- No, no, al contrario… es mejor que la gente se exprese… creo que a veces las cosas serian más fáciles si no escondiéramos tanto lo que sentimos. – Miró a Harry. Él la observaba.
Sonrió. – No me hagas caso… seguro que piensas que soy una adolescente depravada más.
- Para nada. – también sonrió – Me pareces especial. Nunca había escuchado a una chica de dieciocho años hablar así.
Catalina sonrió. Quería decirle que aun tenía diecisiete. Pero no quiso interrumpir el momento.
- ¿Cómo vas a llegar a casa?
- Tengo un escúter. Me va bien para ocasiones así.
- De acuerdo… - sonrió – entonces, nos vemos el miércoles a primera hora. - Catalina asintió y se marchó.
No podía quitarse la imagen de ese hombre de la cabeza. Era in-cre-i-ble. Aun que Harry se esfumó de su mente, cuando vio las ruedas de su escúter pinchadas.
- Erick… - es el primer nombre que le vino a la cabeza – Eres un maldito cabrón. – Se acercó al escúter. Encima una abolladura. ¿Cómo iba a hacer que Erik arreglara eso? No tenía pruebas de que había sido él.
- ¿Algún problema? – Una mano se posó detrás de ella. Se sobresaltó.
- Oh… Gordon… me has asustado.
- Lo siento nena… no quería…
- No me llames nena, no soy tu nena. – Ella asqueó.
- Vale, vale, gatita, no te enfades.
- Tampoco gatita, tengo un nombre: Catalina.
- Oye, baja esos humitos, encima que me paro para ver si te ha pasado algo…
- Ya lo sé, pero ya sabes que no me gusta que me pongan estos sobrenombres de cariño.
- Te gustaba que te lo digiera Erick…
- Porque era mi novio. Y prefiero no recordarlo. – Miró la moto.
- ¿Lo ha hecho él?
- Pondría la mano en el fuego a que si…
- Si quieres te la puedo arreglar. – Le dio un vistazo al escúter. – pero como mínimo tardaré una semana en cambiar las ruedas, reparar el golpe este… - le pasó una mano por encima. – y si quieres le echo una mano de pintura.
- Me harías un favor, de veras…
- Ya… pero te costara algo… - él le sonrió, apoyándose en la escúter, como solía hacer April. Tan parecidos en algunos casos, y se llevaban tan mal la mayor parte del tiempo.
- Ni te lo pienses. Te pagaré con dinero, no con otra cosa.
- En ese caso te costará un ojo de la cara. – él se separó de la moto, suspiró – con lo que me hubiera gustado acostarme con April.
Catt abrió los ojos.
- ¿Con April? Pensé…
- ¿Pensaste que contigo? – Gordon se rió – Estas buenísima, pero me va mucho más esa rubia. – Hizo un gesto con las manos, como siguiendo las curvas del cuerpo de una mujer – Cada vez me pone más...
- Vale, vale… no me des explicaciones. – Suspiró ella esta vez – Lo intentaré, pero no te aseguro nada, ella te odia… y me pensaba que tu a ella.
- No, solo la hago enfadar… es que me excito cuando hace eso.
- Gordon, por Dios…
- Venga, Catt, ¿me dirás que yo no la pongo ni un poco a ella? – se apartó e hizo un gesto, señalándose el cuerpo. Y si, estaba bueno. El líder del equipo de futbol tenía un cuerpo trabajado.
- Seguramente. Aun que nunca me ha dicho nada… - alzó la vista – Pero eres su tipo… físicamente. – Terminó la frase para que no se hiciera ilusiones, más allá.
- Entonces tengo las de ganar… ¿qué tal mañana por la noche?
- Lo intentaré… mañana por la mañana te digo algo. – Miró hacia al lado. Una Harley Davidson del último modelo estaba aparcada, apoyada en el muro de la escuela.
- ¿Te llevo? – Gordon se sentó en el piloto y encendió el motor de la moto – Deja tu escúter aquí, mañana me la llevo. Sube. – ella lo hizo, poniéndose su casco. Y se perdieron a toda prisa por la ciudad, en ese hermoso atardecer.