Capítulo III

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-¿Pueden creer que estos malditos bastardos intentaron comernos? -maldecía Negan mientras remataba al muchacho delgado de ojos claros que lo había recibido con una inusual amabilidad-. Esto te pasa por quererte comer a Negan. -un batazo-. Maldito. -otro más-. Hijo. -sus sesos mancharon la cara de Negan-. De -dientes salían volando-. Perra.

Negan saco una pañoleta negra de su bolsillo y limpió los restos de cartilago, hueso, sesos y sangre que. ensuciaban la belleza de su bate, Lucille, luego cómo si el fuese menos importante que aquel sanguinario bate de beisbol procedió a limpiar los trozitos de cerebro de su chaqueta y de su cara. Dwight y los demás salvadores procedían a terminar de limpiar el lugar, armas, municiones, medicinas y comida, cualquier cosa útil que podría servirles.

Dwight se acerco a Negan, pero antes se había detenido para echarse las gotas en sus ojos, las marcas de la plancha aún estaban al rojo vivo, un "pequeño" recordatorio de que nadie debía meterse con el Rey de los Salvadores, el Maldito Negan.

-Hemos encontrado un buen suministro de armas. -dijo Dwight mientras escupía tabaco para mascar-. Estos canibales si que tenían una buena operación entre sus manos.

-Tenían, ya no. -agregó Negan mientras acomodaba su cabello hacía atrás, tantos batazos y tanta agitación habían conseguido que se despeinara-. Quiero que te quedes aquí con un par de los muchachos, si viene algún otro listillo que no sea un caminante y trate de arrancarte la cara a mordiscos no dudes en jalar el gatillo, iré a la base principal, estoy podrido a sesos de canibal.

-Jefe. -Dwight lo interrumpió con cierto miedo-. ¿Piensa ir solo?

-No eres mi maldita madre, Dwight. -dijo Negan mientras se acercaba a su Jeep, puso a Lucille con sumo cuidado en el asiento del acompañante-. Tienes la radio, si algo pasa vendré yo personalmente.

Dwight calló y asintió, Negan era el jefe y nadie más. Habían comenzado a apilar los cuerpos y a rociarlos con gasolina, iba a ser toda una barbacoa. Negan se iba absorto en sus pensamientos al mismo tiempo que conducía hacía su bate, recordó los tiempos cuándo no era más que un profesor de educación fisica con un humor bastante bizzaro, cuándo la vida era mas simple y cuándo Lucille, su difunta esposa, aún vivía. Pero eran tiempos que sólo existen ahora en la grotesca mente de Negan, en el rincón más alejado, de los pocos recuerdos bonitos y agradables que quedaban, memorias que no estaban manchadas de sangre y polvora.

Distrajo su mirada hacía el bosque y pudo apreciar las vías del tren que parecían infinitas, pero aminoro la velocidad y observó dos siluetas. Una pareja, agarrados de la mano, armas en sus brazos libres, algo inusual de ver en aquellos tiempos tan sangrientos, no habían notado su presencia lo cual era perfecto, podía hacer una buena primera impresión y tambien esperaba que no terminará en una balacera. Apago su vehículo y tomó a Lucille con la mano izquierda, con la derecha una pequeña pistola Makarov que estaba en la guantera, no le gustaba usar armas pero ese tipo de situaciones lo ameritaban. Puso a Lucille contra su hombro y comenzó a caminar hacía ellos, silbando una pegadiza canción. Su vista se aclaró, era una hermosa muchacha de cabellos castaños casi pelirojos y un asiático.

-Pero que coño. -dijo Negan para sus adentros, aclaró su garganta y les dirigió la voz, estos inmediatamente lo apuntaron, sin soltarse de las manos.

-Dios mio cuanta agresividad. -dijo Negan mientras sonreía-. Pensé que los asiáticos usaban espadas y esas cosas, Karate ya sabes.

El pequeño muchacho no respondió, soltó a su novia y tomó el arma con ambas manos, una mirada desafiante.

-Entiendo. -suspiró Negan-. Mal momento para los estereotipos racistas.

-Dinos lo que quieres. -habló la chica al mismo tiempo que le apuntaba con ambas manos.

-Me llamo Negan. -dijo mientras movia a Lucille de un lado a otro-. Soy lider de un grupo bastante grande, un grupo que los acabaría en cuestión de horas si algo me pasa.

-¿Nos estás amenanzando?. -preguntó el muchacho con un tono de voz insolente.

-Tomalo como quieras pequeño chinito. -respondió Negan burlón-. Sólo les estoy ofreciendo un techo y tres comidas al día, siempre busco personas que sepan defenderse, y por lo que veo ustedes saben cómo hacerlo.

-Quizás si necesitamos de tu ayuda. -dijo Maggie bajando lentamente el arma.

-Pero Maggie... -Glenn no estaba de acuerdo con ello y mantuvo el arma en su posición, Maggie esperaba su aprobación pero el la rechazo, no iba a dejar que un tipo con semejante aspecto los llevará a su refugio...

The Walking Dead : Glenn & MaggieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora