Mechoncitos de carbón y los tres hermanos

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(Basado en: Ricitos de oro y los tres osos, un cuento de autor original desconocido)

Autora: Red Glasses Girl.

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Un pequeño y joven rey saltaba alegre por el bosque. Una piedra por aquí, una raíz de una rama sobresaliente por allá. Mientras saltaba y sonreía, demostraba su sobreexcitación abiertamente, ante la cara de "te lo dije" premeditada del otro chico tan joven como él, pero de cabellera dorada.

Entonces sucedió lo inevitable, crack, y a otra cosa mariposa. Ya no más saltos, ya no más corriditas divertidas, ni raíces sobresalientes del piso... especialmente raíces. Ahora sentía cierto odio hacia esas ramas tan particularmente retorcidas que eran tan resbalosas, y si uno era lo suficientemente idiota, podía pisar en falso y doblarse el tobillo hacia algún lugar que le hacía pensar que su pie no debería torcerse de esa manera.

— ¡Yuuri!

La voz del ex príncipe sonaba más molesta que preocupada, como un padre cansado de tanto repetir las cosas a un hijo que no escucha. Tanto, que ni siquiera se había tomado la molestia de reprenderle por adelantado por su actitud, ni de decirle ahora alguna que otra palabra acerca de la estupidez tan obvia que estaba haciendo antes, y por la cual se cayó.

Con ojos tristes y llorosos, busco amor y calidez con su mirada, Wolfram ofrecía cualquier cosa menos eso. Por suerte la segunda opción estaba a un segundo de enfocar la vista por sobre el hombro de su prometido.

— Conrad... me duele, me parece que me fracturé.

Su voz no había salido tan lamentosa y aniñada como podría haber esperado, sino mas bien la voz de un joven lo suficientemente grande para no llorar, pero saber cuándo sentía suficiente dolor para llamar al número de emergencias y pedir una ambulancia.

Excepto que esto era el país de las maravillas, donde los demonios reinaban y los unicornios existían. ¡Hey, ahí había uno atrás de ese arbolito! La distracción duro poco al rey, tenía que seguir presionando con fuerza su pierna sobre el tobillo porque este dolía demasiado. También le había durado poco el poder salir por una vez de las muchas paredes de piedra de su enorme castillo, el cual pese a lo grande y vasto que era, le aburría mucho. Por fin pasarían un día al aire libre, en un bosque, buscando criaturas raras que podría pedirle a Wolf que atrape y las traiga colgando de una pata para que él pueda verlas de cerca y acariciarlas.

Ahora el plan parecía más el de ser cargado por Wolfram en lugar de algún conejito, aunque se imaginaba a caballito y no colgando de una pata. Se fijo si no había dicho eso en voz alta, no había porque darle ideas que pudiera poner en práctica.

El tercer hermano, y adulto responsable de la expedición, se acercó a él agachándose frente a su pierna herida. Desde su perspectiva Yuuri no podía ver bien en que condición estaba, pero no tenía buenas pintas, ya que sería complicado sacar su zapatilla deportiva de lo hinchado que se había puesto. Además, Gwendal no tenía ni idea del todo de cómo funcionaba ese calzado venido de otro mundo.

Sin palabras y solo con un gruñido, el mayor de los tres hermanos se levantó. En cuestión de un segundo la junta familiar mazoku se había formado, Yuuri tendido en el piso al lado de la culpable raíz del árbol, y los tres hombres en un semicírculo de brazos cruzados observándose entre ellos. Parecía que se comunicaban con telepatía o algo, porque el chico no entendía de que iba la conversación en silencio.

— Esta la cabaña de la zona oeste. Según el último reporte no estaba en malas condiciones, era totalmente habitable.

— Puedo invocar un Kohi y seguro en una hora llega, teniendo en cuenta la distancia. ¿Qué creen que es mejor? ¿Bajar a buscar los caballos ahora, o antes de ir a revisar las condiciones de la casa?

Habia una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora