*Zoey’s pdv*
El líquido me quemaba la garganta, aun así apure el resto de la bebida. No tenía idea del nombre del chico a mi lado, pero si sabía que al parecer no dejaría de molestarme si no le proporcionaba mi número.
-vamos preciosa, no te arrepentirás cuando estés en mi departamento- lucio una ebria sonrisa que hacia juego con sus ojos inyectados en sangre.
-no creo que…
-disculpa, pero creo que te estas metiendo con la equivocada amigo.-Philip, luego de desaparecer durante dos horas, decidió echarme una mano.
-oh tranquilo, el buen Carl sabe compartir.- el buen Carl hizo un pobre intento de guiño.
-¿sí?- mi hermano enarco una ceja-pues, al buen Phill le encanta practicar boxeo en la cara de las personas que intentan tirarse a su hermana.
Carl dudo un momento, pero se decidió por la salida más segura, tomarse lo que quedaba de su Blody Mary, y salir pitando de aquí.
-¿Dónde estabas?- indague.
-trataba de conseguir una cita con esa chica de vestido verde, pero a su novio no le gustó nada.- hizo una mueca.
Puse los ojos en blanco.
-ahora, como un buen hermano, necesito que me escoltes hasta el baño.-lo tome del brazo.
Este lugar no estaba tan mal, Zeffa había conocido a un joven británico, y luego de obtener su número, tuvo que arrastrar a Fabio fuera del establecimiento cuando este vació su estómago en el vestido de una desafortunada chica.
Una decena de brazos, rodillas, y vasos chocaron contra mi persona. ¿Es que la gente no podía mirar por dónde ir?
Al venir note algo raro en el bar, Eddy me explico que este era un bar al estilo latino, es decir bar más servicio de comida más pista de baile. A Martina parecía gustarle mucho este tipo de combinación, nadie gritaba como una foca retrasada y cantaba las canciones, que eran de origen latino, a excepción de ella.
Divisamos a nuestro grupo, Isaac parecía disfrutar más de la boca de su novia que de su vaso de vodka. Eddy platicaba animadamente con un chico moreno bastante risueño. Y claro no faltaba la locura de Martina que saltaba desde su interior al acabar su tercera cerveza.
Entre al sanitario, que no prometía ser tan higiénico como debería. En los mosaicos teñidos de amarillo por el sarro de las paredes, podían apreciarse sin problemas dibujos obscenos, marcas de labial, pero fue una inscripción en específico que me llamo la atención. Esta decía ser para una tal C.J.,
Querida C.J., solo quiero avisarte que como vuelvas a tocar a Ethan, te dejare sin día de las madres, oh y para la próxima, usa condones perra, él no quiere tus sucias enfermedades de transmisión sexual.
La persona que había firmado como, ya sabes quién soy, había pegado un condón a la pared. Demasiada creatividad por parte de ya sabes quién soy.
Intente lavarme las manos, y hubiera logrado mi tarea, si no hubiera escuchados unos leves lloriqueos y arcadas ahogadas desde uno de los cubículos. Trate de ignorar a la persona que aparentemente no la estaba pasando nada bien, pero mi instinto humanitario me decía que debía ayudarla.
Sin pensarlo dos veces, toque la puerta del cubículo. Los ruidos dieron un intento de detención, pero todavía se escuchaban las respiraciones ahogadas.
-disculpa, ¿Está todo en orden?- pregunte con vos temblorosa.
-metete en tus asuntos- aunque la voz podría haber sido tierna y dulce, el tono mordaz la convertía en una voz llena de odio.
-¿Qué te parece si sales y te calmas un poco?- intente modular mi tono para que supiera que yo no suponía ninguna amenaza.
-¿es que no me has oído?, déjame en paz.
-solo hay una manera de que te deje en paz, y dejarte como estabas no es la correcta. Insisto, sal y podré ayudarte.
Por un momento me pareció que la sufrida chica volvería con su hostilidad a dejar en claro su carencia de problemas, pero me sentí aliviada cuando la pequeña y despintada puerta del cubículo empezó a abrirse, soltando un sonoro chirrido.
En el momento que pude ver a la persona que hacia los ruidos, contuve la respiración.
Ella era hermosa, era alta, tenía unos preciosos ojos celestes que brillaban por las lágrimas. Su fino cabello dorado le caía por la espalda en una lacia cola de caballo, que debido a los espasmos y lloriqueos estaba desarreglada, deducí.
-ya estoy fuera… ¿estas feliz?
-¿Qué te sucedió?- la curiosidad pudo con mi cortesía, parecía una chica tan linda, pero todo estaba escondido detrás de un demacrado cuerpo, al que se le notaba la falta de alimentos extrema.
-¿disculpa?- la chica parpadeo un par de veces para asegurarse del descortés comentario que yo había soltado.
-¿Por qué lloras?
-ya te he dicho que no te incumbía.
-si no hubieras querido hablar conmigo no habrías salido de allí- hice una seña con la cabeza al pequeño cuarto que a duras penas podría llamarse baño.
La rubia frunció el ceño y abrió la boca para replicar, pero se detuvo cuando escucho voces lejanas que se adentraban en el cuarto.
-Bonniebell, cariño, ¿ya terminaste de vomitar todos tus complejos? ¿O acaso necesitas algunos minutos para vaciar tus anchas caderas?- tres chicas entraron al baño, pero la que había causado la risa de sus amigas fue una delgada morena, con un minúsculo vestido rojo.
Bonniebell, al parecer así se llamaba la chica rubia, solo se limitó a bajar la cabeza y soltar algunas lágrimas mientras las demás se carcajeaban.
Intente contenerme de decir o cuestionar algo, pues parecían la clase de chicas que harían llorar al mismísimo Simón Cowell, pero algo se movió en mí al ver el rostro de Bonniebell.
-disculpa, ¿Cuál es tu nombre?-mi voz parecía ser un susurro, aunque aparentemente me habían oído.
-¿Qué?- el trio poso sus gélidos ojos en mí.
-t-tu nombre- siempre he odiado no poder pronunciar una frase correctamente cuando recibo demasiada atención.
-creo que alguien se ha equivocado de conversación, ¿tú qué crees Bonnie?-
-yo…yo- sus ojos recorrieron mi rostro intimidado, se posaron en el suelo, y luego volvieron a ponerse firmes. No obstante, había algo, que los diferenciaba, era una mirada distinta. Era una mirada de burla.- yo creo que esta niña insolente debería desistir de intentar parecer mayor metiéndose en un bar para adultos… vete a dormir cariño, ya ha pasado tu toque de queda.
Las risas no escaseaban en absoluto, y no pude evitar sentirme una idiota, por intentar ayudar a alguien que no conozco de nada.
Baje la cabeza, un gesto totalmente común en mí, y salí lo más rápido de allí, bajo las miradas penetrantes de ellas.
No entendía como alguien como Bonniebell puede comportarse como ellas, luego del numerito que montaron en el baño.
Al salir torpemente, me topé con Philips, quien se mostró angustiado cuando noto las tibias lagrimas que recorrían mis mejillas sin decir una palabra, me rodeo por los hombros y me llevo hacia afuera del local, donde me condujo hacia un parque cercano.
-¿no vas a exigir saber que ha pasado?- cuestione claramente histérica.
-yo no soy papa, Zoey- hizo una pausa mientras tomaba asiento en una banca- solo soy tu hermano, y sé que me dirás lo que ha pasado en el baño cuando estés lista.
Me sorprendía a mí misma la reacción hacia la situación, es decir, no éramos amigas, ni siquiera las conocía, solo me las había topado en un baño, y era posible que no las volviera a ver…
-en el baño…- mire expectante a Philips, esperando una reacción de impaciencia de su parte, pero estaba muy equivocada, él no era mi padre, por lo tanto, lo único que obtuve fue una mirada que mostraba interés. Y por alguna razón, esto causo en mí más llantos y más lágrimas sin razón.
El empezó a darme palmadas en la espalda, intentando calmar mis sollozos, y al parecer funcionaba. Le conté todo lo sucedido, entre hipos, y con una respiración similar a la hiperventilación. No obstante, pareció ser suficiente para él.
-espera aquí- se levantó y camino hacia la acera.
Le presté suma atención al césped, a los árboles, a las farolas, a todo lo que se encontraba en mi camino, intentando desaparecer los pensamientos sobre el bar. Suaves pasos, los zapatos alemanes de mi hermano comenzaron a asomarse en mi campo visual.
-Ya vámonos de aquí, princesa- Me tomo del brazo y me forzó suavemente a caminar. Con cada paso, sentía intensas punzadas de dolor en mis pies. Definitivamente no estaba echa para usar tacones. Me apoye en el hombro de Philip por segunda vez en la noche, y me quite las estructuras brillosas que supuestamente, protegían mis pies. El ante mi gesto, no hizo mas que soltar pequeñas risillas. Paramos en una esquina del parque, y llamamos a un taxi, que nos llevo hacia nuestro departamento. Se sentía raro llamarlo nuestro, pero Philip me había convencido de que todo lo que era suyo, era mío. Y eso me gustaba, me gustaba llamar algo como mío.
Sin más, nos desvanecimos de allí, en taxi, recuerdo que el taxista no hizo preguntas cuando entre llorando al auto, pero su mirada de detuvo unos minutos en mi visto, y eso me hizo sentir peor.
Sinceramente, no se que me produjo más asco, el tapizado del asiento trasero que olía a fluidos humanos o el bulto que se formaba en el pantalón del conductor, revelando una erección.
Sinceramente, esperaba que este capitulo fuera mas largo, pero en vista de que llevo semanas sin actualizar, supongo que es mejor así, mejor corto que nada ¿no? 😄😄😄
Se despide.... la autora con más público imaginario del mundo!😢😭😭😭
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Las Princesas Tambien Buscan Princesas
Novela JuvenilHay historias que tratan de hermosas aventuras, donde todo lo que importa son las bellas princesas que buscan apuestos caballeros de brillante armadura. Pero también existen las historias en las que los únicos seres fabulosos son las personas que lu...