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Buenos Aires

—¡Simón, espérame! —gritó Luna. Me volteé y la vi patinando hacia mí muy rápidamente.

—¿Luna? —pregunté, extrañado—. ¿No deberías estar yendo a Buenos Aires?

—La neta es que sí, pero ¿adivina qué? ¡Atrasaron el vuelo, Simón! La señora Sharon viaja en dos días.

   Quería mostrarme feliz, pero no podía. Mi mejor amiga se iría, se mudaría de país y no la volvería a ver.

—Simón, ¿estás bien?

   Me quedé en silencio unos segundos, pensando en si decirle a Luna lo que sentía o no.

—Luna, eres muy importante para mí… Y yo… yo no quiero que te vayas de mi lado, pero sé que esta es una oportunidad excelente tanto para ti como para tus papás. Solo quiero que seas feliz. Siempre buscaré tu felicidad, amiga mía.

   Los ojos verdes de Luna comenzaron a estar más brillosos, y de ellos escaparon algunas lágrimas.

—Simón, yo no te quiero perder.

—Luna… nunca vas a perderme. Desde aquél verano en que nos conocimos tú eres mi mejor amiga, y, déjame decirte, he madurado; ya tengo incorporado el hecho que tú, Luna, eres una parte muy importante en mi vida, incluso más de lo que esperaba. Eres mi felicidad, te quiero mucho y por eso nunca voy a dejarte.

—¡Ay, Simón! —sollozó, y entonces se lanzó a abrazarme.

   La apreté delicadamente contra mi cuerpo y rodeé su cintura con mis brazos. A lo lejos, vi a la madre adoptiva de Luna, Mónica, que se acercaba a nosotros.

—Luna, ¿qué haces aún aquí? —le preguntó—. ¡Ya, ándale, hija! ¡Tendrías que estar preparándote!

—¿Preparándome? —preguntó mi amiga, muy confundida—. ¿Para qué?

—Pues para partir rumbo a Buenos Aires. ¿Para qué si no? —Luna y yo la miramos con los ojos muy abiertos.

   Resulta que los problemas de los trámites de la señora Sharon, que era la propietaria de la mansión en la cual trabajaban los papás de Luna, se habían resuelto. Entonces, media hora después, me vi saludando desde la distancia a mi amiga, que se alejaría de mi por un largo tiempo.

    En el corto tiempo en el que seguí trabajando en Foodger Wheels, apareció Daniela, que estaba de vacaciones en Cancún y vivía a unas cuadras del trabajo. Ella era una chica buena onda, pero es que se me insinuaba mucho, y no era mi tipo… Aún así, decidí salir un poquito con ella para ver qué sucedía, aunque resultó todo un desastre. Pero bueno, no importa, porque gracias a ella tomé una decisión muy importante.

    —Simón, ¡ya me tenés harta hablando todo el tiempo de esa tal Luz! —había explotado ella—. ¿Por qué no mejor me dejás y te vas con ella, si tanto la querés?

   —Pues bueno, entonces me voy —dije, enojado. Me iba a explotar una vena del cuello—. Buena suerte, Daniela. Ah, y se llama LUNA.

   Fue ahí cuando decidí que haría lo imposible para que me despidieran de Foodger Wheels. Cuando lo logré, me dieron mi cheque y, con ese dinero, viajé a Buenos Aires.

   Y cuando menos me lo esperé, ya estaba frente al Jam & Roller.








VERANO⇝ Lumón [#WarriorsAwards2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora