Dos años y medio después...
—¿Podrías apurarte Elizabeth?— Me sobresalto al escuchar la voz de Mandy. Retiro mi vista del espejo y volteo a verla, haciendo una mueca en mi cara.
—¿Me veo bien?— pregunto con un tono de voz bajo.
Mandy resopla y camina hacia mí, arrastrando sus pies por la suave alfombra de la habitación. Ella coloca su cabeza en mi hombro, ambas nos enfocamos en el espejo que mostraba mi vestimenta y ella sonríe.
—No importa cuantas veces te diga que te ves bien, jamás me harás caso.— Aprieta mis hombros dándome ánimos.
—Es por qué eres mi amiga.— Suspiro.
—Y por eso no miento.— Niega—Mejor deja de ver tu reflejo, si lo sigues haciendo me creerás menos y te arrepentirás de ir.
Ella me da un corto abrazo y me suelta, me observo por última vez en el espejo y cierro mis ojos repitiéndome que no debía complacer a nadie más que a mí misma.
—Es hora, vamos.— Mandy abre la puerta y camino detrás de ella.
El camino hacia la arena se me hizo eterno. Hace un año y medio había terminado la preparatoria y hace exactamente ocho meses había decidido retirarme un tanto de las redes sociales – eso implicaba YouTube – para dedicarle tiempo a mis estudios. La idea de tener que tomar clases privadas en mi casa me aterraba así que simplemente corte relación con los medios y decidí inscribirme en alguna universidad pública, como cualquier otra persona de mi edad lo haría.
Apliqué para UCLA – University of California, Los Angeles – y dos meses después me llegó un sobre notificándome que había sido aceptada en el módulo de Negocios. Mi madre, cuando se enteró, lloró como magdalena. Ella sabía que tendría que dejar atrás Long Beach y mudarme al centro de Los Ángeles.
Se podría decir que mi vida había cambiado para bien; tenía amigos, a mi familia, unas buenas calificaciones y gracias a Dios, nada de relaciones sentimentales. Puedo asegurar que había aprendido lo suficiente en el pasado.
Todo iba bien hasta que recibí una invitación a unos premios en donde tendría que presentar.
—Hemos llegado.— Miriam, mi manager, nos avisa justo antes de que la camioneta se estacione.
Logro ver por la ventana la alfombra roja por la que desfilaría y una parte de mi rápidamente desea que todo fuese un sueño.
—Estoy nerviosa.— Confieso.—Hace bastante que no estoy frente a una cámara.
Mandy aprieta mi mano y me da una ligera sonrisa de apoyo. Ella sabía que nada de esto era lo mío ahora.
—Tranquila— Pronuncia Miriam—Entre más rápido lo hagas, mejor saldrá.
Asiento y bajo de la camioneta con ayuda de Mason, el chofer. Comienzo a caminar con una sonrisa por la alfombra, las cámaras notan mi presencia y comienzan a tomar fotos como si fuese alguien realmente importante.
Podría jurar que mis pies, en algún momento de la noche, me van a fallar y que caeré como una tonta. Los nervios comienzan a acumularse cuando veo que hay personas realmente famosas aquí; Kanye West y su esposa, Kim Kardashian, se encontraban aquí, justo delante de mí.
Después de las mil fotos que tomaron entré al lugar. Todo era más tranquilo aquí, muchas personas se encontraban caminando de aquí para allá tranquilamente mientras otras muchas platicaban o saludaban a quien se toparan.
