El cielo

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Corrí lo más fuerte posible y en un segundo vi a mi lado a Frederick.

-No te dejare ir sola, puede ser peligroso- Menciono Frederick

-Pero él me dijo que yo era la indicada-

-Bien, solo ten cuidado. Cuida  a la mariposa- Dijo Frederick al abrir la puerta

Al entrar no comprendía en dónde estaba. Todo se parecía al rancho; estaba en la cama del ático y decidí bajar. ¿Acaso había regresado? ¿Había sido todo un sueño?

No estaba Micha en ninguna parte; mi abuela solo me pasaba de largo para reunirse con mi abuelo en el cuarto; los dos estaban comiendo palomitas, riendo juntos. Todo parecía perfecto. Después, todo comenzó a desmoronarse.

Visualicé a la mariposa irse por otra puerta; al parecer seguía en busca de ella, corrí lo más rápido posible, pero entonces me di cuenta de que me encontraba en otra parte: estaba en el cuarto de un hospital. En ese lugar se encontraban mi bisabuelo y mi abuela; ella lloraba y él le preguntaba el por qué de sus lagrimas. Le decía que ya era hora de irse en tren con su madre, cuando en realidad mi bisabuela ya había muerto. La mariposa siguió por otra puerta. Al pasar por ella, enfrente de mí, había una cuna con sábanas rosas; dentro había una bebé muy risueña; salí del cuarto y me encontré con muchos regalos debajo de un árbol de Navidad: tres pequeños niños corrían jugando.

En la mesa estaba mi abuela riendo con mi madre. No localizaba a la mariposa hasta que la vi entrar al cuarto del cual me había retirado. Ella se acercó a la cuna y se posó en la nariz de aquella bebé. En ese instante le puse el polvo de hada encima; yo me elevé y la mariposa igual.

Un tornado se comenzó a formar y nos comenzó a arrastrar, tome a la mariposa y la protegí en mis manos. De pronto aparecimos en un lugar similar a un cielo. La mariposa se comenzó a convertir en una joven de hermoso cabello negro y ojos cafés. Todo se estaba volviendo a construir solo; los árboles volvían a su lugar; las personas caídas revivían y las bestias desaparecían.

-Gracias por todo lo que hiciste Cristal. Me salvaste a mí y a mi reino- dijo la señorita.

Yo simplemente no podía hablar, esta plasmada por lo que había pasado. Muchas emociones cayeron en mi en ese instante, que no podía expresarlo con palabras. Esa  joven me causaba nostalgia y por alguna razón, me alegraba de verla.


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