// Prólogo //

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El imponente edificio se elevaba por encima de los nerviosos alumnos que esperaban a las puertas, algunos conscientes de los meses de duro trabajo que les esperaban, otros cegados por la ilusión de haber entrado en la prestigiosa Escuela DaVinci de Artes Escénicas y Visuales. Pero una cosa que tenían todos en común era que no intuían ni de lejos lo que pasaría aquel año.


El colegio era un edificio victoriano con grandes torreones y un aspecto lúgubre. Cualquiera que lo viese no pensaría que allí estudiaban solo los mejores alumnos de música,danza, arte y audiovisuales, aquella era la escuela de ensueño para todos los que estaban allí. Para entrar había que pasar un gran número de pruebas y el menor fallo te llevaba de vuelta a casa con la maleta llena y los sueños destrozados. Y aquellos que lograban el acceso no lo tenían nada fácil. Horas y horas de clases y una gran dosis de competitividad hacían que cada curso fuese mejor que el anterior.


Los alumnos se congregaban ansiosos por poder entrar al que iba a ser su hogar al menos los próximos nueve meses, aunque para algunos la estancia sería mas corta y no todos lograrían pasar de curso. El cuchicheo de las conversaciones llenaba el gran jardín de entrada. Algunos ya se conocían y corrían  a encontrarse con sus viejos amigos. Otros se mantenían al margen observando con ojo critico a los que podrían ser sus amigos o sus enemigos.


El curso se cernía sobre todos ellos como una acechante sombra. Todos lo sabían, por mucho que en aquellos momentos sonriesen o fingiesen indiferencia en su interior el miedo inundaba cada célula de su cuerpo. ¿Y si no eran lo suficientemente buenos? ¿Y si les expulsaban? ¿Y si no lograban hacer ningún amigo? Sabían que eran los mejores, pero también eran conscientes de que todos aquellos que estaban a su alrededor lo eran también. ¿Y si aquella chica menuda que no se juntaba con nadie en realidad era un prodigio de la música? Tal vez aquella chica que hablaba con todos estuviese pensando un plan para acabar con sus carreras. La Escuela Da Vinci era como la guerra, o peor, todo era valido para llegar a ser el mejor.


Por fin las enormes puertas se abrieron y ante ellas apareció Naroa Winchester, la directora. A sus 27 años había conseguido llegar a dirigir aquel importante centro superando y derribando a todos los que se habían puesto en su camino. Por supuesto los rumores sobre ella circulaban entre los alumnos como la pólvora. Había quien afirmaba que había llegado a matar para conseguir el puesto, otros rumores incluían pactos con el diablo o sangre de recién nacidos. Pero de cualquier manera allí estaba ella, mirando detenidamente a todos los alumnos. Se había tomado el tiempo necesario para conocer los nombres y las historias de todos y cada uno de ellos, sabía sus horarios y sus preocupaciones, tal vez algunos dijesen que era un abuso de poder o una invasión de privacidad ella simplemente creía que era lo correcto al fin y al cabo aquellos niños eran su responsabilidad. Y aunque se la juzgase por sus métodos era ella la que tenía la sartén por el mango.

- Bienvenidos a la Escuela Da Vinci de Artes Escénicas y Visuales – dijo de forma que todos los murmullos cesaron y todas las miradas se posaron en ella – Estáis aquí porque sois considerados los mejores, ahora me toca a mi decidir si realmente lo sois. Yo no soy vuestros padres, vuestra familia ni nadie, yo no tengo el compromiso de deciros que lo que hacéis esta bien. Será un año duro, seréis juzgados por los mejores profesores y no todos lograreis acabar.


Un murmullo se extendió entre los alumnos que hasta entonces habían contenido la respiración impresionados, y tal vez un tanto asustados, ante la presencia de la directora. Los mas confiados mantuvieron la vista clavada en el frente pretendiendo no inmutarse ante aquellas palabras. Los demás agacharon la cabeza intentando no pensar que aquellos podían ser ellos.

- La escuela abre sus puertas para vosotros, la pregunta es: ¿estáis dispuestos a entrar?




DisappearanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora