V.

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Nunca había disfrutado de una vida plena.

Plena de riesgos, de peleas.

Plena de malas decisiones que acarrearían problemas en un futuro.

Plena de risas, de sonrisas.

De amores de verano, o incluso los no correspondidos.

De ligues. De estupideces. De fotos. 

Después de aquel bar habíamos ido hasta la playa. No habíamos dejado de correr y de sentir el poco aire que pudiese hacer en nuestra piel. 

Nos habíamos asentado en unas rocas que habían en aquella playa, y yo estaba al borde de una con los pies colgando. Las vistas eran preciosas; las estrellas y la luna iluminaban el agua dándole un toque fantasmal.

De repente me puse de pie.

Y me quité la camiseta.

Y los pantalones. También las zapatillas.

—Tío... No creo que sea buena idea. Puedes matarte.

—¿Matarme? Yo soy inmortal. Ya lo verás.

Solo ladeé la cabeza un poco y sonreí de lado. Austin no lo aprobaba, Carla me miraba con el ceño fruncido y eso significaba que estaba o cabreada conmigo o a punto de hacerlo. Lisa no me había dicho nada, no quería ni mirarme. Y Carl... Bueno. Estaba y no estaba; se quedaba dormido a veces y otras tantas estaba más lúcido que yo incluso. Teressa era quién le cuidaba. 

Tírate. 

La voz del impulso me llamaba e hice caso. Primero miré. La altura era bastante grande, daba miedo, se olía el peligro. No me importaba porque al segundo ya estaba volando, con mis piernas entrando en el agua con brusquedad, sintiendo como si se me clavasen pequeños trozos de cristal en todo el cuerpo debido a la velocidad y la fuerza con la que impacté en el agua. 

Escuchaba sus voces murmurar, lo que me hizo sonreír. Como si estuviera loco.

Saqué mi cuerpo flotando hacia abajo; desde aquella altura no podrían ver sangre, solo podrían haber oído el golpe de mi cuerpo al impactar contra el agua. Quise asustarlos.

—¿¡Mike!? ¿¡Mike estás bien!? ¿¡Puedes oírme!? 

Esa era mi hermana. Já, estaba tan asustada... Seguro que si me burlaba de ella después lo negaría todo, como hace siempre. Como hago yo. 

—Chicos no se levanta, ni sale del agua... ¿Estará bien?

El murmuro se hacía cada vez más alto.

A mí me faltaba el aire para respirar. No pude evitarlo y al final salí del agua con un pequeño salto, subiéndome a una roca baja que estaba próxima.

—¡Vamos, venid aquí!

Escuché risas e insultos a partes iguales.

Poco después se tiraron todos del mismo modo que yo, excepto Carl y Teressa que bajaron de la roca para poder entrar al agua con nosotros. 

Chapoteamos en el agua y vimos el amanecer juntos.

Una vez más, volví a sentirme vivo al lado de gente a la que quería.

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