Poco a poco los niños comenzaron a dispersarse. Algunos se dirigían a jugar en la plaza; otros más tomaban el camino a casa para realizar sus deberes. Todos se fueron, excepto un niño. Eric, un niño demasiado curioso para su edad. Por fuera, Eric podría camuflajearse con el resto de los niños; pero por dentro tenía algo especial, y Tobías lo notaba.
Eric se acercó temeroso al Cuenta Cuentos, nunca había hablado con él, a pesar de que siempre escuchaba con atención sus historias que a él fascinaban.
- ¿Qué es lo que quieres muchacho?-preguntó con voz seca el anciano.
- ¿Yo?
- Eres el único muchacho que hay aquí, al menos que este ciego y seas una niña - una suave sonrisa se dibujó en los labios gruesos del viejo-. Ven, siéntate y dime en qué te puedo ayudar.
Eric obedeció presuroso y se sentó a su lado en las escaleras de la entrada de su casa, observándolo detalladamente antes de pronunciar palabra alguna.
- Es que acaso no sabes hablar - el Cuenta Cuentos se volvió hacia Eric y a la luz de los rayos del sol sus ojos brillaron con intensidad-. Solo haces que pierda mi tiempo.
El viejo estaba a punto de levarse cuando de improvisto Eric lo tomó por el brazo con una fuerza algo fuera de lo común para un niño de 7 años y más si posee un físico como el de Eric, todo lánguido y bajo de estatura.
- ¡No¡ - gritó - ¡Espere!
Cuando cayó en la cuenta de que estaba actuando de la manera incorrecta se apresuró a soltar al anciano y a calmar el tono de su voz
- Yooo...Tengo preguntas. Sí, eso es, tengo preguntas acerca de sus historias -el Cuenta Cuentos lo miro con ojos de asombro -. Y, también acerca de usted.
- Y bien muchacho, dime qué es lo que quieres saber - dijo tratando de ser apacible y no mostrar expresión alguna de lo sorprendido que estaba.
- Lo de la sombra, ¿es verdad?
- Todo lo que yo cuento lo es, -sus ojos serios miraron fijamente a los del pequeño -. O es que acaso dudas de mi Eric.
El niño dio un respingo al escuchar su nombre salir de los labios del anciano. Cómo es que el viejo Cuenta Cuentos sabía su nombre. Nunca cruzaba más de tres palabras con alguien, y eso era mucho, sin embargo lo conocía. No solo a él, de eso estaba seguro.
El viejo parecía saber todo de todos, pero ¿Cómo era que lo sabía?
Eric trago saliva y se puso más pálido que el mismo Fantasma de Canterville.
- ¿Cómo sabe mi nombre? - preguntó.
- Me sorprende que lo preguntes sabiendo tú la respuesta - el viejo seguía impasible, como si supiera ya lo que estaba sucediendo y lo esperara desde hace mucho tiempo -. Pero te lo diré, yo sé todo acerca de todo y todos. Es mi don, se convirtió en mi trabajo y me está llevando a la perdición - hizo una pausa que a Eric le pareció eterna-.Con respecto a lo de la sombra, todo es verdad - el anciano dudo por un momento-. Al que a en vida,...bueno...con cuerpo lo llamaban Godric, deambula todas las noches buscando su cuerpo, mas nunca perturba a los demás. Por eso siempre sale de noche para no provocar el susto de las personas al ver a una sobra de nadie. Godric muere cada vez que la oscuridad lo invade y revive con cada rayo de luz. Esa es su perdición. Él era la solución a la mía, pero tú eres la respuesta para ambos.
Tobías se levantó tranquilamente dejando pasmado a sus espaldas al pequeño Eric ante a aquellas palabras. El terror lo invadió completamente, y sin saber que era lo que ocurría corrió a su casa a toda prisa mientras el aire chocaba contra su rostro empapado de lágrimas.
Eric no notó que tras una ventana era observado por el viejo Cuenta Cuentos, el cual seguía completamente inexpresivo sin remordimiento alguno por el susto que había causado al pequeño.