Recuerdo.

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El camino al cine no es precisamente largo, son solo unas cuantas cuadras y por ello es que decidimos ir a pie, además de que Lizzy insistió en que caminar un poco sería agradable. Durante las primeras cuadras Lizzy y Bill llevaron a cabo el debate sobre que película mirar y, como era costumbre, ganó la película de terror. No soy fanático del terror, ni tampoco me agrada los suficiente como para gastar una salida al cine en dicho género pero contra mis dos acompañantes no tengo forma de ganar. Es casi obvio el hecho de que a ambos les fascinen las películas de terror, teniendo en cuenta que una es una caníbal y el otro un maldito sádico. Ambos son el tiempo de personas que se entusiasman mucho cuando en cartelera sale una película de su interés y aún más cuando se trata de una película que esperan desde su anuncio. Ambos compartían una gran fascinación por las películas de terror y, mientras a mí me sorprendían algunas escenas, ellos se fascinaban con las más sanguinarias. Ante sus ojos cuando matan a alguien es similar a una escena de gozó, rozón por la cual en las escenas más sanguinarias se podía verlos sonreír. Y era una especie de regla no escrita, pero entre más sanguinaria fuese la película más les encantaba. Si, parecen lunáticos pero solo lo extrapolaban cuando nadie podía verlos, en la oscuridad del cine o en la casa de Lizzy que funcionaba como un punto neutro. Si otras personas vienen las expresiones de ambos en las escenas más si ginarias de las películas estoy más que seguro de que esa persona saldría corriendo, ambos sabías cómo dar miedo sin pronunciar una sola palabra, solo con verlos a los ojos lograban que toda la piel se te erizará, es como una especie de poder que ambos comparten.

Es claro que el sadismo de ambos no se limita solo al tiempo de películas que miran, sino también a las personas que secuestran y luego desmiembran. Solo de pensar en ellos haciendo algo asi hace que la piel se me erice, de cierta forma cuando los observó con partir momentos tan cotidianos como estos se me es casi imposible imaginarlos desmembrando un cuerpo humano como si fuese un simple cordero.

_ ... Will dame tu mano..._ miro a Lizzy cuando la escucho pronunciar aquello, ella sonríe radiante mientras extiende su mano hacia mi. Desvió la vista levemente y noto la expresión de fastidio en el rostro de Bill, al bajar la mirada veo que ella sostiene su mano izquierda. Sonrío por reflejo, Bill lo nota y frunce el señor un poco más antes de expulsar todo el humo de su cigarrillo hacia mi.

_ Fastidioso_ recrimino aceptando la mano de Lizzy. Ella ensancha la sonría y continua caminando. Es por acciones como estás que me alegra tenerla a ella como una hermana pequeña, de poder seguir viéndola como la niña sonriente que conocimos y de la cual tanto nos encargamos cuando éramos niños, antes de que su nueva "afición" por la carne comenzará.

_ ...¿Contenta?_ pregunta Bill luego de expulsar el humo por su boca. Lizzy asiente energéticamente y solo en aquel instante parece una niña de ocho años y no una adolescente de diecisiete, que gusta de asesinar personas para luego comérselas. Era como ver las dos caras opuestas de una misma moneda, la dulce y mimada y la sádica y sanguinaria. Aunque esa segunda cara la compartía con mi hermano Bill, no existía nadie en este mundo que conociese el sadismo de Bill tanto como lo hacía Lizzy, y yo prefería conocerlo hasta siento límite.


_ Cuando era pequeña me gustaba caminar de esta forma con mamá y papá _ confiesa con una sonrisa que ilumina su rostro. Esa es mi pequeña niña, la que tanto quiero y la que busco proteger para que nunca desaparezca y sea consumida por la otra versión de su misma.


Como de costumbre Bill finge desinterés ante las palabras de la más pequeña del grupo, gustaba de hacerse el rudo ente todo pero yo sabía mejor que nadie que Lizzy era su más grande debilidad, era su talón de Aquiles y pobre de aquel diablo que se metiera con su pequeña hermana menor.


_ Lo que sea niña_ las palabras de Bill provocan que Lizzy nos suelte las manos, la menor detestaba que la llamarán de aquella manera y mi hermano solía hacerlo por pura diversión.


Indignada, más que enojada, Lizzy se adelanta media cuadra sin decir palabra.


_ Tenías que abrir tu bocota_ le recriminó dándole un suave golpe en el hombro a modo de castigo pero Bill solo sonríe antes de expulsar todo el humo en mi cara, gustaba de hacer aquello y era algo en extremo fastidioso.


Aún con los ojos ardiendo por el humo del cigarrillo puedo ver cómo Lizzy frena en la esquina y mira hacia ambos lados antes de cruzar. Toso un poco por el ardor que me causa el humo en mi garganta, para cuando me doy cuenta Bill se encuentra corriendo hacía Lizzy que permanece paralizada en el medio de la calle mientras un auto se dirige hacia ella.


Doy un paso hacia el frente buscando poder acercarme en el preciso momento en el que Bill se arroja sobre Lizzy y ambos caeen al suelo, casi contra el cordón cuneta de la vereda contraria. El auto pasa justo por dónde ellos estaban y escasos metros más adelante las ruedas rechinan y el auto frena en el medio de la calle.


Correo apresurado hacia ellos y los abrazo sintiendo mi corazón en la garganta , el miedo latente en todo mi cuerpo, en escasos segundos casi pierdo a mis dos hermanos, a los únicos seres humanos en este mundo que nunca quiero perder. Siento como Bill se separa de nosotros y me aferró a Lizzy quien llora sin emitir sonido alguno. Con esfuerzo logro hacer que se ponga de pie y ella se aferra a mi como si su vida dependiera de ello, siento como su pequeño cuerpo tiembla entre mis brazos.


_ ¡ENFERMO CASI ATROPELLAS A MI HERMANITA!_ grita Bill completamente enojado cuando el conductor se acerca a nosotros.


Caníbal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora