Se despertó sola. Una nota a su lado le llamó la atención. "Fuimos a cenar, la próxima vez no seas tan melodramatica" como siempre, era su culpa. Volvió a gritar.Cuando se sintió satisfecha, se dió media vuelta y se durmió. Quizás era lo mejor
La alarma la despertó al día siguiente (demasiado temprano para su gusto), con un incesante chirrido. Sentía como si su cabeza estuviera entre dos paredes que se apretaban cada vez más. Apagó la alarma y se encaminó al baño. No había agua caliente otra vez. Se duchó lo más rápido posible. El agua fría despaviló sus pensamientos, pero incrementó el dolor de cabeza.
Cuando abrió la cortina de la ducha vio a su madre, saliendo del baño con un portazo. Le extrañó, Isabella jamás se despertaba a las cuatro, generalmente su hora de trabajo era a las 7.
Se vistió, dejando las dudas para después. Se maquilló intensamente las oscuras bolsas bajo los ojos, las cicatrices de la cara y el cuello, se incrustó las molestas pulseras con las que ocultaba las pequeñas cicatrices en las muñecas.
De nuevo su madre apareció detrás de ella en la habitación, la veía por el pequeño espejo, sin embargo algo en ella le decía que esa no era su madre. Se acercó para observar con más detenimiento: la forma raquítica era la de Isabela, pero donde deberían estar los preciosos ojos verdes unos orbes negros los sustituian. La mueca malévola era habitual en su madre en cuanto llevara unos tragos encima, ahora no podría ser ella.
Asustada giró para enfrentar lo que sea (o en su defecto huir) pero detrás de ella no había nadie.
Pasó el día fuera de sí, convenciendo de que fue un sueño, parte de su pesadilla matutina. Fue a la universidad y luego a la pequeña tienda de ropa donde trabajaba. No pudo poner atención a nada hasta que llegó a su casa.
Esta vez su madre había llegado temprano, lo suficiente como para estar ebria a las 20:30. Quizás fue ella quien está mañana le estaba jugando una broma. Le preguntó sigilosamente, muriéndose de miedo si ella había entrado a su cuarto. La madre escupiendo en señal de repulsión le contestó que no que ella no era tan importante.
Se escabullio a su habitación evitando todo contacto visual. Este era su primer año de universidad y no quería arruinarlo. Se echó a leer los apuntes. A la media hora su puerta se abre abruptamente, como era normal, sin embargo no fue seguído por gritos. Nadie entró.
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Camile: Crónica de una adolescente asustada.
Misterio / SuspensoTodos tenemos miedos, sin embargo Camile los enfrentaba día a día. Había algo que le decía que era tiempo para sucumbir entre las sombras y el dolor. Quizás estaba en lo cierto.