Mi fortaleza me protegió del dolor real. Mi refugio era mi habitación y mis emociones ahí expresaba sin temor a salir herida. Aprendí del mundo y de las personas en televisión e identifiqué mis sentimientos con más claridad. No había nada a lo que no pudiera enfrentar si sabía cómo reaccionar. Ya nada me lastimaba porque en mi soledad supe qué estaba bien y qué estaba mal, y ahí descubrí lo que era amar de verdad.
De todas las noches que habían sido oscuras para mí, hubo una en la que todo pareció ser iluminado, y eso fue por aquella voz. El sueño se había apoderado de mí y había dejado la televisión prendida, ¿qué más daba? A nadie le importaba lo que yo hacía o dejaba de hacer. Pero había logrado en aquella noche despertar ante el grito de aquella voz, no me sobresalté a pesar de que la voz sonaba gruñona y agresiva. Al abrir los ojos aún adormilada logré ver una cabellera plateada, unos ojos dorados y una sonrisa santurrona, después en segundos empezó a sonar aquella melodía que me llenó de paz y con aquel recuerdo volví a dormir ésta vez con tranquilidad.
No pude pensar en otra cosa más que en volver a la siguiente noche y ver de quién se trataba aquella figura y aquella voz. Pero era una niña de nueve años que acostumbraba a dormir temprano y despertar en las mañanas para ir a la escuela. Aquella noche siguiente lo único que había descubierto era el nombre y con ello me deleité por varios días más. Lo veía en ocasiones pero había sido suficiente para que mis noches se volvieran mis días felices y los días amargos en nada.
A pesar de la claridad de los sentimientos que afloraban en mí por aquel chico ficticio, descubrí que no sólo me había hecho reflexionar sobre mis emociones, sino que había similitud con aquel amor que yo seguía sintiendo por aquel al que alguna vez consideré mi mejor amigo. ¿Qué posibilidad había de que fuera coincidencia? Después de ver cómo aquella chica azabache se confesaba a sí misma amar a aquel chico peliplata y después decir que odiaba a la que él amaba, me di cuenta que era lo mismo que yo seguía sintiendo, así que dejé de creer en las coincidencias.
Y después de que ella se dijera a sí misma que no la podía odiar aunque le haya hecho cosas malas, yo supe que estaba haciendo mal con uno de mis sentimientos. Yo no era mala, a pesar de comportarme agresiva, egoísta y fría, yo no era capaz de hacer nada de lo que la otra chica había sido capaz de hacerle a la azabache, que en ese momento se confesaba amar al chico que la hacía sufrir.
Sin darme cuenta aquellos sentimientos que yo había sufrido en mi realidad, también eran los mismo que sentía por ese chico peliplata que a pesar de no ser real en mi mundo material, lo era para mí tanto o más que mi propia realidad. Dejé de creer en muchas cosas y empecé a creer en otras a partir de aquel instante de mi vida.
Estaba dispuesta tal como aquella chica a sufrir por ver feliz a las personas que amaba. Aunque en ese momento ya no pudiera ver a la persona que consideraba seguía queriendo. Confiaba y deseaba de corazón que en donde él estuviera, fuera feliz con quien fuera, porque yo también lo sería.
Y así sin más, me dispuse a cambiar, aunque sabía que me costaría, tenía que olvidar muchas cosas, y otras las tenía que conservan como una lección de vida. Iba a salir adelante, no importaba cómo, pero iba a olvidar todo el dolor y sería feliz con lo poco que me ofrecía el mundo. Y todo gracias a aquella voz que hoy en día sigo apreciando y amando por despertarme y ver el amor más real.
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Para mi amor del pasado ©
Não FicçãoNo me bastará esta vida pera terminar de saber lo que es el amor. Con cada paso que doy, mi amor se transforma y no volverá a ser lo que fue. «En mi pasado está, lo que mi presente aprenderá, para saber lo que en mi futuro estará». #153 en NO FI...