Otro día el Sol amanecía tranquilamente y no era distinto para la chica de cabello castaño que le habían traído inconsciente a Ewelein a altas horas de la noche anterior, cuando se suponía que el toque de queda ya estaba más que vigente.La joven faeliene empezó a abrir los ojos lentamente mientras intentaba situarse. Recordó la cantidad de emociones que había vivido el día anterior pero pensó erróneamente que toda había sido un mal sueño, dio la vuelta en la que creía que era su cama y fue cuando se dio cuenta de que todo había sido verdad al notar unos pinchazos de dolor en la cabeza, nuca y manos.
Se incorporó alterada de la cama, ya despierta por completo. Notó una ligera presión en manos y nuca así que sacó las primeras de debajo de las sábanas y las observó pudiendo distinguir que estaban vendadas, aunque de manera que pudiese mover bastante bien los dedos, y dio por supuesto que su cuello estaría también cubierto. Se quedó observandolas mientras rememorando la escena del familiar, el QG desolado y...Chrome.
Elevó vista siendo consciente de que su llegada a Eldarya había sido real. Se encontró que estaba sentada en una cama de blancas sábanas dentro de una habitación totalmente desconocida. Habían dos mesitas de noche situadas a los lados de la cama, ambas totalmente vacías; un gran armario de madera empotrado en la pared de su izquierda, lo que suponía que debía de ser un pasillito, al lado de este y por último una ventana, por donde entraba la luz que la despertó, con unas cortinas de tela color crema ligeramente traslúcidas.
Muy a su pesar, se armo de fuerza, retiró las sábanas y se levanto de su lecho, dándose cuenta de que la habitación tenia el suelo de madera y una alfombra debajo de la cama que sobresalía por los lados de esta mostrando así un bordado floral. Sus pies descalzos avanzaron con pereza hasta la ventana, descorriendo sendas cortinas para poder observar el exterior. Intentaba desvelar así, donde se encontraba pero solamente vio como, ante ella, se extendía un inmenso bosque.
Desilusionada avanzó hasta el pequeño pasillo que tenia una puerta al final y otra a la izquierda. Abrió primero la de su izquierda encontrándose un pequeño lavabo con lo justo: un retrete, un lavamos con una pastilla de jabón y una pequeña ducha. Cerró la puerta y continuó hacia la del fondo. Posó su mano sobre el pomo, haciéndolo girar para posteriormente abrirlo.
-¿¡Que haces levantada!? -. Le gritó sorprendida una cabellera azulada que se encontraba al otro lado y que parecía que tenia la intención de ir a entrar si ella no hubiese abierto.
-¿E-Ewelein?-. Cuestione al ver aquella cabellera trenzada por delante y luego suelta sobre los hombros, acompañada de orejas puntiagudas, ojos azules y piel violacea.
- Si, soy la enfermera, así que por favor, entra y espera en tú habitación, tienes algo de ropa limpia en el armario por si deseas cambiarte -. Le explicó al tiempo que la empujaba suavemente de nuevo al interior de la habitación, para finalmente cerrar la puerta sin esperar respuesta de la castaña.
-¡Pero...! -. Sus palabras se quedaron en el aire cuando escuchó, no sin cierto desagrado, el sonido del pestillo de la puerta. Resignada dio media vuelta regresando sobre sus pasos para llegar al armario.
Abrió sus puertas encontrando en su interior dos únicas piezas de ropa. Habían unos vaqueros marrones, casi negros, y una camisa de media manga color ocre dobladas y colocadas en el tercer estante de los cuatro que tenía. Decidió seguir el consejo que le habían dado y recogió la ropa para dirigirse al pequeño cuarto de baño.
Al entrar cerró tras de sí la puerta y dejó la ropa que se pondría después sobre la repisa del lavamanos. La duchas estaba formada únicamente por un plato rectangular blanco y una mampara de cristal que ocupaba algo más de la mitad de lo anterior, impidiendo al agua mojar el suelo de madera y los muebles del baño. Extendió una toalla en el suelo para no ensuciar al salir y colocó otra sobre la tapa del retrete para cubrirse con ella al salir.
Estiró su mano y giro un poco ambas llaves de la ducha, abriendo así el paso del agua hasta la alcachofa. Se despojó de todas sus prendas, dejándolas en una esquina y se metió debajo del torrente de agua con cuidado de no mojar ni su pelo ni sus vendas por complicado que fuese.
Una vez limpia cerró los grifos y se colocó sobre la toalla del piso para posteriormente secarse rápidamente evitando así que las pequeñas gotitas que cubrían su cuerpo le diesen frío. Se vistió percatandose de que a pesar de sus intentos por no mojarlas, las vendas de las manos estaban algo húmedas.
Se dirigió a la cama en la que había despertado y se calzo sus botas, que estaban arrinconadas en una esquina de la habitación, se estiró en la cama notando las ligeras punzadas que daba su cabeza al ser apollada y mirando el techo esperando a que alguien fuese a verla o escuchar el característico sonido de el pestillo abriéndose.
Como si sus pensamientos hubiesen sido escuchados, aquel sonido llego hasta sus oídos haciéndola erigirse y hacer el intento de caminar hasta el pasillo, pero se detuvo prácticamente en seco al ver quien entraba.
– ¿Así que tu eres Gardennie?
– ¡Miiko! –. Dijo sin apenas darse cuenta, asombrada de tener allí de pie a la ya nombrada.
– Si, hola –. Habló la recién llegada cerrando la puerta tras de sí.
– ¿Donde estoy y que es todo esto?
– Bueno, pregunta por pregunta, primera y segunda estas en una especie de enfermería. Ahora, ¿como es que has vuelto?
– Pues como todos.
– ¿Por dónde?
– Por los círculos de setas, al igual que la otra vez, ¿no es obvio?
Y así se extendieron las preguntas de Miiko, causando extrañeza e incomodidad a su opuesta.
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Ammm, bueno, me acabo de dar cuenta de que wattpad se comió el final de este capítulo, y aunque no fuese algo demasiado importante o largo, me dio rabia. Pero ya está solucionado, o eso espero, además de que no me vuelva a pasar e otro capítulo...
¡Gracias a todas las que leen este fic!

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El Regreso [Eldarya]
FanfictionHace ya más de un año desde que Gardennie logró regresar a su mundo por sus propios medios dejando tras de sí a Eldarya y tres pobres cartas reposando sobre los lechos de los líderes de las guardias. Pero ya iba siendo hora de regresar a aquellos pa...