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Ahora vienes a visitas cortas. Me dices que no me enoje, simplemente que necesitas más tiempo para estudiar, ahora que entraste realmente a la carrera de medicina.

Hoy tu sonrisa parecía impenetrable, me hablabas del pasado—¿Recuerdas cuando te hablaba de mis sueños y tu me hablabas de los tuyos? Me decías que sería el mejor pediatra del mundo, que me ganaría a los niños con mi gran corazón...—rompiste a llorar aún con la sonrisa sobre tus labios—Me decías que era tu Ángel, que podría...

Y no pudiste continuar. Lloraste junto a mi por lo que pareció una hora, yo también lloré, te diste cuenta y te limpiaste la cara.

—Lo siento... sé que quieres que sea fuerte, pero soy humano al fin y al cabo...Te extraño...—Una última gota hizo camino en tu mejilla antes de que te pararas, dejaras las flores, lo que quedaba de ellas, y te despidieras de mi con un beso al aire, recuperando la sonrisa tímidamente.

Se que no eres invencible, puedes llorar cuanto quieras, pero nunca dejes de ser feliz.

Mi ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora