IX

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— Aguanta Percy, no te quedes dormido. Hylla agarra de mi mochila la ambrosía, rápido — gritó Reyna mientras trataba de generar presión en la herida que tenía sobre el estómago para que no sangrará más.

— Lo siento Reyna pero tu mochila la perdimos cuando escapabamos la primera vez de la desconocida — dijo Hylla con nerviosismo al ver que no había forma de ayudar a su amigo, ella volteo a ver a su alrededor tratando de encontrar un cuerpo de agua sabía que eso podía ayudar a sanar las heridas de su amigo pero estaban en medio de la carretera y no se veía nada cerca. — ¿Chicos alguno de ustedes tiene un poco de agua?

Leo busco de inmediato en su mochila antes de entregarle una botella. Hylla derramó toda el agua sobre el estómago de Percy disminuyendo un poco la apertura de la herida pero a pesar de eso esta seguía sangrando demasiado, Percy por su parte se mantenía en silencio con los ojos cerrados, odiaba todo lo que había pasado, dejó que ellos jugarán con su mente.

— ¿Tienen más agua? — preguntó Reyna con nerviosismo pero los tres chicos negaron con la cabeza, Leo se acercó tímidamente a donde estaba tirado Percy.

— Creo que puedo cerrar la herida — dijo Leo con nerviosismo, Reyna solo asintió con la cabeza antes de alejarse para que el chico pudiera hacer algo. Él puso sus manos sobre Percy antes de que estas se vieran rodeadas por fuego, el chico gritó con dolor pero Piper lo sujetó con fuerza mientras le susurraba al oído para que se calmara.

— La herida ya no va a sangrar — les explicó Leo, Hylla usó una camisa que encontró en el auto, para colocarla en la espalda de Percy para que no se infectara la herida.

— Intentemos encontrar un lugar donde quedarnos esta noche — dijo Hylla mientras que con ayuda de Reyna subían a Percy al auto. Leo de inmediato encendió el auto reanudando su trayecto, en todo ese tiempo los jóvenes se mantuvieron en silencio.

— Entra en ese — exclamó Piper de pronto, señalando el motel que se encontraba a su izquierda, para alivió de todos este lugar contaba con alberca.

— ¿Cómo vamos a pagar? — preguntó Leo confundido.

— Déjame eso a mí, esperen aquí — dijo la chica caminando en dirección a la recepción del lugar, después de algunos minutos la chica regresó sonriente con un par de llaves en su mano.

— Estás son nuestras habitaciones, la alberca se encuentra en el patio — explicó la chica mientras Percy salía del auto con ayuda de Reyna. El hijo de Poseidón se dejó caer en la alberca, tan pronto como el cuerpo del chico tocó el agua se sintió más relajado. Podía sentir cómo su cuerpo se iba recuperando, como extrañaba esa sensación de calidez que le daba el agua.

— Si quieren, vayan a descansar, estaré bien — dijo Percy, hablando por primera vez desde que había sufrido el ataque. Los chicos asintieron dejándolo solo en aquel lugar.

Él simplemente se quedó ahí, en silencio, había dudado durante la batalla y eso aprovecharon para herirlo, pero no podía dejar de pensar si ir en rescate de su madre era lo correcto. Habría querido que Apolo o su papá lo ayudarán a entender todo eso pero en estos momentos no contaba con la ayuda de ninguno de ellos, no sabía cómo iba a poder sobrellevar todo aquello.

— ¿Por qué estás tan nervioso? — cuestionó una niña de 8 años sentada en el borde de la piscina, Percy levantó la mirada para ver a esta moviendo sus pies alegremente antes de que le hiciera una señal para que se acercará. No sabía cuánto tiempo había pasado dentro de la piscina pero se alegró de ver a la Diosa, tal vez Hestia le podría ayudar a entender lo que le había mstrado la Primordial, lo necesitaba.

Percy se quedó en silencio mientras pensaba en cómo plantearlo. Demasiadas cosas habían pasado en tan poco tiempo que apenas podía comprenderlas. — Ananké me mostró como mi mamá ha hecho cosas terribles Hestia, varias cosas sin detenerse en ningún momento o mostrar arrepentimiento por lo que hacía. ¿Cómo mi mamá fue capaz de hacer eso? sabía lo que mi padre le había hecho a Medusa y el cambio que le provocó a esa mujer pero nunca imaginé que mi madre fuese igual — dijo agitado tocando su cabello. La niña le sonrió tranquilamente antes de transformarse en una mujer de 30 años, la cual no dudo en abrazar a Percy con cariño.

Percy Jackson El Salvador de la CazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora