Capítulo 20

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Maratón 2/3



Estaba agotada, no quería soportarlo más.

El dolor que había sentido antes de despertar en aquel sitio blanco había vuelto, pero con más intensidad.

Los brazos y las piernas le ardían, el pecho le dolía y sentía unas fuertes punzadas en el interior de su cabeza, como si una aguja quisiera salir al exterior de ella.

Y como si fuera poco, el pitido no cesaba, y creía que si seguía mucho tiempo más así, se volvería loca.

El dolor se intensificó, y sus piernas cedieron, haciéndola caer al suelo, o lo que sea que era aquello.

Las puntadas en la cabeza aumentaron, y el pitido se hacía cada vez más fuerte.

Quería que eso termine, que termine lo más pronto posible.

Y dejando salir un último grito de dolor, dejó que su mente se oscureciese.

***

La terraza era muy bonita, demasiado como para pertenecer a un hospital, pensó Farkle. Aunque, en cierto modo tenía sentido que sea así, al menos, podías olvidar en el edificio en el que te encontrabas.

A pesar de que hacía algo de frío, el lugar era acogedor. Tenía una tenue iluminación, y estaba decorado por unas cuantas plantitas.

—Bien, Lucas, ¿nos darás una explicación de lo que acaba de ocurrir?—. Exigió Riley.

—Lo haré, pero debes prometerme que no te enojarás conmigo, ni con Maya. Ni siquiera con el idiota de Josh.

—¿Qué tiene que ver Maya en esto?—. Preguntó la castaña, descolocada.

—Promételo Riley—. Pidió el muchacho.

—Está bien, lo prometo.

—Bien. Debes entender que si ninguno de los dos te contó esto, fue para protegerte.

—¿Protegerme de qué?—. Riley cada vez entendía menos. ¿Podía alguien decir las cosas de una buena vez?

—Josh es tu tío, y tanto Maya como yo sabíamos que, si te contábamos lo que ocurría, te enfadarías con él. Y ella no quería que eso ocurra, porque si no la culpa la atormentaría.

—¿Ocurría? Lucas, si no vas a ser claro, buscaré a otro que me cuente lo ocurrido—. Amenazó la muchacha, cansada.

—Está bien, está bien. Hace tres meses...—. Comenzó el rubio, pero no pudo continuar, ya que una especie de alarma resonó por el lugar. Ellos sabían lo que significaba: una urgencia había pasado y necesitaban rápidamente al personal.

Los cuatro se alarmaron.

—¿Creen que algo haya ocurrido?—. Preguntó Zay, que hasta el momento se había mantenido callado.

—No lo sé, pero mejor bajemos—. Dijo Farkle, algo inquieto. Algo dentro de él le decía que algo no iba bien, y, por las reacciones de sus amigos sabía que a ellos lo sentían también.

Riley fue la primera en correr escaleras abajo. En el momento en que sonó la alarma había sentido un frio dolor en el pecho, y estaba asustada.

Ni siquiera se detuvo en la cafetería para ver si los adultos seguían allí. Su meta era la planta baja, y hasta no llegar allí no pararía.

La velocidad con la que bajaba era increíble, y era un milagro que todavía no se hubiese tropezado.

Llegó justo en el momento en que los doctores transportaban rápidamente a un paciente en una camilla, rumbo hacia el quirófano. Su corazón se aceleraba a medida que los doctores se acercaban a donde estaba ella, y cuando pudo ver el cuerpo en la camilla, se le detuvo.

Era Maya.

Sintió como el mundo estaba en cámara lenta, y pudo ver detenidamente a la rubia. Los doctores estaban usando muchos aparatos para mantenerla respirando, hasta llegar a la buena mascarilla de oxígeno del quirófano.

Y cuando la camilla se alejó, el tiempo volvió a la normalidad. Las piernas lo le resistieron más y cayó hacia adelante, sobre sus rodillas, en parte por la rápida bajada, y en otra por el shock, y la desesperación por haber visto a su amiga así.

A los pocos segundos llegaron los chicos, que al ver el estado de su amiga se dieron cuenta de que la sensación que habían tenido era cierta. La alarma era por Maya.

Zay, pálido, se decó caer sobre un escalón, escondiendo la cara entre sus rodillas. Lucas, algo mareado, retrocedió hasta dar la espalda contra una pared, para usarla de soporte. Y Farkle se dejó caer al suelo, con la mirada perdida.

El ascensor se abrió y salieron Shawn, Katy y Topanga, alertados también por la alarma, quiénes al ver el estado de los chicos no necesitaron preguntar.

Katy, dejando que lágrimas emanen de sus ojos, se arrojó a los brazos de Shawn, quién la sujetó firmemente, aunque por dentro, él estaba tan destruido como la rubia. Topanga, en cambio, se acercó a su hija, intentando mantener la compostura. Cuando llegó a su lado la levantó un poco y la sujetó entre sus brazos, en un consolador abrazo, y allí, entre los brazos de su madre, Riley se quebró.

La vida de Maya estaba pendiendo de un hilo, los siete lo sentían y no hacía alta que nadie se los dijera.

Aun así, la misma señora de siempre llegó a informarles el porqué de esto, aunque sólo Shawn y Topanga la oyeron, ya que los demás estaban demasiado afectados.

Al parecer, los daños cerebrales eran mayores a lo que se notaba en los estudios, y podría haber un problema en la operación pulmonar. El que ocurra eso nunca había estado del todo descartado, ya que las primeras 24 horas del paciente en coma son críticas. ¿La gravedad? Altísima. ¿Posibilidades de supervivencia? 45%. Ni las probabilidades ni la suerte estaban de su lado.

Sólo restaba esperar.

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See you again - Maya Hart [a.u]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora