche! A fin de cuentas ¿no soy yo quién viene siguiéndote desde casa?-

El viajero de la capa exhaló una risita, su voz era muy ligera:

- ¡Vamos! La carta decía que era urgente...-

- ... ¿y el mensajero?-

-Creo que ya tiene experiencia en aguantar nuestro paso... ¿Anuncias tú, o lo hago yo?

-¡Iesssh! ¿Quién va a hacerte caso con ese hilo de voz que tienes?... Lo haré yo...

Acto seguido espolearon a los caballos que emprendieron un galope tendido hasta la puerta de la ciudad, mientras que el viajero de traje gris anunciaba su paso con voz potente "Paso a la orden del Rey"... el pobre mensajero, al ver arrancar a los caballos y escuchar el anuncio, palideció y por un momento se sintió tan débil que creyó caer de su montura... apenas y pudo exhalar, como si su alma se fuera en cada palabra un "Mis Señores"...