Día uno: Encaprichamiento/Fluff

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Las cosas tiernas, cursis y empalagosas definitivamente jamás fueron lo suyo.

Las palabras "agresivo" o "violento" serían buenas opciones para describirlo.

Aun así, ¿por qué estaba sintiendo esto?

No era más que un capricho.

- ¡Yaku-san, Yaku-san! ¿Lo viste? ¡Pude recibir! - ¿Por qué le gustaba tanto verlo sonreírle así?

Desde ya hace algunos días que Lev lo hacía sentir de esa forma.

- No es para tanto, Lev, sólo ha sido una recepción de diez que hemos intentado- Ocultó el ligero sonrojo que le había provocado, utilizando esas fieras palabras.

- ¡Qué duro eres, Yaku-san! Estoy esforzándome- Reclamó.

Capricho... Esa sería una buena definición. Esto, en definitiva, no era lo que llamamos amor.

- No es suficiente- Espetó.

- Tampoco creo ser capaz de ser tan genial como tú, Yaku-san, soy un novato- Soltó una risa mientras rascaba su nuca- ¡O como Kenma-san! La forma en que observa a los jugadores es increíble- Yaku frunció el ceño con fastidio y chasqueó la lengua.

Si sólo era un capricho, entonces, ¿por qué eso le molestaba?

Si sólo era un capricho, estos no debían de ser celos. Porque los celos son parte del amor.

- ¿Qué sucede, Yaku-san? - Mierda. Él lo escuchó. A estas alturas, ¿qué excusas podría poner?

- No es nada.

- Estás molesto- Afirmó. Se encorvó hasta quedar a su altura.

- Me molestaré más si haces eso.

- ¿Qué cosa? - Se inclinó más, intentando encontrar su mirada pues estaba desviándola.

- Que te agaches...

- ¿Por qué? A mí me gusta tu altura, Yaku-san- Sonrió-. ¡Ya que eres tan pequeño, puedo hacer cosas como estas!- Se incorporó para luego levantar a su superior, colocando sus manos en las axilas de Morisuke.

- ¡Lev, bájame! - Ordenó, forcejeando.

- ¡Si no fueras de este tamaño, no podría hacer cosas como estas! - En cuanto Yaku escuchó su risa, dejó de moverse y comenzó a contemplar el rostro de la persona que lo mantenía fuera del suelo. Sintió el rostro caliente, eso sólo significaba una cosa: Problemas-. Yaku-san, ¿te sientes bien? - Lo dejó en el piso, con el propósito de tocar su frente. Apenas su mano se aproximó, el otro muchacho la golpeó para evitar que siguiera su camino.

- Estoy bien- Corrió hasta salir del gimnasio. Para su buena o mala suerte, a esa hora ya no había nadie en las instalaciones; cuando Lev y él practicaban las recepciones pero el entrenamiento ya hubo acabado-. Sólo es un capricho. No estás enamorado- Se repitió la misma frase varias veces, pero uno de los propósitos de una mentira es que, al menos, suene creíble; eso no lo era- ¿A quién pretendes engañar? Estás enamorado.

- ¿De quién?

Oh, inocencia. Oh, pureza.

Si las palabras "agresivo" o "violento" describían bien a Morisuke, entonces "inocencia" o "pureza" serían adecuadas para Lev.

Se quedó mirándolo. ¿Por qué no continuó corriendo hasta salir de la escuela? Se quedó sólo en la puerta del gimnasio. A medio camino.

Se negó a contestar.

- Yaku-san, me gustaría saberlo.

- ¿Por qué? - La molestia se hizo presente de nuevo.

- Es que a mí me gustas, Yaku-san, es normal preocuparse por de quién está enamorado la persona que te gusta, ¿verdad?

Lo observó desconcertado, ¿qué había dicho? Pasaron diez, veinte, treinta segundos... ¿Acaso Haiba Lev, la persona de la que estaba enamorado, estaba confesándosele? Juntó las piezas, repasó cada palabra, la repitió en su mente letra por letra. ¡Estaba haciéndolo! De nuevo, la sangre inundó sus mejillas haciéndolas tornarse del color de su uniforme.

- ¡Vamos, como si fuera tan sorprendente! - Prosiguió.

- Lo es...- Se deslizó por la pared hasta llegar al suelo. Allí, se sentó con las rodillas dobladas y ocultó su rostro con las palmas de sus manos- ¡Lo es, demonios!

- ¿Entonces? ¿De quién estás enamorado? - Formuló al cabo de unos minutos.

- Eres un idiota- Lo golpeó en el estómago y se puso de pie. Inició a caminar rumbo a la sala del club ignorando totalmente al otro muchacho.

- ¡Dímelo, Yaku-san! - Lo siguió.

- La persona de la que estoy enamorado...- Comenzó sin darse la vuelta- es un idiota- Lo encaró, para después tomar su mano.

- Yaku-san, si te gusta alguien no deberías hacer esta clase de cosas...

- ¡Un completo idiota! - Se abalanzó a su pecho y lo rodeó con los brazos.

- Tú... hace un momento, me llamaste un idiota y... la persona que te gusta es un idiota...- Razonó tras otro par de minutos-. ¡¿Yo te gusto, Yaku-san?! - Acarició la cabeza del muchacho más alto, estirándose un poco para alcanzarla.

- ¿Hace falta que lo diga? - murmuró contra su pecho, escondiendo su rostro, y asegurándose, al menos por esa vez, que no viera la enorme sonrisa que en ese momento tenía en la cara.

- ¿Hace falta que lo diga? - murmuró contra su pecho, escondiendo su rostro, y asegurándose, al menos por esa vez, que no viera la enorme sonrisa que en ese momento tenía en la cara

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¡Okay! Este fanfic ya está publicado en otra página, pero, ¿qué más da? Aunque, cabe aclarar, es de mi autoría.

Créditos a los artistas de las imágenes.

¡Gracias por leer!

-Rose

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