Tres años
Lilian caminaba hacia la entrada agarrando con fuerza la mano de su madre. Su pelo castaño claro estaba recogido en dos adorables trecitas a ambos lados de su cabeza, de las que el viento otoñal sacaba mechones rebeldes. Le había pedido a su madre llevar sus botas preferidas, aquellas lilas con bordes plateados, y ahora se arrepentía un poco. A cada paso las botas chapoteaban, llamando la atención.
Y a ella no le gustaba llamar la atención.
Su carácter tímido e introvertido había empezado a desarrollarse, siendo Lilian muy pequeña casi un bebé. Gwen se había preocupado en un principio, pero con el tiempo había llegado a amar esa parte de su niña.
Desde el coche Lili había visto aquel edificio que parecía sacado de sus peores pesadillas. Una escuela primaria. A pesar de que la enseñanza no era obligatoria hasta los seis años, Gwen y Harry, los padres de la niña habían decidido que empezara antes para intentar mejorar sus habilidades sociales y que Lilian no se sintiera excluida. El colegio estaba en centro de la ciudad y los edificios casi lo tapaban. Tenía cuatro plantas y unos enormes ventanales verde oscuro en su fachada. En el se impartían clases desde los tres hasta los doce años.
Lilian empezaba aquel día su vida estudiantil, y estaba completamente aterrorizada.
-Mami-su voz era apenas un susurro.
-¿Si cariño?-le preguntó Gwen a su hija.
-No quielo ir.
Gwendoline dejó de caminar y miró a Lilian. La niña le devolvió la mirada con aquellos enormes ojos gris azulado que había heredado de su padre. Parecía a punto de llorar.
-No te va ha pasar nada, estoy segura de que harás muchísimos amigos y te olvidarás de donde estás.
-Mami pol favor-la voz de Lilian parecía tan desesperada que Gwen estuvo a punto de ceder.
-Lo siento Lili pero tienes que ir como los otros niños- le explicó por enésima vez- cuando los conozcas seguro que ni quieres volver a casa.
La niña estrujó el borde del vestido y miró fijamente sus botas. No estaba convencida, pero era demasiado tímida para llevarle la contraria a nadie. Así que asintió débilmente con la cabeza y soltó la mano de su madre, su refugio, y se puso a la fila con los otros niños.
(...)
El timbre que daba inicio al recreo sonó por fin e instantes después una avalancha de niños inundó los pasillos.Lili salió con los demás fundiéndose entre la multitud, haciéndose invisible. No había hecho amigos y por lo tanto a tenía nadie que la acompañara en el recreo. No era como si estuviese sorprendida, tan solo triste.
Caminó hasta un árbol apartado y se sentó en la tierra escondida bajo las ramas. Poco a poco las lágrimas cayeron y unos sollozos incontrolables sacudieron su frágil cuerpo.
-¿Por qué lloras?- le preguntó una voz suave.
-No she- respondió sin girarse.
-Así pareces un oco.
Ante esto Lilian se giró para responder que ella no era uno de esos monstruos que salían en aquellas películas que a sus padres tanto le gustaban.
-No shoy un orco.
La pequeña que la había insultado se echó a reír. Su pelo era ondulado y rubio y lo tenía bastante largo y sus ojos eran cafés aunque con tonos dorados. Parecía brillar, y a pesar de su corta edad se movía segura como si fuera una reina. A Lili le recordó a un león.
-Me llamo Kendall- se presentó con una sonrisa de oreja a oreja- y she que no lo eres.
-Lilian- su voz era apenas un susurro, quería correr lejos de la niña rubia y no tener que hablarle más.
-¿Queles jugar?- le ofreció un balón de fútbol y señaló el patio.
-No me gustah- su voz era a penas un susurro.
Kendall dirigió su mirada al campo de fútbol y después volvió a mirar a la niña, ya se estaba cansando y no entendía como a alguien no le podía gustar su juego favorito. Pero decidió probar de nuevo.
-¿Y qué te gustah?
Lili dudó, sorprendida por el interés de la niña rubia.
-Bailar.
-¡Bailar! ¡¿ASÍ?!- Kendall empezó a moverse al ritmo de una música imaginaria pero aún con su torpeza infantil perdió el equilibrio y se cayó.
Una carcajada rompió el silencio, Lilian. La niña rubia se sorprendió pero no tardó en reírse con ella.
-Amigas- afirmó con seguridad.
Lili no se lo replicó.
Bueno os prometo que esta historia la termino, de verdad. Pero ¿os está gustando? Yo por mi parte tengo muchas ganas de hablaros de la amistad de Lili y Kendall.
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Mil razones para no llorar
Teen FictionLilian y Kendall se conocen desde siempre. Tienen una amistad perfecta y una vida perfecta. No hay nada que pueda romper eso, o al menos eso creían.