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(Días después)

El timbre sonó y corrí esperanzada pensando que papá podría estar detrás de la puerta, lamentablemente no era el, pero era Jacob. No nos habíamos visto desde "ese día" y lo extrañaba muchísimo.

Yo...venía a pedirte disculpas... dijo apoyado en el marco de la puerta.

No pasa nada, está todo perfecto sonreí, quiso volver a hablar pero se lo impedi En realidad, yo debería ped...

¡Jacob! gritó una voz femenina interrumpiendo y robándose la atención que el tenía sobre mi.

El último corrió hacía la calle del frente encontrándose con la hermosa Mía, la saludó con un beso en la mejilla, con una sonrisa de oreja a oreja.
Supe que se habían olvidado de mí cuando siguieron su camino, y doblaron en la esquina.

(Narrador)

Siguieron caminando, hasta llegar a la casa de Mía.
Conversando de diferentes temas, llegaron a la habitación. Jacob no tenía idea de lo que Mía pensaba, no se había dado cuenta de la mirada de ella sobre el, de la manera en que le había coqueteado durante todo el camino.

Mía era alguien especial, era amable, alegre, extrovertida y muy divertida. Pero los pensamientos de Jacob, su corazón, no le pertenecían a ella, y nadie podía hacer algo en contra de eso.
Ninguno de los dos supo en que momento habían comenzado a besarse, en que momento habían caído sobre la cama. Jacob no pensaba, no podía pensar teniendo a una chica tan hermosa solo para él. Pero cuando las prendas de ropa entre ellos dos comenzaron a ser pocas, cuando Mía comenzó a jugar con el borde de su pantalón, todas las imágenes que el pensó borradas comenzaron a aparecer en su mente: las manos grandes de "tía Melissa" aparecieron ante sus ojos, la manera en la que lo forzaba, en la que lo trataba, como hace muchos años había ido quitando prenda por prenda hasta dejar a un niño de seis años desnudo, como lo había hecho pensar que todo era un juego, la manera en la que después de eso todo había cambiado.

Había empezado a llorar, Mía lo tomó sin entender que estaba pasando, las lágrimas no paraban, el temblor del cuerpo de Jacob había empezado. Todo el temor que lo había abandonado desde que Brooke había llegado, volvió, todas las imágenes aparecían en su mente aterrandolo cada vez más.

Se paró rápidamente, cargo todas sus cosas, se vistió y salió corriendo a su casa, encerrándose en su baño. Prendió la tina y la llenó de agua, tal y como hacía meses atrás cuando una persona le daba un abrazo o un simple beso en la mejilla. Tal y como no lo había hecho desde que Brooke ingresó en su vida. No dejaba de pensar en ella, la necesitaba más que a nadie, pero sabiendo lo que había hecho horas antes ella no querría verlo ni por foto.

Pasó encerrado, sin salir, sin hablar con su familia, las últimas tres semanas; Brooke por su lado estaba desilusionada y muy atareada por el inicio de las clases.

Karen no sabía que hacer, había traído psicólogos, siquiatras y a cualquier otro tipo de ayuda que su hijo necesitara. Sin darse cuenta que el lo único que necesitaba era a esa morena que los había hecho felices desde que entró en sus vidas.
Alaska fue la primera en darse cuenta de lo que Jacob necesitaba, e instantáneamente llamó a Brooke y le imploró su ayuda.

(Narra Brooke)

Estaba sola en el pasillo, frente a la puerta de la habitación que tanto frecuentaba, me di valor y toqué suavemente la puerta.

Por favor quiero estar solo Mamá dijo Jacob del otro lado de la puerta, claramente fastidiado.

Soy yo —fue lo único que pude articular.

La puerta se abrió dejándome a un Jacob que nunca pensé ver, devastado, triste y con ojos totalmente rojos.
Atiné a abrazarlo, pero me detuve en el intento. No quería forzarlo, no quería volver a lastimarlo, no quería que nadie lo lastimara más. Me dejó pasar, se sentó sobre la cama, me senté con el.
Y fue donde todo comenzó, me contó todo lo que había pasado hace once años, las lágrimas, los sollozos, los abrazos no faltaron. Traté de darle todas mis palabras más consoladoras, de darle todo mi apoyo, y por primera vez no me fijé en lo que el necesitaba si no en lo que quería.

(Horas después)

Seguíamos en la misma posición hace más de tres horas: estaba sentada en la cama y el sobre mí, levemente apoyado en mi pecho, mientras yo acariciaba su cabello y dejaba besos en su cabeza. Sus lágrimas habían desaparecido hace minutos y ahora solo miraba nuestras manos entrelazadas.

¿En que piensas? me animé a preguntar.

En tí susurró, y sonrió.

¿Y qué piensas de mí? me miró.

En que no necesito a nadie más si estás junto a mi.

Los nervios volvieron a aparecer.

Y pude que sea demasiado, pero no hay un segundo en el que no estés en mi cabeza dijo besando mis manos Lo único de lo que estoy seguro es que a tu lado es el único lugar en donde puedo ser yo mismo, en donde me siento tranquilo.

Y ya no había más palabras para decir, era completa e intensamente feliz.

Confía en miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora