Liam palideció y por un instante sintió que todo oscurecía a su alrededor.
—¿Te sientes mal? —preguntó Zayn, sujetándolo por el brazo.
Liam rechazó el contacto, alejándose bruscamente de él.
—Esto es una broma de mal gusto —lanzó, sintiendo que Zayn se burlaba de el—. Andy vendrá en cualquier momento y...
—Es difícil de creer, por eso traje esto... —dijo, entregándole un recorte de periódico donde comunicaban el fallecimiento.
Andy había sido el único hombre que buscó en él una sincera amistad. Lo conoció a la salida de una fiesta a la que se coló con la intención de que alguien la descubriera e impulsara su carrera de modelo. Sabía que asistiría gente importante del mundo de la pasarela, y se esmeró en hacer sentir su presencia. Eligió cuidadosamente el traje que había usado esa noche, el maquillaje que realzara cada línea de su rostro, convirtiéndose en una perfecta representante de la belleza. Gracias a su atrevimiento, un fotógrafo lo invitó a un casting donde elegirían al nuevo rostro de una marca top de cosméticos masculinos.
Hacía seis meses que sus fotos lucían en todos los catálogos de belleza masculina y, como representante de esa marca de productos, estaba invitado a cuanto desfile o evento social se organizaba. No podía quejarse de su suerte, pero aún quería más. El dinero era su principal objetivo, y no descansaría hasta tener una cuantiosa cuenta bancaria que le permitiera vivir como siempre deseó.
Aquella noche mientras esperaba un taxi vio a Andy luchando por entrar a su automóvil. Había bebido más de la cuenta y apenas lograba estar en pie. Se acercó para persuadirlo de que no manejara, y terminó conduciendo el rumbo a la dirección que pudo sonsacarle antes de que cayera profundamente dormido.
Con la ayuda del portero lo acomodó sobre la cama. No sabía quién era, pero no quiso irse sin saber que estaba bien. Se acomodó en el sofá a esperar. De ahí despertó con el agradable aroma del café recién pasado. Andy estaba junto a él mirándolo con curiosidad, y ansioso por saber qué hacía durmiendo en su sala.
Desde ese momento nació entre ellos una amistad que se consolidó cuando aceptó compartir el departamento, dando inicio a una serie de confesiones de una y otra parte respecto a la vida que habían llevado. Fue así que se enteró de que Andy había dejado a su esposo sin decirle que ya sabía de su infidelidad, quedando frente a los demás como un hombre que faltó a su hogar, cuando solo huía de una verdad que no podía soportar. Tenía en su poder las fotos que confirmaban el engaño; Andy le pidió que guardara el material que le proporcionó el detective. Era una prueba de la verdad, que desbarataba el papel de víctima que su mujer adoptó después de la separación.
Ahora Liam leía su nombre en un pedazo de papel y le costaba aceptar la realidad. Las lágrimas caían lentamente. Nunca había llorado por alguien después de salir del orfanato. Andy había sido su amigo, el único a quien le confesó el dolor que aún sentía rente al abandono de su madre.
—Me niego a creer esto —expresó el incrédulo al tiempo que arrugaba el periódico—, la semana pasada estábamos haciendo planes, salimos a cenar y...
—Y terminaron en la cama —señaló Zayn en tono irónico.
Liam lo miró entristecido mientras se acomodaba en el sillón.
No tenía caso aclarar ciertas cosas. Si él pensaba que había sido el amante de Andy, no iba a sacarlo de su error.
—Se le veía tan bien... —continuó con voz llorosa.
—Andy padecía del corazón —le informó Zayn sin creer en su tristeza—. Debía cuidarse, pero desde que abandonó a su esposo hizo todo lo contrario.
En sus palabras había una clara acusación, que Liam no pudo ignorar. Él no era responsable de las borracheras de Andy, lo único que hacía era escucharlo cada vez que se deprimía. Zayn desconocía esa situación, y seguiría sin conocerla, aunque la reputación de ella estuviera en entredicho.
—Qué curioso... con Andy hablábamos de tantas cosas y nunca tocamos el tema de la salud —comentó con pesar.
—Me imagino que no tenían tiempo —replicó Zayn con voz ácida—. Tenías que hacer lo tuyo.
—¡Basta! ¡Ya estuvo bueno! —exclamó Liam, poniéndose en pie—. No voy a permitir una ofensa más, ¿está claro? —agregó con el índice muy cerca de la cara de Zayn, donde podía ver con claridad la frialdad de sus ojos marrones.
No había duda de que quería acabar con él, bastaba ver cómola miraba para darse cuenta de sus intenciones. Zayn sonrió al verlo tan ofendido, como si sus palabras realmente la afectaran. Más hermoso que nunca con el rostro limpio de maquillaje mostrando su belleza al natural. Tenía que aceptar que como hombre lo traía loco, aunque como persona no valiera nada. Por el su mejor amigo había roto un matrimonio de diez años sin importarle el sufrimiento de su esposo, a quien tuvo que consolar mientras el otro disfrutaba la frescura de un nuevo amor.
—Ya me disté la noticia, ahora vete... —gritó Liam encolerizado—. Necesito privacidad para recoger mis cosas. Esta tarde dejo tu departamento.
—No es necesario que...
—No quiero estar un minuto más bajo tu techo —aseveró, pensando que Zayn diría alguna estupidez. Sin embargo, lo vio alejarse hacia la puerta sin decir más.
Al verse solo dio rienda suelta a su dolor. Se sintió culpable por no preguntar por el frasco de pastillas que una mañana apareció sobre la consola del baño, indiferente a un detalle que revelaba la enfermedad de Andy y ahora no podía con los remordimientos. Si hubiese sabido de su padecimiento habría estado pendiente de su salud, siendo más enérgico cuando trataba de apartarlo de la bebida.
Sacó la ropa del clóset y recogió sus objetos personales. No quería quedarse más tiempo del necesario y verse obligado a soportar las impertinencias de un hombre que se creía superior. Tenía dinero ahorrado y podría alquilar un departamento, aunque nada comparado a ese lugar, donde llegó a acostumbrarse al lujo y la comodidad.
—¡Dios mío! —exclamó de pronto al recordar el compromiso que tenía esa mañana.
Su presencia era necesaria en la gala por la inauguración del
exclusivo centro comercial Bond Street para reafirmar las bondades de los cosméticos que representaba. Hacía dos horas que debió estar ahí. No tenía tiempo para la rutina del salón de belleza y recoger el traje de la casa de modas. Tenía que improvisar si quería conservar su trabajo.
Se vistió con lo primero que encontró, se maquilló y salió rumbo al centro comercial, rogando que no fuera demasiado tarde. Pero cuando llegó supo que estaba en problemas. Otro modelo ocupaba el lugar que le correspondía, y algo le decía que sería para siempre.
Se acercó al gerente de publicidad con el propósito de justificar su retraso, pero él no lo dejó abrir la boca.
—Tu contrato queda cancelado —dijo en voz baja—. Pasamos por alto tus supuestas enfermedades, esas que te impidieron cumplir con tus obligaciones más de una vez, pero esto se acabó, Liam.
Según la cláusula octava, faltar a una gala es razón suficiente para cortar el vínculo laboral.
—Pero, estoy aquí...
—Después de tres horas —aclaró el gerente sin ocultar su malhumor—. Por tu causa tuvimos que retrasar el lanzamiento de la nueva línea y hacer esperar a nuestros invitados.
—Tienes que reconsiderar —suplicó Liam al ver que su futuro dependía de su respuesta—. Esta mañana me informaron de la muerte de un amigo y...
—Ya no hay nada de qué hablar. Por favor, retírate.
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Prenup - Ziam Mayne/Palik
FanfictionAdvertencias: Lenguaje Explicito, Escenas de sexo H/H -Portada hecha por: @BYCENTURIES