4El consentimiento del padre
Esa noche no logré dormir bien. Me desvelé pensando en lo que había sucedido, desde el supuesto accidente del batido hasta el Open. Pero ya no sentía ira por lo de Matteo, sino que estaba confundido por Luna. Ella y yo empezamos a ser amigos cuando éramos bien pequeños, y pensar que pudiera estar llegando a gustarme era un poquito raro… Pero así se dan las cosas: quizás, con el tiempo que llevamos conociéndonos y la confianza que nos unía, sería lógico que, en este caso, yo sintiera más que cariño por Luna.
Su cara de terror no se salía de mi cabeza. Es que recordé también el hecho de que Luna, si bien no era tan femenina como otras niñas de su edad, siempre había esperado su primer beso como en los cuentos de hadas que su mamá le contaba todas las noches antes de dormir. Siempre me lo decía; y pensar que su primer beso iba a ser a la fuerza (literalmente, porque la estaba lastimando) y en frente de gente que no conocía mientras los reflectores la apuntaban y no tenía escapatoria debió de haberla aterrado, o por lo menos shockeado.
Pero luego recordé lo del armario. Ella consolándome, abrazándome y diciéndome que estaría ahí para mí. Su cercanía, su escencia, su cariño. Sería un momento que nunca olvidaría, y esperaba que ella tampoco.
Tal vez no haya dormido nada, pero al despertarme viendo sus hermosos ojos verdes, me sentí con más energía que nunca. Tenía un plato de panqueques en su mano y una jarra con jugo de manzana en la otra. Una bonita sonrisa adornaba su rostro, y ella me miraba enternecida.
Me extendió mi gorrito de lana y me dijo:
—Hasta que despiertas, ¿eh, amigo? Y después yo soy la dormilona…
Bostecé y me estiré en el sillón, para luego ponerme el gorro. Miré a Luna y le sonreí.
—Luna… Buenos días, y lo siento. Es que ayer no dormí mucho —dije con voz ronca. Ella se estremeció; no supe por qué.
—Simón, sí que te vez tierno durmiendo… —murmuró Luna.
Yo hice como si no la hubiera escuchado, aunque en realidad sí, y me había sonrojado.
—¿Qué? ¿Dijiste algo, Luna?
—No, nada.
El ambiente se tornó algo incómodo, cosa que era muy rara en los dos, porque siempre teníamos algo que decir.
—¿Quieres salir a pasear hoy? —pregunté en busca de romper el hielo—. Son las… —desbloqueé el celular y vi la hora—… nueve, podríamos ir a la tarde.
—¿DIJISTE LAS NUEVE? ¡Simón, tendría que estar en el Blake! Uf, ahora sí que me regañan…
—Luna, hoy es sábado.
Luna suspiró.
—¡Ah! Pues entonces sí.
Ella rió. Cómo amaba su risa…
Luna quiso que almorzáramos afuera, así que al rato, fijándonos de que nadie nos viera, nos pusimos los patines y fuimos a la plaza. Comimos unos perritos calientes… panchos. Pasamos la tarde entera haciendo freestyle, contando chistes malos, sacando fotos y abrazándonos. Una señora que pasó por ahí nos preguntó si éramos novios, y cuando lo negamos, sonrojados, ella dijo que le habíamos parecido muy tiernos y que deberíamos probar ser una pareja.
El día iba perfecto hasta que apareció Ámbar a arruinar, momentáneamente, nuestra felicidad, seguida de Matteo y Jazmín (pues Delfi, al empezar a salir con Pedro, se había alejado de ella). Ámbar empujó fuertemente con el hombro a Luna al pasar.
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VERANO⇝ Lumón [#WarriorsAwards2016]
FanfictionNos conocimos volando sobre nuestros patines, a toda velocidad, con el viento en nuestras caras. Nos conocimos en verano, en Cancún, cuando nuestro único sueño era seguir así para toda la vida. Nos conocimos en verano.