d i e z | f i n a l

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Había una luz que pasaba a través de la ventana, una luz que era tan molesta que hacía que los ojos de Jongin picasen con insistencia. Algo suave le acarició la nariz pero picó de momento, sus manos empezaron tantear a sus lados, sus piernas comenzaron a abrirse y cerrarse por la cama pero sencillamente, la única presencia que sentía a su lado era una mota de suavidad que le estaba empezando a hacer cosquillas por todos lados. Poco a poco empezó a abrir los ojos, sus oídos se agudizaron y a lo lejos escuchó la regadera del baño abierta.

Jongin se encontró solo en la cama, bueno, no tan solo porque a sus pies estaba nada más ni nada menos que Lucifer, mirándole con esos ojos negros que tanto miedo le producían a veces, la cola la movía a todos lados, y los bigotes parecían acusarlo de alguna forma. Ese era el pan de todos los días.

-Lucifer, ¿dónde está tu dueño? le preguntó al gato, como si el animal le pudiese responder o algo así.

Lucifer caminó con sus mininas patitas en la cama, y se acercó hasta su regazo para restregar su pelaje negro contra sus piernas cruzadas en posición indio, Jongin rodó los ojos pero no pudo evitar esbozar una sonrisa y acariciar a Lucifer porque esta era de las pocas veces que no parecía la mascota preferida del infierno.

-No yo, tu otro dueño, Lucinnie -le dijo, pero el gato se puso arisco como él solo, porque odiaba los motes de Jongin. Así que sólo se tiró desde la cama hasta el suelo, alzó su negruzca cola, lo miró con esos ojos sagaces y salió por la ventana.

Lucifer siempre hacía esas cosas, se revelaba contra su segundo amo cuando él arremetía contra su humanidad gatuna. Pero Jongin no le ponía atención a ello, simplemente se desperezó y miró a su reloj de mesa notando que eran apenas las siete y veinte de la mañana, tenía bastante tiempo para asearse, y comer antes de asistir a su último día de clases, al menos para el corte en su carrera. Había tenido ese semestre a tope, casi dejándole tiempo para respirar, vivía más esclavizado a sus quehaceres, o practicando para perfeccionar su técnica que simplemente ahora sentía que podía respirar con ese mes y medio que le daban de vacaciones.

Al fin paz.

-Jongin, ¿dónde está el gato?

Jongin no tenía que voltear para saber quien le estaba preguntando por Lucifer, pero de todas maneras, lo hizo con una gran sonrisa y de inmediato le recibió la figura de pelo empapado de Kyungsoo; tenía una toalla azul enrollada a la cintura, y otra más pequeña en las manos tallando su pelo húmedo. Jongin le obsequió una sonrisa todo llena de brillos y cosas gays porque ese chico sacaba su lado más homosexual. Se quedó sentado en la cama, mirando el cuerpo semi desnudo de Kyungsoo, mientras este mismo se movía por la habitación con libertad, dejando caer la toalla al piso para ponerse el bóxer, luego el pantalón para finalmente ponerse una camina que parecía que había planchado anteriormente.

Le gustaba observarlo mientras se adueñaba de la habitación, mientras dejaba las cosas en el piso pero rápidamente las recogía dejándolas en su lugar; se peinaba encendiendo el secador para agilizar el proceso, eso sólo lo hacía cuando llevaba a puros por salir; Jongin todavía lo miraba con la sinceridad en sus ojos, también con el amor que día a día le profesaba.

Kyungsoo volteó con la ceja enarcada, mirándole con curiosidad pero también con algo de comicidad.

-¿No me vas a responder? ¿Sólo te vas a dedicar a mirarme todo el rato? -preguntó, mirando fijamente a Jongin.

-Lo siento me perdí.

-En mi trasero blanco, ¿no? -le dijo, y Jongin se encogió de hombros.

-Qué comes que adivinas -respondió, esta vez se levantó completamente de la cama, se estiró un poco, tocó con sus dedos la punta de sus pies y luego miró a Kyungsoo-. Lucifer acaba de salir por la ventana. Indignado.

Jongin, ¿Dónde Está el Gato? → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora