IV

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IV: "Es una nueva forma para sellar nuestros secretos"

La última vez que abrazé a papá fue cuando contábamos "estrellas en una noche estrellada", yo tenía 14 años y me gustaba tomar chocolate caliente con malbabiscos mientras que él se sentaba a mi lado y me enseñaba mis estrellas favoritas "Piscis y Andrómeda" sin usar el telescopio que me había regalado mi hermano para mi cumpleaños; solo nuestro conocimiento acerca del cielo infinito y las diferentes formas que las estrellas adoptaban. Mi padre se sentaba a decir que algún día él estaría entre todas esas estrellas y que se sentaría a cuidar de mamá, de mi hermano y de mí, y que yo sabría en que parte del cielo ubicarlo. Lo sabría porque las estrellas que componían de la constelación brillarían tanto que me quedaría ciega por unos minutos, además de deslumbrada por tanta belleza.

Yo siempre le contestaba que estaba loco y que viviría para ver a sus hijos superarse, tener una familia y envejecer poco a poco. Él también tenía la ocurrencia de decir que le gustaría ser llamado "Auroris" ya que el amaba los colores que producía la Aurora Boreal. Su sueño también era poder acampar a la luz de esta....un sueño que nunca pudo realizar.

Ese mismo día dijo que siempre me iba a querer y que siempre sería su nenita consentida. Y lo último que dijo, exactamente, fue que sentía que no volvería a verme por un largo tiempo. Yo solo pensaba que él estaba medio mareado por la lata de cerveza que se había tomado con nuestro vecino hacia más de dos horas. Quince horas después llamaron a casa diciendo que papá había muerto en un accidente automovilístico en la carretera y que "no pudieron hacer nada para salvarlo". Mi padre había sufrido serias lesiones internas que se complicaron aún más al no ser atendido de inmediato; si sobrevivía a estas, había una alta posibilidad de que hubiese quedado en estado vegetal.

Aquella vez lloré como nunca lo había hecho antes en mi vida. Una de las personas que más amaba en mi vida se había ido sin tener la opción de volver en cualquier momento. La vida no le dejó elección, solo decidió que esa era su destino y que no podía ser cambiado. Con esa sola llamada me habían arrancado parte de mi luz.

Al ver el feretro de papá la luz que mantenía viva la esperanza de que eso fuera una pesadilla se desvaneció. Mi héroe había partido a otro lugar mientras que yo me quedaba indefensa y con el corazón quebrado, un corazón que tardó en acostumbrarse a sobrevivir y sobrellevar el solo tener recuerdos, recuerdos que temía se iban a desvanecer a la par que yo envejecía. Lucas fue testigo de cómo me había apagado por casi dos meses enteros antes de siquiera poder ir a la escuela.

Agarro la tasa de chocolate caliente y me acomodo en el balcón, me siento sobre la manta negra y acomodo mi vestido de seda de color blanco. Bipolar se hecha en mi regazo, lo cual significa que quiere que lo mime. Bipolar cierra sus ojos mientras acaricio su cabeza suavemente. Su pelaje están suave que hasta a mi me dan ganas de dormir.

Luego de unos veinte minutos siento a alguien decir mi nombre así que volteo hacia dónde creo que la voz se encuentra. Lucas está parado con otra tasa de chocolate con malbabiscos cerca a la puerta movediza de vidrio. Lo miro sonreír, pero le sale más como una mueca. Coloco mis manos al costado de mi manta y golpeo el suelo para indicarle que se puede sentar a mi lado. Le sonrío mientras hago esto.

Agradezco que mamá le haya dado una taza de chocolate a Lucas ya que estoy tan cómoda en mi balcón que no quiero ni moverme. Además que la noche se muestra tan bella antes los ojos humanos. El cielo está despejado por primera vez en muchos meses.

No he hablado con Lucas desde el Viernes y eso me hizo extrañarlo a montones. Sin embargo, ni bien lo llamé hace unas horas para pedirle que me acompañe a mirar las estrellas, él no dudó en aceptar. Y sé que él sabe que estoy en un momento muy frágil.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora