Four

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- Pues... Nagisa para mí era... Una de las pocas personas a las que creí que podría acercarme. Pero... Cuando conocí su realidad... Su actitud cobarde, molesta y su comportamiento de niña... Supe que no era más que alguien que quería dar lástima ya que tenía una madre que lo maltrataba, y cada vez llegaba con algún moratón nuevo.

Me quedé boquiabierto, no... Eso no podía ser verdad. No, no. Quien sea menos mi platónico... Por favor...

- Yo no quise dar lástima... - Susurré, mientras notaba que las lágrimas resbalaban por mis mejillas y mis manos formaban puños.

- Shiota, aunque no lo creas, la das. - Intervino Chara. - Tu aspecto de niña y tu cuerpo frágil te hacen ver indefenso y abandonado.

- Sé que Nagisa me miraba demasiado, sé perfectamente que yo le gustaba... - Siguió hablando Karma, mientras se echaba algunos mechones de cabello hacia atrás. - Es decir, ¿quién no lo haría? Soy la obra perfecta en un mundo imperfecto. Un mundo imperfecto liderado por Nagisa. Creo que nunca se lo dije, ni se dio cuenta de ello, pero yo estaba profundamente enamorado de Manami, la chica de lentes que se sentaba junto a él. Por eso de vez en cuando volteaba a mirar donde se sentaban. No por él, sino por ella. Y entiendo que todos estén felices o poco interesados en la muerte de este muchacho tan patético. No hace más que dar pena o rabia a quien sea que lo vea.

Empecé a gritar mientras me cubría los oídos, no quería seguir escuchándolo, yo me había engañado y convencido de algo que no era. ¿Cómo pude ser tan estúpido? Obviamente él preferiría a alguien como Okuda, que era inteligente, linda, podía ser su compañera de travesuras, y lo mejor de todo, darle hijos, una familia biológica.

De pronto sentí unas manos sobre mis hombros... Chara estaba consolándome mediante un abrazo.

Este hecho no hizo más que enfurecerme. Hasta ellla, que parecía tan sádica, me había provocado menos dolor que aquel pelirrojo al que tanto amé por tanto tiempo.

- Tú... Vas a pagar por hacerme esto... - Susurré, soltándome del agarre de la castaña y acercándome a Karma. - ¿POR QUÉ ERES ASÍ CONMIGO? ¿YO QUÉ TE HICE A PARTE DE AMARTE? - Lancé un golpe a mano cerrada directo a la mejilla de mi platónico. Pero como era de esperarse, mi mano traspasó su cuerpo sin hacerle daño alguno.

- ¿Le hubiera gustado relacionarse de alguna manera con el difunto? - Preguntó un camarógrafo.

- En realidad... Sí. Como todos, o la mayoría aquí, ya saben, Nagisa tenía un cuerpo incomparable aún siendo hombre. Tenía unas preciosas y anchas caderas, unos glúteos bien torneados, y una cintura bellamente angosta. El pecho no era un problema para mí, puesto que Manami no es una talla tan grande. Pero en referencia a Nagisa, me atrevería a decir que tenía un cuerpo que yo no me hubiera arrepentido de hacer mío.

- ¡¿ASÍ QUE ÚNICAMENTE DESPIERTO UN DESEO CARNAL EN TI?! ¡¿TAN POCO TE IMPORTÉ, MALDITO?! - Le grité mientras seguía tratando de hallar la manera de golpearlo, y mi llanto se intensificaba notoriamente. - ¡ME ARREPIENTO DE HABERME ENAMORADO DE TI! ¡ME ARREPIENTO DE HABERTE AMADO! ¡JÓDETE, IMBÉCIL, TE ODIO! ¡OJALÁ TE PUDRAS EN EL INFIERNO!

- Nagisa, ya basta. - Ordenó Chara, colocando una de sus manos en mi hombro derecho.

Me detuve y la abracé, no podía creer que realmente amé a una mierda de persona.

- Soy un idiota... Por haberme fijado en alguien así... Me siento peor que un juguete... Yo solo quería que me amara... Y él... Sabía que me gustaba y aún así... Jugó conmigo y mis sentimientos. Lo odio.

Chara me miró a los ojos mientras sonreía dulcemente.

- ¿Ya tomaste una decisión?

- Quiero irme de este mundo... Definitivamente quiero morir. - Dije con seguridad, mientras trataba de evitar el odio que sentía ahora mismo hacia el pelirrojo. - No quiero saber nada más de esto... Me rindo.

- Bien... Tú lo has dicho. - Articuló ella con una sonrisa amplia, mientras sacaba un cuchillo de su manga y lo levantaba, haciendo que todo el lugar se pusiera negro.

Cuando menos me di cuenta, su arma blanca había desaparecido al enterrarse en mi estómago. Ella reía mientras yo mantenía una mirada confundida y apabullada, esa cosa... Ardía. Ardía demasiado.

- El odio y el rencor que sientes ahora mismo es tan puramente exquisito... Puedo sentirlo hasta en mis huesos. - Comentó ella, como si ver uno que otro gesto de dolor en mí fuera un espectáculo. - El odio en un corazón que solo conocía el amor... NO HAY NADA MÁS PERFECTO QUE ESO.

Sentí cómo mis fuerzas se iban, y mis ojos se cerraban pesadamente.
¿De qué estaba hablando Chara?
¿Por qué morir se sentía así?
¿No que yo ya estaba muerto?
¿Odio...? ¿Yo... Odiaba a Karma...?

Yo...

Yo aún amaba a ese pelirrojo que me provocó tanto dolor.

Yo por él... Sentía... AMOR.

El cuchillo de Chara desapareció y la habitación se iluminó, disipando hasta el último rastro de oscuridad que había en ella.

- ¡¿Qué demonios?! - Gritó ella, alterada. - ¡Esto no debería suceder!

Abrí los ojos y la miré con determinación. No me derrumbaría por lo que pensara el mundo de mí. Y lucharía hasta ganarme el corazón de Karma, sin importar cuánto me tomara.

- Voy a quedarme.... No pienso renunciar a mi vida por simples opiniones.

Ella sonrió levemente y, con un movimiento de su cuchillo, me mostró una burbuja negra.

- ¿Quieres pelear por esto? - Cuestionó mientras en la esfera negra aparecía la imagen de Karma y Manami, casados y cuidando a tres niños. Todos parecidos a Karma en su mayoría. - ¿Quieres pelear por este inevitable futuro? ¿Realmente quieres ver esto con tus propios ojos?

Callé. Sentir como mi corazón seguía rompiéndose me hacía sentir fuera de mí. ¿De verdad no podía cambiar eso?

Bajé la cabeza, y empecé a llorar. No quería rendirme, pero saber que nunca tendría a Karma... Era como saber que no habría más oxígeno. Antes de que pudiera decir una palabra más, noté cómo un rayo perforaba la burbuja negra que Chara había formado, y la rompía en mil pedazos que posteriormente desaparecieron en medio de la luz.

- ¡Chara, no mientas! - Escuché exclamar a alguien. Su voz era pacífica, suave y apacible. - No le mientas, no puedes llevártelo sin mostrarle su realidad.

- ¿Mi... realidad? - Pregunté, secándome las lágrimas y notando cómo un muchacho moreno hacia su aparición. - ¿Quién eres?

- Mi nombre es Frisk. Yo te mostraré cuál es la realidad de tu mundo, la que Chara te estuvo ocultando todo este tiempo para quedarse con tu alma.

- ¿Mi alma? Pero Chara... Ella es buena... Ella me enseñó que realmente todos me odian. Y que Karma... Nunca me echaría de menos si desaparecía.

- Déjame mostrarte la verdad. - Insistió él, tendiéndome su mano. - Por favor, Nagisa.

Dudé un momento si tomarla o no, pero al final accedí.

- ¿Qué tan distinta puede ser mi realidad, de esta "mentira"?

- Mucho más de lo que crees. - Aseguró él.

Luego de eso, volvimos a desparecer.

Sonem Ed Sárahce Em OnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora