Dentro del diario

820 33 1
                                    

Comencé a caminar, pero al ver que se alejaba decidí correr. Al final, la mariposa se paró y se podía observar, por su luz, que estaba sobre una perilla. Giré esa chapa y noté que era una puerta. Al abrirla vi lo más hermoso que había visto hasta entonces.

Mis ojos estaban frente a un paraíso. Todo era bosque, los pinos eran gigantes y había pequeñas puertas. El clima era templado. Los animales eran tiernos y disfrutaban estar ahí. Miré a la mariposa que se dirigía hacia un lago. Subí al puente que se encontraba para cruzar al otro lado y di un gran suspiro. Sentía alivio de estar ahí. La mariposa se posó en mi mano y cuando estaba a punto de tocarla alguien me detuvo.

-¡Alto ahí! - Gritaba la persona

Se podía ver a lo lejos a un hombre, vestido como cazador o como un guardián; su atuendo era extraño pero a la vez elegante. Sus ojos verdes eran profundos y su cabello negro hacía resaltar todo en él. A medida que se acercaba, se podía notar que su altura era de 1.85 metros aproximadamente. Llegó hasta donde yo me encontraba.

-¡Qué es lo que te ocurre!-. Gritó molesto.

-¿Disculpa?- respondí confusa.

-Mira niña, solo quiero decirte que esa mariposa es mía- decía mientras fruncía el ceño

-Esa mariposa yo la encontré. Además, tú no tienes derecho a decir que algo te pertenece. Esa mariposa no es de tu propiedad.

-¿Sabes qué es lo que pasa si tocas a esa mariposa?-, se defendió.

- ¿Ocurre algo?-, pregunté.

-Las puertas de los árboles desaparecen. Tú no sabes nada de este mundo, ¿cómo entraste? Si alguien toca esa mariposa, este lugar desaparecerá.

-¡Imposible!-, alegué.

-He estado buscando a esa mariposa por dos años y, cuando al fin la encuentro, tú haces que se aparte de mí. ¡Te odio!-.

-Cómo puedes odiar a alguien a quien no conoces-, defendí.

-No odio lo desconocido, solo te odio a ti. Por tu culpa, si a esa mariposa le pasa algo, te culparé-.

-Está bien. Te ayudaré a encontrar a la mariposa. Solo con una condición...-, manifesté.

-No necesito tu ayuda-. Finalizó, chocando su hombro con el mío y alejándose furioso.

No tenía idea de cómo regresar a mi hogar. Mi familia estaría preocupada por mí y yo estaba segura de que esto no era solo un sueño. Pensé un segundo y una gran idea llegó a mi mente.

-Sé a dónde fue la mariposa. Además, cuando me ve, ella viene hacia mí. Sin mí tal vez nunca la encuentres-, grité para que el muchacho me escuchara.

Vi cómo se detenía por lo que corrí hacia él. Cuando estuve a punto de llegar a su lado, me detuve y dije:

-¿Que opinas?, ¿quieres mi ayuda?-

Él tenía la miraba hacía abajo, pero me contestó:

-¿Juras ayudarme a encontrarla?

-Lo juro- prometí, levantando la mano en forma de juramento.

El  diarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora