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Leandro entró casi corriendo a su casa. Cerró la puerta, agitado, y reflexionó sobre lo que acababa de suceder: había sido perseguido por la policía mientras compraba éxtasis para vender en el pre de Nicolás. Pudo salvarse (y sin perder una sola pastilla), pero aún así tenía miedo de que lo encontraran. Y de lo que estaba haciendo, por supuesto. ¿Desde cuándo alguien como él se metía en bardos como aquellos? Se dijo a sí mismo que no tenía otra opción: era imposible volver a vivir con su madre; y su padre era un alcohólico que se la pasaba en el sillón, mirando películas malas y criticándolas, yendo y viniendo de bares... demasiado ocupado para mantener a un hijo. Y él necesitaba plata, y la plata no crecía en los árboles. Y el trabajo tampoco.

Aún así, sabía que Julieta tenía razón: no era la manera de hacer las cosas. Si ella le conseguía el trabajo que le había dicho,  él podía dejar todo ese ambiente de inmediato.

Pero necesitaba más que promesas para comer.

Su padre se despertó con el ruido de la puerta, pero al ver que se trataba de él, volvió a acomodarse en el sillón, sin ni siquiera saludarlo. Leandro fue a su cuarto, sin ganas de nada, y trató de estudiar para las pruebas que tenía esa semana, a pesar de que era imposible concentrarse en algo. Revisó sus mensajes, y vio que tenía varios sin revisar. Entró y salió de la conversación de La tribu casi por reflejo, ya que había cuatrocientos cincuenta y dos mensajes sin leer, y supuso que se trataban de estupideces.

Debajo había un mensaje de Florencia, el cual no estaba muy seguro de contestar. Ella tenía novio, y le hablaba como si las cosas no fueran así. A él le resultaba divertido hablar con ella, pero no quería meterse en problemas. Guido no era del todo su amigo... y fuera de Marcos o Juli, ¿quién de la tribu lo era? Florencia seguro que no. Ella quería más que una amistad, y él no quería más mambos de los que ya tenía, pero no podía dejar de seguirle el juego. Era sencillamente adictivo.

Le respondió el mensaje y vio que Martina le había hablado. Se le dibujó una sonrisa casi instantánea. Ella no intentaba nada con él, y por fuera parecían amigos... pero  la simple idea de conversar con ella lo volvía loco. Era algo inexplicable: la veía y todo parecía más fácil; todo parecía posible. Por supuesto, ella no sabía nada de él, pero Leandro podía escribir la biografía de Martina casi sin esfuerzo. Era lo mejor: si ella tuviera idea de lo que pasaba en la vida de él, huiría en menos de un segundo, y esa posibilidad lo aterraba tanto que le ocultó absolutamente todo.

Martu

Hola lean
todo bien???
(23:51)
(en línea)

todo tranqui
vos??
(23:52)
(visto a las 23:52)

(está escribiendo...)
Todo bien por suerte
que haces??
(23:52)
(en línea)

nada, aca en casa
vos que onda?
(23:52)
(visto a las 23:53)

(está escribiendo...)
en lo de bruno
recien terminamos de comer con los biejos jajaja
viejos***
(23:53)
(en línea)

Ahhhhhh
bien ahi
comiste algo?
(23:53)
(visto a las 23:53)

(está escribiendo...)
justamente por eso te hablo
comi re bien
aunque no deberia
(23:54)
(en línea)

Si deberias
Me parece perfecto que estes comiendo bien
(23:54)
(visto a las 23:54)

(está escribiendo...)
Jajjajjajajajajaja
ya se
pero me siento mal ahora
y beuno se re dio cuenta
Bruno**
y no me quiero pelear mas con el
menos por estas cosas
porque son mis temas loco
se tendria que dejar de meter
y no romperme las pelotas
(23:55)
(en línea)

es tu novio
obvio que se va a preocupar
a mi no me parece mal
que te lo diga
quiere ayudarte no joderte
(23:56)
(visto a las 23:56)

(está escribiendo...)
vos tambien vas a empezar con lo mismo?
te conté todo este tema porque pensé que no ibas a hacer como él
a ser**
(23:56)
(en línea)

no soy como el
lo unico que te estoy diciendo
es que me parece que lo estas tratando mal
y el te quiere ayudar
(23:56)
(visto a las 23:56)

(está escribiendo...)
no quiero su ayuda
quiero que no me diga nada
y me deje tranquila
(23:57)
(en línea)

No estaba bien que ella no quisiera comer, que estuviera deprimida todo el tiempo... pero ¿cómo ayudarla? Bruno lo intentaba lo mejor que podía, y ella no hacía más que despreciarlo, alejarlo y pelear. Él no podría soportar verla a Martina en ese estado, pero tampoco le gustaba la idea de que tuvieran que internarla o algo así. Era difícil, no solamente porque ella estaba a la defensiva, sino porque podía empeorar aún más si la obligaban a comer. Y ni Bruno ni Leandro eran psicólogos, por lo que ninguno de ellos sabía cómo entenderla ni cuál era la mejor forma de ayudarla. Lo único que podían hacer era decirle qué pensaban que era lo mejor para ella, y hacer todo lo posible por darle una mano, porque la querían. 

Ahí había otro problema: Leandro la quería.

Decidió no contestarle, y se quedó mirando al techo unos minutos, pensando en ella, en él, en las putas pastillas de éxtasis, en todo. Se preguntó cuándo su vida se había vuelto tan complicada. Quería a alguien que no lo quería, jugaba con alguien que probablemente sí lo quería, su familia era un desastre, se puso a vender drogas para poder mantenerse a sí mismo, y también a su padre, que era alcohólico. ¿Alguna vez se terminaría ese infierno? Leandro estaba harto. Escondía todo, hacía cualquier cosa con tal de evitar pensar en lo que le pasaba, pero cuando llegaba la noche siempre estaba solo, y su única compañía eran los pensamientos que le quemaban la cabeza, lo taladraban, y no podía frenarlos, ni mucho menos compartirlos con alguien. ¿Quién iba a escuchar semejantes cosas sin juzgarlo?

Marcos.

Pero Marcos tenía tantas cosas encima que no quería cargarlo con más. Además, él ya le había hecho suficiente daño. Aún no entendía por qué seguían siendo amigos, pero de alguna manera superaron lo del accidente y siguieron adelante. Como siempre, haciendo sufrir las consecuencias a alguien más. Con Juli había hecho lo mismo: por pedirle ayuda le había conseguido una escena de celos de su novio (una de las miles), que probablemente había desencadenado en una pelea o algo. Siempre que él se acercaba a alguien, esa persona terminaba herida. ¿Qué era lo que hacía que esto sucediera una y otra vez? ¿Había una solución para eso? A lo mejor tenía que alejarse de todos, terminar de encerrarse en sí mismo y listo. Martina, Marcos, Juli y su padre estarían mejor sin él. La solución parecía clara como el agua, aunque no lo alegraba en absoluto.

Tenía que desaparecer.

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