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Fue al día siguiente, en la noche, cuando volví a ver a Sam. Es normal que tu hermano invite a tu única amiga y a su primo a cenar ¿no? Porque fue lo que Blake hizo. Ni siquiera sé en que momento lo organizaron, ni como es que mi hermano conoció a Lauren o si ella lo contactó a él, o que carajo fue lo que pasó. Por un minuto me dije que no iba a salir de las cuatro paredes de mi habitación e ignoraría cualquier movimiento fuera de esta. Pero me había pasado el día entero así, con los auriculares puestos en los oídos y la música a todo volumen. Blake intentó hablar conmigo, pero solo me limitaba a cerrar los ojos, simulando estar dormida. Él sabía que no era así, me conocía lo suficiente como para estar acostumbrado a que lo hiciera y ya no luchaba para obligarme a hablar, porque sabía que no lo haría.

Cuando mamá murió, Blake había prometido no darse por vencido nunca conmigo. Nos teníamos el uno al otro. Mi hermano siempre fue lo más importante en mi vida, lo más importante que había tenido. Y él no podía ni quería verme morir. Blake era consciente de que las palabras poco sirven cuando no pedís ayuda y que hay veces en que los gestos hablan por si mismos. A veces uno solo necesita de un abrazo o una mirada para volver a la vida. Él siempre fue tan puro y amoroso que sé con seguridad que el perderme lo desmoronaría. Pero yo era frágil, una frágil nena que se cortaba como si fuera papel. Los demonios de mi cabeza dominaban mi cuerpo.

A las nueve en punto, el sonido del timbre retumbó por la casa. Miré por última vez mi imagen en el espejo. Era patética. ¿Desde cuando uso vestidos? Y tacos. ¿Por qué estoy tan nerviosa por tener que ver a Samuel? Me vestí pensando en él, en lo que le gustaría. Un sencillo vestido rojo con poco escote y que mostraba parte de mi espalda. Manga larga y que llegaba hasta apenas arriba de las rodilla. Procuré maquillarme mejor que en otras ocasiones, alisé mi cabello y en ningún momento dejé de pensar en cuan nerviosa me ponía volverlo a ver. Suspiré y salí de la habitación.

Al llegar al pie de las escaleras, Blake se acercó a mi con una enorme sonrisa en su rostro.

—Estás hermosa —dijo tomando mis manos entre las suyas.

—¿Gracias? —contesté alzando una ceja.

¿Y a este que le pasaba? Lo vi encaminarse a la puerta y lo seguí lentamente. Lauren estaba hermosa. Demasiado. Saludó a Blake efusivamente para luego acercarse a mí y abrazarme. Reí un poco por su entusiasmo, que casi nos hizo caer a ambas. Cuando los brazos de Lauren dejaron de asfixiarme, observé la figura de Samuel. Y por un leve momento las piernas me temblaron. Hice mi mejor esfuerzo por sonreír y agradecí que él no se acercara demasiado y se limitase a sonreírme. Aquel chico despertaba cosas en mí que nunca había sentido por nadie. Y me daba miedo. Era como si respirar el mismo aire que él, hiciera las cosas más fáciles.

Tenía terror de depender tanto de la vida de otra persona para existir.

✨✨✨

La cena transcurrió con entusiasmo. Al menos para ellos tres. Mientras mi hermano estaba demasiado ocupado entreteniendo a Lauren y esta festejaba cada uno de sus chistes por muy malos que fueran, yo me limitaba a observar la comida en el plato frente a mí y a jugar con ella.

Jamás vas a ser como Lauren. Nunca un chico va a perder su tiempo para hacerte sonreír, porque sabe que no vale la pena.

Sabía el por qué. No era linda. No era simpática. Y mientras me odiara, nadie sería capaz de enamorarse de mí. Levanté la mirada y me encontré con el ceño fruncido de Sam, con sus ojos clavados en mi plato. Parecía preocupado. ¡Maldita sea! Descubrió que no había probado ni un bocado.

—¿No tenés hambre? —me preguntó él dejando su comida—. No está feo.

—Se me fue el apetito —mentí y esperaba que fuera lo bastante convincente como para dejarlo pasar—. Creo que no me siento muy bien, voy a mi cuarto. Buen provecho.

Más Fuerte Que Las EspinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora