Capitulo 3.

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– ¿Quieres que te ayude a recordar? –Mad frunció el ceño. – ¿De qué hablas? ¿Recordar qué?

–Mi vida... –La miro como si fuese obvio. –O lo que era de ella.

Mad estaba confundida. Primero, un extraño la sigue y después, aparece como si nada para pedirle ayuda. Lo único que pudo imaginar es que estaba loco o trataban de tomarle el pelo, no había nada más razonable para ella.

– ¿Cómo quieres que yo te ayude a recordar tu vida? Ni si quiera te conozco. –En ese momento, el metro llego a la estación. –Oye, me gustaría ayudarte pero no puedo. –Dijo levantándose del asiento.

–Vamos, Maddy. –Dijo Tate levantándose frente de ella. Era alto, mucho más que ella. Su mirada era penetrante, daba miedo.

–No sé si estas muy confundido pero yo no puedo ayudarte, Tate. –Las puertas estaban por cerrarse. –Me tengo que ir. –Antes de que las puertas pudieran cerrarse, Madeleine pasó rápidamente entre ellas para salir. Las puertas se cerraron detrás de ella. Estaba pensando en quien era Tate, ¿Por qué dijo "Mi vida.. o lo que era de ella."? Hablo como si ya no estuviese vivo. Negó con la cabeza diciéndose a sí misma que era imposible.

– ¡Hey! ¡Esperame! –Grito Tate, corriendo hacia ella hasta llegar a su lado. Madeleine paro de caminarde inmediato al ver que Tate estaba a su lado. ¿Cómo es posible?. Ella apenas pudo salir del metro, no había oportunidad de que alguien más saliera. ¿Cómo él pudo lograrlo?. El no es normal, lo sabes. , se dijo sí misma. Mad lo miro confundida pero el solo seguía con una sonrisa en el rostro como si estuviese feliz por algo.

– ¿Cómo pudiste salir? –Le pregunta señalando hacia el donde había estado el metro hace unos segundos.

– Traspase la puerta. –Dice naturalmente como si fuese normal.

– Okay, definitivamente estás loco. –Dice Mad volviendo a caminar hacia las escaleras.

– Posiblemente pero ese no es el punto. –La sigue a paso rápido, el no podía impedir que se fuera. –Se que suena como una locura pero es la verdad.

Llegan a la superficie y Mad sigue caminando, ignorando a Tate. El acelera el paso para llegar a donde ella esta y caminar a su lado.

– ¿Qué quieres? –Dice Madeleine molesta. Definitivamente, se estaba cansando de Tate.

– Ayúdame. Eres la única que puede verme o escucharme. –Mad frunce el ceño.

– ¿Cómo que soy la única que puede verte u oírte? –Pregunta sin mirarle.

– Pues, lo eres. –Tate se detiene haciendo que Mad después de dar unos cuantos pasos se detenga también.

– Eso es imposible, Tate. ¿Acaso tomaste algo o te dieron algo? –Pregunta Mad con una mirada de preocupación en su rostro.

– Si es posible, Maddy. –Dice Tate acercándose a Mad. –Para los demás estás hablando sola en este momento. Ella solo frunce el ceño como si no entendiera ni una palabra de lo que le dice. –Mira a tu alrededor y entenderás.

Madeleine decide hacer lo que él le indica por alguna razón. Tate tenía razón. Todas las personas cerca de ellos la miraban como si ella estuviese loca, al parecer, intentaban entender a quien le habla. Observo a unas cuantas personas en la parada de Buces, muchos evitaron su mirada, otros fingieron observar a otro lado como si nunca se dieron cuenta de la escena. En cambio otros, seguían observándola extrañados y posiblemente preguntándose a ellos mismos el por qué una chica estaría hablando sola. Ella giro su cabeza para ver la tienda que se encontraba a su derecha. Encontró mas personas observándola con las mismas acciones que las otras, algunos la miraban fijamente buscándole sentido a todo y otras fingiendo que no la habían visto. Ella se observo en el vidrio de aquella tiendo pero se dio cuenta de algo más. Tate no estaba. –O eso creía. –Volvió a mirar al frente y ahí estaba el, mirándola. Abrió sus ojos de par en par, sorprendida por lo que estaba viendo. ¿Cómo es eso posible?, pensó. Miro el vidrio y luego a Tate, repetidas veces. Sus labios se movieron tratando de hablar pero ni un sonido salido de su boca. Al parecer, no encontraba la pregunta indicada para lo que estaba pasando.

– ¿Qué paso? –Pregunto Tate.

– ¿Por qué no te reflejas en el vidrio? –El dirige su mirada al vidrio al lado de ellos. – ¿Acaso eres un vampiro? –Ese último comentario provoco que Tate dejara salir una carcajada.

– ¿Qué? No. –Dijo entre risas volviendo a mirarla. –Soy un fantasma, Maddy.

Ella solo giro los ojos y siguió su camino al café. Sentía que se estaba volviendo loca. Madeleine entro al café, pidió su café y al tenerlo fue a sentarse en una de las pequeñas mesas de dos puestos cerca de la ventana. Tomo un pequeño sorbo del café. Estaba caliente. Pudo sentir como su piel se erizaba al haber tomado ese sorbo. Lo soplo un poco intentando enfriarlo mientras examinaba todo el lugar, tratando de ver si Tate también la había seguido hasta allí pero no estaba. No había nadie en el lugar para ser exactos, solo la chica del mostrador y Madeleine.

Estaba confundida y asustada, no podía ignorar ese presentimiento que le decía que ya había visto a Tate anteriormente. En un abrir y cerrar de ojos, el apareció sentado frente de ella. Mad dio un pequeño salto al darse cuenta.

– ¡Diablos! –Exclama tapándose la cara con sus manos. – ¡Deja de hacer eso! –Susurro apoyándose sobre la mesa para acercarse más a él.

– ¿Te asuste? –Pregunta Tate con una sonrisa en el rostro. –Ya deberías estar acostumbrada.

– ¿Por qué lo....? –Antes de poder terminar la oración, lo recordó. Claro que lo había visto. La otra noche en su baño. ¡Era el!. –Eras tú... -Dice casi susurrando.

– Era yo... ¿Qué? -El se recuesta del espaldar de su silla cruzándose de brazos.

–Eras tú el que estaba en mi baño anoche. –Dijo enojada.

– ¿Ahora es que te vienes a dar cuenta de eso? –Levanto las cejas. –Vaya que eres lenta...

– Oh, claro. ¡Disculpa por no estar acostumbrada a tratar con fantasmas! –Susurro apoyándose nuevamente sobre la mesa.

– ¿Por qué susurras? –Abrió sus brazos, levantándolos hacia los lados. –No hay nadie más aquí, Maddy.

Miro al alrededor y el tenia razón... otra vez. No había nadie, ni si quiera la chica del mostrador estaba en su lugar.

– Deja de llamarme "Maddy". –Dice tomando un sorbo de su taza de café.

– ¿Por qué, Maddy? –Dice subrayando la palabra Maddy.

–Porque nadie me llama así. –Madeleine estaba harta de estar con Tate. –No me gusta.

– Entonces, yo seré el único en llamarte así. –Ella bufo, poniendo los ojos en blanco.

– ¿Cuándo me dejaras en paz? –Pregunta finalmente Mad.

– ¿Quieres que te deje en paz? –Madeleine asintió. –Está bien, te dejare en paz... –Dice Tate levantándose de su silla para dirigirse a la puerta.

– Gracias. –Dice aliviada, levantando su taza en el aire para luego llevársela a la boca para tomar lo que queda de su café.

–...Por los momentos. –Finaliza Tate. Antes de que Madeleine pueda preguntarle qué quería decir con eso, así como llego también se fue. Tate ya no estaba en el café. No sabía porque pero había algo en la manera que Tate hablo que inquietaba a Mad.

El estar en presencia de Tate le parecía escalofriante pero fascinante al mismo tiempo. A pesar de que le dijo que iba a dejarla en paz, sabía que no iba a ser la última vez que lo vería.

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Ignoren la ropa de Maddy en multimedia u.u No encontre otra imagen con la misma ropa.
Gracias por leer la novela. Espero que les guste este cap. Los quiero. Que tengan un buen día. Besos. xo

All The Love. - M.

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Missing. | Tate Langdon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora