Día tres: Quemar/Hurt & Confort

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— Lo siento, pero... después de todo tú y yo jamás podremos estar juntos— Se dio la vuelta, dejándolo sin oportunidad de hablar siquiera.

Parpadeó lentamente, hasta que la visión del otro alejándose lo hizo reaccionar.

— ¡Yaku-san, espera! — Lo sujetó del brazo, impidiendo que siguiera su camino.

— ¡Suéltame! — Tiró de su propio brazo, tratando de zafarse de él. Logró su cometido.

— ¡Al menos dime por qué!

— No es... normal— Ni siquiera se molestó en mirarlo para decir esas palabras; quizá fuera sólo su imaginación, pero le pareció verle derramar una pequeña lágrima. Aun así, esa lágrima no era comparada nada con el imparable llanto que provenía de Lev.

¡Lev...! ¡Lev!

Abrió los ojos. Frente a él encontró la figura de Yaku mirándole preocupado.

— ¿Yaku-san? — Se sentó rápidamente— ¿Fue un sueño?

— Lev, estás llorando— Informó, pasándole el pulgar por su mejilla, donde acunaba su llanto.

— Es que... fue más bien una pesadilla.

— ¿En serio? — Se puso de pie— Lev, debo decirte algo.

— ¡Claro, Yaku-san!

No sonrías así, idiota— Decía Morisuke en sus pensamientos—. Me lo harás más difícil.

— Lo siento, Lev... No...— Mordió su labio inferior— No podemos seguir estando juntos.

El corazón de Haiba inició a latir más rápido, su respiración se agitó; era la peor sensación de déjà vu que jamás había tenido.

— Espera, Yaku-san, creo que no te escuché bien— Soltó una risa nerviosa—. ¿Podrías repetirlo?

— Lev, estoy rompiendo contigo.

— ¡Basta!

El muchacho de cabello gris tapó sus oídos y apretó los ojos.

— Hey, Lev...

— ¡No quiero escucharte!

— No me escuches entonces.

Tomó un pedazo de papel y en él escribió: "Terminamos".

Una cruel, muy cruel, manera de acabar con una relación.

Para cuando el muchacho volvió a abrir los ojos, ya no había nadie frente a él.

De verdad se había terminado.

Un bello y lluvioso viernes por la noche.

-.-.-.-.-

Yaku caminó dejándose empapar por las gotas que provenían del cielo.

Sus ojos no reflejaban nada. Estaba muerto por dentro.

¿Quién podría sentirse peor que él en este momento?

Lev.

Pero no era tan simple como eso.

No podía regresar y decir: "Fue un error, lo siento. ¿Volvemos?". No era algo tan sencillo.

Como si su cuerpo se moviese en automático, llegó a la casa de la única persona que podía ver en ese momento, pues bien, no quería siquiera mirar a sus padres. Kuroo Tetsuro.

Llamó a la puerta y la otra persona no demoró más de dos minutos en abrir.

— ¿Yaku? — Preguntó— Vaya, estás empapado.

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