Capítulo 2: La voz.

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Después de tres días de estar organizando y limpiando lo que ahora es mi habitación. El lugar había estado lleno de polvo y telarañas. No me sorprendería que Steven me dijera que no ha entrado ahí desde que compro la casa.

Desde que llegue ha estado fuera el 90% del tiempo, tengo toda la casa para mi sola y también desde que llegue el sueño se ha repetido. Todas las noches.

Y las mismas palabras se repiten una y otra vez, antes de que me despierte.

Estoy aquí

Se repiten y se repiten. Es como si las susurraran en mi oído. Una voz femenina y dulce.  Es como un mantra.

La habitación se ve diferente, cambie las sabanas grises por unas azules oscuras, Steven me compro un tapete y gracias a la limpieza, parece un cuarto nuevo.

Empezare la escuela en un par de días. Steven me dijo que podía quedarme más tiempo en casa si quería pero quiero ocupar la mente en algo para no estar reviviendo el accidente de mi madre y ese sueño una y otra vez.

Espero poder distraer mi mente en la escuela. Mantenerme ocupada. Puesto que lo que he estado haciendo después de limpiar la habitación es leer y no es que no me guste, me encanta, pero últimamente parce que ni un buen libro puede sacarme de la oscuridad en la que caí.

Antes solía refugiarme en ellos, me daban un escape para olvidar todo lo que ocurría en mi vida, uno de los momentos que me ayudaron a superar fue la muerte de Claire, en esos días lo único que quería era hacer un hoyo y morir ahí.

Ahora con la muerte de mi madre ya no quiero hacer nada. Solo intentar seguir. Y olvidar.

Nada se queda en el olvido

Me giro pensado que oí la voz detrás de mí pero es solo la voz en mi cabeza. Lo único es que esta vez dijo algo diferente, no el “estoy aquí”. Esta vez es diferente. ¿Qué ha cambiado?

Sacudo mi cabeza. Debo estar perdiendo mi cordura ahora estoy diciendo que escucho voces. Si Steven se enterara no tardaría en llevarme a un hospital psiquiátrico, aunque creo que ya debería estar en uno. Tal vez ya estoy loca. O siempre lo he estado.

                                                                 ***

Estaciono el auto de Steven en un espacio libre en el parqueadero. El tiempo se pasa increíblemente lento cuando esperas. Levanto la vista y me fijo en el lugar frente a mí.

Los chicos de mi edad, estando ahí parados, hablando, riendo, siendo normales. Normal, algo que yo no seré jamás porque estoy rota.

Los sueños iban empeorando mientras pasaban los días, cada día un fragmento nuevo se añadía como si fuera un recuerdo. Pero no parece mío porque cada vez que quiero hacer algo mi cuerpo, el cuerpo, hace otra cosa.

Sacudo mi cabeza para aclarar mis pensamientos y tomo una respiración profunda. Hoy tienes que actuar normal e intentar hacer amistades. Por tu bien.

Dejo salir el aire lentamente y tomo mi mochila del asiento del copiloto. Abro la puerta y salgo del coche. Luego cierro el auto.

Pero no me alejo de él, miro mi reflejo en la ventana y una chica cansada me devuelve la mirada.

Ella tiene la piel extremadamente pálida y está muy delgada. Hay manchas negras bajo sus ojos y parece enferma. Ella no parece la misma chica de hace una semana. De hecho, es una chica totalmente diferente a la que estaba horneando galletas la semana pasada con su madre.

Cierro mi chaqueta para protegerme del viento y reacomodo mi mochila en mi hombro. Me giro y comienzo a caminar hacia la entrada del lugar.

Antes caminaba con la cabeza en alto, no me dejaba intimidar por nadie, ahora mí mirada esta posada en el suelo delante de mí para no encontrarme con la mirada de nadie. Por temor a lo que puedan ver en mis ojos.

¡Estoy aquí!”

Grita la voz en mi cabeza y mi mano izquierda va instintivamente a mi oído para cubrirlo. Aunque el sonido solo lo escuche yo.

Una estática avanza por el parqueadero y mi cuerpo se tensa. Alzo mi mirada sin querer alzarla realmente. Y me encuentro con unos gélidos ojos azules. Y aquellos ojos están fijos en mí.

Al lado de un auto negro hay dos figuras. Un chico y una chica. El chico tiene le cabello negro como la noche y el de la chica cae en ondas rubias sobre sus hombros. Ambas miradas están fijas en mí y la estática se pega en mi piel. Los dos tienen los mismos gélidos ojos azules.

Quiero correr y ocultarme. Pero quiero ir donde ellos. Algo me atrae a donde ellos están. Un recuerdo cosquillea en mi memoria. Yo conozco a ese chico, en algún lugar lo he visto. Él se me hace familiar.

Como si mi cuerpo se manejara solo, empieza a dirigirse hacia ellos, bajo mi cabeza y me concentro en mis pensamientos, no en la voz de la chica que está gritando en mi cabeza.

Obligo a mi cuerpo a ir hacia la entrada del instituto, sintiendo todo el tiempo dos frías miradas azules sobre mí.

Cuando logro entrar en el lugar, la voz de mi cabeza se calla de repente y suelto un suspiro de alivio. Hasta que una imagen se forma en mi cabeza y veo como el chico de ojos azules muere y su sangre mancha el césped mientras yo me alejo corriendo sin mirar atrás. 

Lágrimas de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora