Achilles y Elektra, unos labios de luz.

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             Los años habían pasado, los mitos habían sido leídos y los dioses quedaban en el olvido. El mayor secreto del Olimpo fue revelado a través de este escrito. Muchos se preguntan sobre cuál es el secreto, pero pocos se quedan para comprobar el relato. ¿Quieren saber el secreto oculto en este relato? Bueno, pues el secreto es una simple diosa, que vive en un bosque mágico de Grecia oculta de todos los dioses del Olimpo. El nombre de la joven diosa es Elektra, ella es la diosa de la luz que nace rodeada de oscuridad.

      Elektra está oculta de los dioses por su ascendencia, siendo hija de Atenea (diosa de la sabiduría) y Hades (dios del inframundo) es considerada muy peligrosa en todo el Olimpo. Por esa y otras razones, sus padres decidieron ocultarla en un bosque cuidada por un joven dios llamado Achilles (dios del dolor y labios del pecado), cuyo poder era que con sus labios te hacía sentir lo que él deseaba, ya fuera dolor o placer. La joven y curiosa Elektra estaba en constante peligro ya que algunos seres deseaban vengarse del dios del inframundo, en otras palabras, su padre. Aunque Elektra no lo notara Achilles siempre estaba en lucha contra cíclopes, minotauros y otros terribles seres con sed de venganza.

      Elektra cantaba alegremente al lado de un río mientras su amigas las ninfas la acompañaban. A una distancia bastante considerada, Achilles observaba a Elektra y pensaba en la verdadera razón para que su padre lo tuviese cuidando a una hija de Atenea. Hades nunca le daba explicaciones a su hijo, simplemente le ordenaba y él obedecía. En un extraño momento Achilles comenzó a observar cada detalle de Elektra, sin saber que observaba a su hermana.

       Cabello largo y sedoso de un hermoso color negro parecido a una noche sin estrellas, dos grandes y conquistantes ojos color plateados que cautivan a cualquier ser que los observe, y por último un hermoso cuerpo lleno de curvas peligrosas que parecían ser esculpidas por la mano de Afrodita. Elektra era perfecta y nadie podía negarlo, ella sin duda alguna sería el reemplazo de Afrodita en un futuro cercano.

        La hermosa diosa, Elektra, notó una mirada sobre ella y se volteó en busca del ser que la observaba. Su ceño se frunció levemente al ver a un hermoso joven que miraba en su dirección. La curiosidad la rodeo debido a que nunca antes ella había observado a un ser masculino en el bosque. Según lo que las ninfas le decían a ella, ese territorio estaba protegido por la diosa Atenea quien evitaba a toda costa que el bosque se destruyera por la fuerza bruta de los seres masculinos.

"¿Por que estas aquí? Lo siento... Soy Elektra." La joven diosa bajo la mirada avergonzada cuando el hermoso dios la miró directamente a los ojos. El rió al notar la actitud tímida de la joven diosa. Tan atrevida que es cuando está con las ninfas y con conmigo se pone tímida, pensó el.

"Yo soy Achilles." Un olor a agua salada con un poco de sangre inundó las fosas nasales del joven dios, sus instintos se despertaron y antes de pensarlo susurró: "Tienes sueño."

         El cuerpo de Elektra cayó en sus brazos y él la depositó en el suelo con sumo cuidado. El olor que le había llegado a el joven dios era de Athan, el despiadado hijo de Poseidón. Achilles utilizó uno de los poderes que heredó de su padre, el umbraquinesis, para poder esconderse en la oscuridad o sombras. Las ninfas rápidamente que el desapareció recogieron a su protegida y la llevaron a su escondite a prueba de tontos y por lo tanto de hijos de Poseidón. En menos de lo que ladra Cerberos, Athan estaba justo al lado de su primo Achilles con un tridente en su fuerte mano derecha.

"Se que estas aquí, desecho del inframundo. Demuestra que eres un dios." Athan estaba furioso y gritaba a todos lados, pues él podía oler a Achilles pero no sabia localizarlo. Una escalofriante risa inundó el bosque provocando que Athan dudara de su valentía por unos segundos.

"Tu, Athan, al que hacen llamar hijo de Poseidón. ¿Te atreves a retarme?" La voz de Achilles era fría y espeluznante, una voz que dejaría a cualquier ser livido menos a Athan que era un insignificante hijo del dios del mar. Athan se limitó a sostener más fuerte su tridente y a utilizar sus poderes.

Amigas Unidas, Historias CreadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora