Mr. Weekes

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—Para obtener el porcentaje de masa de una solución, se divide la masa del soluto entre la masa de la disolución, por cien, al obtenerla...—el timbre sonó interrumpiendo la explicación del Sr. Weekes, dando por terminada la clase de éste y, en consecuencia, la jornada de ese día—Muy bien jóvenes, no olviden que para el lunes deben traer su reporte de práctica para tener derecho a examen. Que tengan buen fin de semana—dijo mientras se dirigía a su escritorio para guardar sus cosas.
A los cinco minutos después de que la campana sonó, el salón quedó totalmente vacío, a excepción de un alumno: Brendon Urie.

Brendon, desde que vio al Sr. Weekes supo que su virginidad debía ser de él. Pues, cualquiera que tuviera ojos, se derretiría con verlo. Era bien sabido que más de una alumna se le llegó a insinuar, ya fuera por alguna calificación o porque era muy guapo, pero él simplemente las ignoraba. Sin embargo, habían dos alumnas (a las cuales Brendon odiaba) que parecía que su máximo objetivo era acostarse con el Sr. Weekes: Breezy Douglas y Sarah Orzechowski. Sus faldas extremadamente cortas y camisas de lo más ajustadas dejaban poco a la imaginación. Al igual que el maquillaje tan cargado que usaban y ese labial rojo carmesí no pasaban desapercibidos.

Lo que hacía sentir bien a Brendon, era el hecho de saber que el Sr. Weekes era homosexual. No lo sabía porque lo hubiera escuchado de la boca del profesor, lo sabía porque en una de sus salidas con su amigo Pete, lo encontró pasado de copas y prácticamente comiéndose con un tipo que probablemente ni conocía. Desde ese momento, supo que tenía una oportunidad.

Así que ese día era el momento perfecto para entregársele a él. Con pasos sigilosos y moviendo sutilmente ese bien formado trasero, se acercó al escritorio del Sr. Weekes.
—Hola, profesor—dijo Brendon con un tono de voz más sensual de lo que hubiera querido sonar—¿Saldrá hoy en la noche para comerse a otro tipo y después irse a un hotel de mala muerte?—preguntó mientras se acercaba cada vez más a Dallon.
El mayor frunció el ceño dando a entender que estaba confundido, aunque sabía de lo que hablaba, obviamente no lo diría frente a él.

—Joven Urie, no sé de lo que me está hablando, y le pido que se retire, porque si no sabe, la campana ya sonó—dijo mientras sus facciones de relajaban y abrían paso a una expresión neutra.

—¿No sabe de lo que le hablo?—dijo mientras se cruzaba de brazos y daba una pequeña risa para después continuar—¿Qué me dice de la vez en que se estaba comiendo con aquel tipo? Lo más seguro es que ni siquiera recuerde cuál era su nombre.—

El rostro de Dallon pasó de una expresión neutra a una de total sorpresa y preocupación.

—Bren-Brendon ¿Co-cómo sabes qu-que yo...?—

—Shh—lo calló el menor mientras ponía su dedo índice en sus labios y con su otra mano lo tomaba de la corbata para después atraerlo hacia él lo suficiente como para que sus alientos se mezclaran y sus narices chocaran—Nadie tiene que enterarse de eso, al igual que nadie tiene que enterarse de esto—dijo para finalmente jalar de la corbata de Dallon y estamparle un beso. El mayor, sorprendido por la repentina acción, tomó por los hombros a Brendon y lo alejó de golpe.

—Brendon, aquí nos pueden descubrir.

—¿O sea que si no estuviéramos aquí me romperías el culo?—sonrió mientras de mordía el labio.

—Quizás.

—¿Sabes? A esta hora nunca hay nadie en la escuela, no correremos ningún riesgo, trataré de no ser muy ruidoso, profesor.

—En serio Brendon, no.

—Pues su amigo ahí abajo no dice lo mismo.—le miró y vio el bulto bastante evidente en sus pantalones.

Mr. Weekes - Brallon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora