Solicitud de amistad ¿o amor?

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Molesta estaba, claro, toda mi vida lo he estado conmigo misma ¿Pero por qué? Aún no lo sé y sigo sin comprender, pero estoy segura que algo en un pasado muy lejano -que no recuerdo- guarda en sí todo lo que ahora sigo esperando saber.

Me he enamorado y a la vez he odiado hacerlo, he odiado tanto que he terminado amando, mi vida está tan llena de contradicciones que me ha costado comprender ¿Qué sentido tiene para mí el vivir si lo hago así? Esa ha sido la pregunta que ha prevalecido por tantos años en mi mente, y que aún sigo sin poder responder.

Había encontrado que la única manera de probar que podía superar mi repudio, era sin tener que ver de frente a las personas. El sexo masculino, aunque sigo sin comprender, lo he detestado tanto como lo he amado y eso había sido algo que odiaba de mí ¿por qué me era difícil tratar con ellos? ¿Por qué no los podía tratar con naturalidad? No sé, solo estoy segura de algo: quería conocer más chicos, y la única manera de hacerlo sin esperar tener que verlos y odiarlos, era por Internet.

Y así sin querer, fue que con una solicitud de amistad, te conocí.

Había platicado con varios chicos ya, muchos agradables, otros no tanto, todos tan diferentes y a la vez iguales. Aprendí a no dejarme llevar por mi repudio, a conocer antes de juzgar y nunca más volver a temer el que quisieran dañarme, pero fue entonces que apareciste tú.

Fue extraño, no había platicado tanto con nadie y descubrir que teníamos tanto en común, aunque pocas fueron las veces que dije que así era, me hizo sentir tan bien y a la vez con miedo. ¿Miedo a qué? No lo supe en aquel entonces, era extraño para mí el tener que congeniar tanto con alguien a quien jamás había visto y es que en poco tiempo te volviste importante para mí, y fue por eso que sin dudar aquel día, me decidí a verte de frente. No había temor, simplemente incertidumbre, porque era la persona a quien le había dicho tanto de mí a la que vería, a quien esperaba no me juzgará como muchos lo habían hecho ya.

Y en ese día, pude escuchar primero tu voz a través del teléfono y no dudé en pensar que era hermosa y después te vi ahí frente a mí, no pude negarmelo entonces, me gustabas mucho más de lo que pudiera decir en ese instante. Pero tenía nervios, me daba miedo que en cualquier segundo pudiera arruinarlo y jamás poder volver a verte.

Aunque no fue así aquel día, las cosas serían diferentes al final.

Nuestro último encuentro, no sabía por qué, pero deseaba tanto ir y abrazarte y saber que eras real para mí, pero no lo hice, a pesar de desearlo tanto yo sabía que no debía, a pesar de conocer tanto de ti... Al mismo tiempo no sabía nada, y aunque doliera tenía que aceptarlo: eras un desconocido.

Ese segundo y último encuentro fue un adiós casi imprevisto, de alguna manera yo deseaba que no fuera así, pero tenía que serlo si después yo misma te alejé. Sí, así fue, sin querer me di cuenta después que mis inseguridades me obligaron a alejarte y al final cuando quise cambiarlo, ya había sido demasiado tarde... Todo lo que había anhelado que empezara, había terminado incluso antes.

Al principio no sabía cómo reaccionar, si llorar o reír, si callar o hablar, si estuvo mal o bien lo que había pasado; de todos modos eso ya no importaba, mi vida seguía y, contigo o sin ti aunque doliera, así sería.

Para mi amor del pasado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora