Tenemos que salvar el mundo...otra vez

El amanecer de un nuevo día

Una pareja joven normal dejándose llevar por la pasión en un sofá. Eso parecían Bellamy y Clarke en ese momento.

El estaba tumbado sobre ella, a medio vestir y la acariciaba con dulzura mientras la besaba con pasión.

Llevaba mucho tiempo deseando que llegara ese momento, deseándola a ella, pero no quería propasarse y que pensara que era un cerdo.
Ella era especial y le importaba demasiado.

Clarke sentía el peso de Bellamy sobre su propio cuerpo y esto no hacía más que aumentar su deseo. Estaban tan pegados que podía notar su excitación, su cuerpo, y ya no podia pensar. Solo podía sentir. Le devolvía los besos como si le fuera la vida en ello.

Clarke decidió tomar la iniciativa, empujó al chico para que se apartara y cuando se sentó, ella se subió a orcajadas encima de él.
El sonrió y puso sus manos en su trasero. Ella se desnudó de cintura para arriba y le besó.

**************

Al día siguiente, amanecieron enredados en una de las camas.
Los primeros rayos de sol se colaban dentro de la habitación cuando Clarke se despertó. Era la primera noche en mucho tiempo en la que había dormido del tirón. En sus brazos se sentía segura. Si no siguiera ahí, abrazado a ella, desnudo en su cama pensaría que todo había sido un sueño.

Observando al chico que yacía a su lado, se puso a pensar en todo lo que habían vivido juntos. Intentó averiguar cuándo habían empezado a cambiar las cosas entre ellos. Cuál había sido el punto de inflexión.
Sabía que se había convertido en su amigo el día de la excursión, cuando encontraron las armas. Cuando, despues de que Dax intentara matarlos, tuvieron la conversación más sincera que había tenido con nadie desde que habían aterrizado. Cuando supo que no podía dejarle marchar.

Después de eso, la vida los fue juntando más y más hasta volverlos inseparables. Cuando se reencontraron tras salir de Mount Weather y se fundieron en aquel gran abrazo en el que se detuvo el mundo supo que era su mejor amigo, su imprescindible en aquella locura.

Pero cuándo había empezado a hacerse un sitio en su corazón?
No sabría decirlo. Fue tan poco a poco que ni ella misma se había dado cuenta hasta que esa noche la había besado, cuando todos sus sentimientos habían quedado tan expuestos como sus cuerpos lo estaban ahora mismo.
O quizá había sido mucho antes?

De repente, una avalancha de  imagenes se agolparon en su memoria: cuando le pidió que no fuera a Mount Weather porque no podría soportar la idea de perderlo, cuando por fin escuchó su voz por la radio cuando estaba infiltrado allí, cuando sujetó su mano mientras accionaban la palanca que los mataría a todos.

Cuando se tuvo que despedir de él por no querer volver al campamento y sintió que dejaba la mitad de su alma allí.

Cuando vino a rescatarla en la cueva y Roan casi lo mata.

Cuando se abrazaron en la playa.

Cuando sostuvo su mano mientras le colocaban el IA.

Cuando dijo que la creía cuando dijo que tenía que tomarse el chip.

Cuando pensó, hacía solo una horas, que algo malo le había ocurrido y sintió como si le arrancaran las entrañas.

Se dio cuenta de que aquello venía de lejos. Lo hubiese querido ver o no.

No pudo evitarlo y le apartó un mechón de pelo de la cara y él abrió los ojos. Se quedaron atrapados en la mirada del otro, hablando sin hablar, como lo habían hecho tantas veces antes.

Por fin, el sonrió y le dijo -buenos días, Princesa- y cada palabra era una caricia para su alma -no sabes cuanto tiempo deseé despertar así- y le acarició la mejilla con su cálida mano.

-Justo estaba pensando en eso- sonrió ella -cuándo dirías que empezaron a cambiar las cosas entre nosotros? Me gustaría saber cuándo fue para ti.

Él se quedó pensando. Mientras, le cogió la mano y entrelazó sus dedos con los de ella. Se acercó la mano a los labios y le dio un beso.

-Supe que eras especial para mi cuando te caíste en aquella trampa y yo te sujeté con mi mano. En ese momento me di cuenta de que no podría dejar que nada te pasara. Nunca. Incluso aunque fueras peor que un dolor de muelas en aquella época- bromeó y ambos se rieron.

-Luego pasaron muchas cosas que nos fueron acercando cada vez más, y yo estaba hecho un lío pero lo único que sabía es que todo esto solo tenía sentido si estaba contigo. Cuando te fuiste y me dejaste, me quedé destrozado -se puso serio- nunca había extrañado tanto a nadie en mi vida.

Ella le miró con los ojos llenos de lágrimas recordando ese momento.

-Pero cuando ya no pude seguir negando la evidencia, fue cuando te vi por la mirilla de mi rifle cuando Roan te capturó-

-Me viste? Cuándo?- quiso saber ella

-Cuando Azgeda hacía sonar sus tambores de guerra. Te vi y quise correr hacia ti pero los demás me lo impidieron. Cuando empecé a actuar como un loco, yendo en contra de nuestra propia seguridad porque no podía aguantar la idea de que estuvieses en peligro, fue cuando me di cuenta de que estaba condenado- se sonrojó y a ella le dio un vuelco el corazón por todo aquello que le acababa de contar y por todo lo que ello implicaba.

Y no pudo más que atrapar su cara entre su manos y besarlo mientras que lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas. El la estrechó entre sus brazos, temiendo que de un momento a otro se despertaría del sueño.

Las caricias y los besos sustituyeron a las palabras y sus cuerpos se dijeron todo aquello que llevaban tanto tiempo callando.