Capítulo 9
Durante los siguientes días, el cuidado del terrible terror fue cada vez más problemático. No podía distraerme un segundo pues el terrible terror desaparecía para buscar comida, agua, o cosas para morder. Tenerlo en mi casa se hacía más arriesgado, temía que mi madre o mi padre se enteraran en cualquier momento, por lo que recurrí a la hierba de dragón, una hierba que descubrí con Hipo. Hacía que los dragones se quedaran tranquilos por un largo rato. Afortunadamente tenía un poco a la mano.
-A ver pequeño revoltoso, toma... sé que te va a gustar. –Decía acercándole la hierba.
Tan solo con olerla y cayo al instante casi dormido. Lo cubrí bien para que no lo vieran y le deje un par de hierba alrededor para mantenerlo calmado.
Hice lo mismo durante los siguientes días, hasta que note que el pequeño dragoncito podía volver a volar. Fue un gran alivio cuando una noche de luna llena, vi como mi paciente draconiano extendía sus alas y volaba hacía su libertad. Ya no tendría que cuidarlo, ahora era libre... al igual que yo.
Durante esa noche dormí sin temor de que al despertar el pequeño dragón amaneciera en el cuarto de mis padres. Pero al día siguiente, luego de ir a mis lecciones habituales de manejo de armas, y luego de ayudar a Bocón en la armería, no tenía nada más que hacer. Los chicos me pidieron que saliera nuevamente a jugar con ellos, pero me reúse. Me acosté en mi cama a mirar el techo, una costumbre que había tomado desde que Hipo se fue.
-¡Astrid! –Exclamo mi madre. –El Jefe Estoico te está buscando.
-Ya voy.
Baje las escaleras y vi que el jefe tenía prisa. Me pregunte porque me necesitaba o si tenía algo que ver con su prisa.
-Astrid, Abono necesita tu cuaderno, pero tengo que ir al puerto para una emergencia de dragones.
-¿Por qué Abono quiere mi cuaderno? Y... ¿Emergencia de Dragones?
-Van a comenzar a construir la nueva herrería.
-¿Y la emergencia...?
-¡Es urgente y debo ir! Ahora ve por tu cuaderno, está en mi cabaña, llévaselo a Abono, el invierno está cerca y con las ventiscas será muy difícil terminar el trabajo.
-Entendido.
Salí de casa en dirección a la cabaña del jefe. Como ya conocía en que habitación se encontraba mi cuaderno, no me tomaría más de un par de minutos. Al estar en el segundo piso, fui directamente por mi cuaderno. Al ir de salida, me quede observando aquella habitación donde solo se encontraba una cuna con varios libros dentro. Varios libros, y un diario. No me lo pensé mucho y tome el diario rápidamente. Salí corriendo de ese lugar en dirección a mi casa, subí a mi habitación y escondí el diario bajo mi cama, como si de ocultar la evidencia se tratara. Saque un lápiz del lapicero y baje las escaleras. Mi madre me miraba confundida.
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La Maldición del Furia Nocturna
FanfictionTenía tan solo 6 años cuando mucho cuando lo conocí. Cabello castaño, ojos verdes chispeantes, hermosas pecas esparcidas aquí y allá...Pero, sobre todo, lo que más resaltaba de su pequeño ser... Aquellas alas negras como la noche....