Harry negó con la cabeza, dirigiéndose a su escritorio para recoger todo.
- Quizás es su novio. – pensó en lo de esta mañana – No, no puede ser – rio – esta mañana han tenido un enfado de esos… - metió los libros en su cartera, junto con la carpeta - ¿pero por qué me preocupo? – bufó – Harry, es una alumna.
Bajó las escaleras, saludando a la señora de la limpieza. Se metió en su coche y se fue a su casa, metido en esos pensamientos. En esos pensamientos, donde Catalina era la protagonista.
- Gracias. – Dijo bajándose de la moto.
- De nada – se acercó a ella. Le dio un beso.
- ¡Gordon!
- ¿Qué?
- ¿No querías una cita con mi mejor amiga?
- Sí, pero eso no quita el hecho de que deje de pensar lo contrario de ti. – Sonrió y arrancó - ¡Nos vemos, Catt!
Catalina entró en casa.
- ¿Hola? – nadie contestó. Se metió al edificio. - ¿Mamá?
Su madre estaba sentada en el sofá, durmiendo. Le dio un beso en la mejilla.
- Ah, hola, cariño… - dijo con un tono cansado. – Lo siento, no escuché la puerta…
- No te preocupes. – le sonrió – si estas cansada, duerme.
- No, no… tengo que hacer la cena… tu padre llegará pronto.
Tu padre… tu padre. Resonó en la cabeza. Ojalá Logan se perdiera por la ciudad y no tuviera que llegar nunca. Aun que eso haría más daño a su madre que cualquier discusión. Lo sabia perfectamente.
Catalina se despertó a las seis. Tenía que coger el bus, ahora que no tendría moto durante una semana. Se alistó y cogió la T10 donde aún quedaban cuatro viajes. Su madre dormía. Mientras que su padre roncaba, en el sofá del salón. Siempre que discutían, él dormía allí. Pero esta noche, estaba tan cansada, que no había oído nada.
Cerró la puerta con precaución y se colgó bien la maleta en la espalda. Fue a la parada del bus.
Pronto llegó.
- Buenos días. – dijo el revisor.
- Buenos días. – contestó ella. Y metió la tarjeta por el aparato, que pronto le tachó otro viaje menos.
El estúpido conductor, no se esperó a que ella tomara asiento o se agarrara a algo. Arrancó. De la presión, Catalina se tambaleó y chocó contra alguien.
- Uy, lo siento.
- No… no pasa nada. – ella se sonrojó al ver quién era. - ¿Catalina?
- Ah… Hola Harry… - le sonaba más a compañerismo que a una relación de 'profesor-alumna'; ese nombre. – profesor… - rectificó.
- ¿No tenias un escúter? – sonrió él, agarrándose a la barandilla de arriba del autobús.
- Si… pero ayer me encontré las ruedas pinchadas… y hasta que Gordon no me la arregle…- ahora Harry aclaró todo. Por eso estaban hablando ayer. Lo que no entendía, es porque le daba vueltas y vueltas a esa chica. - ¿Y tú no tienes coche?
- Si… pero ayer… - rió por la casual situación – Mi hermano Jack lo cogió… volvió bebido… y bueno ya sabes, las cosas que pasan. Mi coche está en el taller.
- ¿Así que nos vamos a ver durante estos días en el bus, no?
- Así es. – sonrió.
El bus se iba llenando. Cada vez más apretados. A Catalina se le cayó la T10 al suelo. Se agachó para buscarla. Harry se sonrojó, al ver su trasero en frente suyo. Catalina no encontraba la T10, y para colmo el autobús se movía. Casi se cae. Harry la agarró por la cintura. Él tuvo una erección instantánea, esa parecía la postura de ‘la sorpresa’. Y Catalina la sintió. Enorme, clavada en su trasero. A la mier.da la T10. Ya compraré otra. Se mordió el labio ante la fricción que hacia el pene de Harry contra su nalga. A pesar las ropas, ella la notaba. Pues eso le dio paso a la imaginación… Harry lo tenía grande. Catalina recordó el comentario de April.