cinco.

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advertencia: capítulo muy largo (+ perdón por la demora ;;)



DaeHyun ni siquiera puede elevar la mirada cuando recibe desde las manos de YoungJae el pequeño sobrecito blanco, un par de días después en que este se recostó como huésped en el apartamento de YoungJae.

Sabe que está avergonzado al ver como el color de su labio inferior se retuerce inquieto al ser estrangulado por sus propios dientes, y YoungJae quiere tener diecisiete años otra vez, para poder tomar la barbilla de DaeHyun y con su propio pulgar hacer que deje de morderse el labio antes de que consiga abrirse una herida.

—Pudiste habérmelo dicho, ¿sabes? —su voz es suave, YoungJae está manteniéndose en calma, porque sabe que es un tema, más que complicado, sensible. No se arrepiente el haberse mantenido bajo llave a sí mismo durante todo el día hasta que las estrellas comenzaran a cantar para que JinRi durmiera —. Quiero decir, puedo ayudarte.

—No quería ser una molestia ni preocuparte —YoungJae suspira, tomando toda su fuerza de voluntad para no enfadarse con DaeHyun por lo que ha dicho porque él sabe que DaeHyun no pretende tomar todo esto como si fuera solo una simple molestia trivial más.

YoungJae le ve tomar una pausa para recostarse ligeramente sobre la mesa detrás de él, su vista tomando un punto muerto en la habitación, nunca mirando a YoungJae realmente, cuando le cuenta que había pedido ayuda a su tío por un mes antes.

—No quiero traerle problemas a nadie más, ni mendigar —la luz en el piso de DaeHyun es débil sobre ambos en la pequeña cocina, el espacio un poco más reducido que el modelo de los apartamentos en la fila del frente, de los que YoungJae alquila; es por eso que, la mayor parte del tiempo, cuando están juntos, es en silencio una mejor opción ir al piso de YoungJae —, además, se me ha complicado un poco solamente porque ya es fin de año y JinRi entrará a la escuela, he gastado más dinero de lo normal. Pronto arreglaré las cosas, no te preocupes, ¿sí?

YoungJae suelta un suspiro y asiente, ni por un poco convencido.

No es que no confíe en DaeHyun. No se trata de eso, para nada. En el que no confía YoungJae es en ese ente que mueve hilitos sobre sus cabezas y hace apuestas juguetonas con el destino, porque ya le ha apuesto a DaeHyun entre filo y pared, y YoungJae no quiere que eso vuelva a suceder, el que quiere que DaeHyun esté en calma, que sea feliz.

Así que no se va cuando DaeHyun ha creído que la conversación terminó y que YoungJae volverá a su casa porque ya es algo tarde. En cambio, el menor desliza un pequeño boletín de colores suaves sobre la deteriorada mesa.

—¿Qué es esto? —pregunta DaeHyun, la duda tanteando la piel muerta en sus labios cuando toma el pequeño papelito con apartamentos y edificios de vivienda.

YoungJae se apoya a su lado sobre la mesa, jugando con el antiguo anillo que abraza uno de sus dedos.

Se lo ha pensado bastante; si es que será una buena idea, si es que esto realmente ayudará a DaeHyun o si solamente logrará espantarle y que crea que YoungJae quiere tomar las riendas y apresurar la velocidad de algo que no sabe con exactitud, todavía, si ellos están conduciendo. Y ha llegado a la conclusión que ésta sí es la mejor ayuda que él puede darle a DaeHyun.

—Son unos apartamentos cerca del centro de Seúl —comienza a explicar YoungJae, sintiendo la mirada del mayor, muy despacio, sobre él —. Si vivimos juntos, será mucho más económico porque solo tendrías que pagar la mitad del alquiler, de hecho, si tu quieres, ni siquiera tendría que ser la mitad--

—No —la voz de DaeHyun suena firme, pero cuando YoungJae le ve alzar la mirada, sus ojos tiemblan —, YoungJae, no seré una carga para ti, puedo hacer esto solo.

le daré color a tus labios ※ daejaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora