Parte 5. ARCA

24 1 0
                                    

Apenas se había metido el sol al final del océano, espere a que fueran las nueve sentada en una banca cerca del muelle, no había nadie en las calles, los pandilleros habían espantado a toda la gente, era la única alma afuera de su casa, me moría de nervios, no sabía a quién vería ni que me dirían, sé que Elvira no me pondría en riesgo pero no conozco a esos dichosos vengadores.

Movía los pies como una loca y miraba a todas partes hasta que vi un silencioso y enorme barco acercándose a la bahía, era muy extraño y colgaba una bandera del asta de éste, tenía luces y algunos dibujos en el exterior, me levante de la banca frotando mis manos y me acercaba lentamente al muelle, pero de pronto alguien salió por detrás de mí.

—Tú debes ser la niña— dijo un hombre alto que usaba un antifaz de cuero negro.

—Tal vez— conteste muy nerviosa.

—Espero que lo seas porque si no tendré que asesinarte.

Trague saliva y camine con el hacia el barco.

—Me llamo Maka— le dije con voz ahogada.

— ¿Qué clase de nombre es Maka?— dijo burlándose el hombre misterioso.

No conteste nada, el realmente me asustaba. Entramos al enorme barco y me sorprendió ver artefactos extraños como para hacer ejercicio, pesas, cuerdas, palos de bambú. Me llevo hasta una especie de comedor donde habían docenas de chicos y chicas siendo lo que saben hacer mejor, escandalo y relajo todos usaban trajes negros, rojos y grises, aventaban comida y reían, se me quedaban viendo mientras caminaba entre las mesas, era muy incómodo.

Salimos de ese enorme salón y llegamos hasta afuera de otra puerta, el hombre que me escoltaba toco la puerta y me hizo entrar a la oficina donde habían dos chicos parados enfrente del que parecía ser el jefe, parecía que los estaba regañando. Salieron y cerraron la puerta, el tipo se quitó su antifaz y se presentó conmigo.

—Me llamo Mel, soy el jefe de cuadrilla del área de defensa armada— dijo muy cordial a comparación de lo que había sido al principio.

—Y yo soy el Mayor Torres, Mel te recomendó para unirte al área de defensa— dijo el enorme señor detrás del escritorio.

Yo estaba paralizada, no sabía que decir, en verdad que no tenía idea de que estaba pasando, ¿Quién me recomendó? ¿Quién dijo que quería pertenecer al área de defensa? ¿No puedo ni defender un argumento, como demonios defendería otra cosa?

—Me llamo María Karla y estoy aquí para salvar a mi padre— dije de corrido.

—Lo se querida, elegiste bien, nosotros vamos a ayudarte— dijo el Mayor.

Me sentí aliviada.

—Pero como todo en el vida, tiene un precio— interrumpió el jefe Mel.

—Haré lo que sea por mi padre— dije muy segura.

—Me gusta tu actitud— dijo y sonrió el mayor.

Me tomo del hombre y camino conmigo por las instalaciones del barco mientras el jefe caminaba detrás de nosotros.

—Te ayudaremos a encontrar a tu padre, pero tienes que comprometerte con el clan, no sé si sepas, seguramente no porque sabemos ser discretos y guardamos bien nuestro secreto, ARCA es una asociación que protege a las ciudades y pueblos de la bahía y si, eso incluye a ciudad Barú, sabemos que el número de crímenes y secuestros han aumentado en estos últimos meses y nos centramos en esta parte de la costa para hacer justicia, pero nos faltan soldados, es por eso que te unirás a nosotros para defender el muelle y toda la ciudad— dijo mientras caminábamos por un largo pasillo.

—Pero yo no sé usar armas ni pelear— dije abrumada.

—Es por eso que yo te voy a entrenar— dijo Mel desde atrás.

—Pero y ¿la escuela?— pregunté.

—Aquí recibirás toda la educación que necesites.

— ¿Ya no volveré a ver a mis amigos?— pregunté y me detuve.

—Escucha Maka, escuche que te gusta que te llamen así, todos nuestros soldados pueden salir dos días al mes para ver a sus familias, pero como eres la hija del candidato, te dejaremos que salgas cada semana, claro si cumples con los programas de entrenamiento— dijo mientras señalaba a través de una ventana.

Era un salón enorme, había chicos corriendo, luchando, haciendo lagartijas, golpeando sacos de boxeo, saltando la cuerda, escalando paredes. Me aterré, nunca fui una persona atlética, moriré en el intento, pensé.

—Una última cosa, no debes mencionarle esto a absolutamente nadie ¿de acuerdo?— me advirtió el Mayor Torres.

—Lo que sea por mi padre— le dije firme y me fui de regreso por el corredor, escoltada de nuevo por el jefe Mel, que parecía más relajado cuando no estaba con el Mayor.

—Escucha bien soldado, iras a tu casa y recogerás tus pertenencias más valiosas, nada de prendas ni zapatos, aquí se te dará todo, dejaras una carta donde digas que te irás a hacer servicio comunitario en la Isla Durken y que no deberían preocuparse por ti, la redacción de la nota lo dejo a tu imaginación, suerte. Te esperaré en el muelle a las seis de la mañana en punto. Se discreta— dijo Mel y me dejo ahí.

—En que me acabo de meter— dije en voz baja mientras veía como se alejaba el barco.

Camine hasta mi casa por el largo camino empedrado, pensaba muchas cosas y a la vez no podía pensar nada. Solo quiero rescatar a mi padre aunque tenga que dejar a Pablo y a mis nanas. Pablo, creo que nunca va a perdonar que lo deje solo cuando las cosas en la ciudad están tan mal, lo quiero tanto y espero que pueda comprenderlo.

Entré a mi casa, sigilosa y comencé echar fotografías, libros y algunas cartas a mi mochila. Cuando buscaba que fotos escoger para llevármelas, encontré una de mi madre donde está sentada en un viejo Mustang, se veía hermosa y muy feliz, me dio felicidad y bese la fotografía. Trate de dormir pero el insomnio me invadió una vez más, baje por un vaso de leche fría que algunas veces me ayuda a dormir.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 05, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La vengadora de ciudad BarúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora