Comunicacion.

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Habían pasado semanas desde su mudo grito de ayuda a la psiquiatra, lo único que consiguió fue una prescripción médica y dos consultas por semana con ella. Nada.

Tomó las pastillas correspondientes a las 6 de la tarde y entró a su casa. Nadie había llegado. Se sentó en el sillón principal y disfruto del delicioso y efímero momento de paz.

Media hora después estaba sumida en una profunda pesadilla cuando un ruido fuerte desde el baño la despertó. Temerosa, con un bate viejo de béisbol, se acercó a investigar. El lugar parecía normal. Corrió la cortina de la bañera con un miedo atroz. Vacío. Levantó la mirada y fue cuando lo vió.

Justo detrás de ella la oscuridad tomaba forma semi humana. De a poco apareció una persona raquítica, sus manos eran simplemente huesos, su cara casi calaverica, donde deberían estar sus ojos habia un gran vacío negro y vestía una túnica pegada al cuerpo del mismo color. Así era como ella se había imaginado la muerte.

Los brazos se estiraron hasta agarrar con su mano la muñeca de Camile. Anestesiada de miedo, bajó la mirada hasta su mano. La piel estaba hundida simulando un agarre. Era real. Miró al espejo, la sombra no se movía. Ambas estudiaban el reflejo. Camile sintió una rara conexión, como si no fuera la primera vez juntas.

Se escuchó un portazo, gritos y risas. Su familia había llegado. Camile se sobresaltó y su cabeza de giró hacia la cocina. Al volver a mirar el reflejo ella ya no estaba. Se sorprendió. Dejó el bate en su habitación y observó con detenimiento el brazo que había interactuado con aquel extraño ser. Cada dedo que la había tocado había dejado consigo una cicatriz.

Se acostó, recluyendose de todo.
-.-.-

Al día siguiente del incidente fue a la sesión con Olivia. Generalmente Camile evitaba hablar de las sombras y se dedicaba a contar insignificancias. Esa no iba a ser la excepción.

- Las cicatrices, contame de eso, hace cinco sesiones que me contas sobre lo que comiste o que te caíste en el tren o que todo está muy caro y el clima muy feo. Basta de vueltas.

A Camile le recorrió un frío por la espalda y sintió que la había acorralado. Sin demostrarlo simplemente contestó:

-Ya te dije, pesadillas, hablando de eso, te conté que el otro día soñé que...- intento cambiar el tema de conversación pero la psiquiatra los cortó en medio de la frase.

-Sos lo suficientemente grande como para hacer esto. Háblame como adulta.

-Lo único que conseguí confiando en vos fueron estas - tiró las pastillas en la mesa que estaba entre ellas dos. - ¿por qué debería confiar ahora?

-Quiero ayudarte

- Haces mal ¿Quien querría ayudarme a mi? No lo merezco.

-¿Por qué?

- Porque soy sucia, estoy sucia. Mi consciencia está lejos de dejarme dormir. Mi papá se fue en cuanto supo de mi existencia y mi mamá fue obligada a tenerme por mi abuela. Es mi culpa que mi mamá no esté con mi papá. Es mi culpa que mi padrastro esté constantemente mirándome porque yo lo provoco. Es mi culpa que mi mamá perdiera el bebé. - Las lágrimas habían invadido los ojos de Camile. No lo había pensado, simplemente lo dijo. Sin más preambulo dejó el pago de la psiquiatra en la mesa y se fue.

Olivia estaba shockeada asimilando le cantidad de cosas que Camile había soltado.

- Ahora si estamos avanzando. - dijo cuando cerró su pequeño cuaderno.

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⏰ Última actualización: Sep 12, 2016 ⏰

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Camile: Crónica de una adolescente asustada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora