A Pamela se le había enfermado el marido. Por lo que Catalina sabía, era bastante grave. Cáncer de hígado… la gente decía que se podía morir de eso. Lo peor no era que el marido de Pamela, la aburrida profesora de música, se estuviera a punto de morir. Sino que había mandado a un sustituto. ¿Y qué hay peor que un sustituto? Nada. Porque si los profesores ya son unos desgraciados, los sustitutos, son unos desgraciados multiplicado por dos. ¿A quién le gusta sustituir a un profesor ausente? Catalina niega con la cabeza. Sentada en el pupitre, como todos sus compañeros de tercero B, espera la llegada de ese profesor, que se lo imagina, bajito, gordo, con entradas. Y arrogante. Pero lo que no sabe, es que los profesores no son tan desgraciados. No cuando llevan el nombre de Harry Styles. El mismo Harry que le enseñará, no el arte de la música. Sino el de amar.
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Es una adaptación. La novela no es mía, espero que les guste tanto como me ha gustado a mí. Gracias por leer.