5: El peligro y la amenaza

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Una joven de tez morena caminaba a paso apresurado, buscando desesperadamente a alguien. Su largo cabello castaño ahora estaba enredado y lleno de hojas y ramitas.

-¡Radagast! ¡¿Radagast donde estás?! ¡¡¡RADAGAST!!!

Se lo encontró corriendo alarmado en su dirección.

-¡Tallulha! Mi niña, estaba preocupado...

-Radagast, el bosque...

-No solo eso, los animales están muriendo...

Pudieron oir una especie de toz seca, que era más como un chillido.

-¡Sebastían!- exclamó Radagast, Horrorizado -oh, Sebastían.

Tomó al pequeño erizo, que se retorcia, como si estuviera intentando mitigar un dolor que ellos no comprendían. Se notaba que tenía problemas para respirar, como si una presencia invisible lo estuviera asfixiando, robandole todo el aire que sus pequeños pulmones podían guardar.

El mago, lo tomo en sus manos, visiblemente preocupado.
Una pareja de pajaros se acercó espantada, y Radagast les dió paso dentro de su sombrero, antes de salir corriendo a su cabaña, seguido de cerca por Tallulha.

Durante todo ese rato, Tallulha no supo identificar que era lo que más le preocupaba al mago, si el estado del animal o el hecho de que ninguno de sus remedios funcionara.

-¡¡Todavía no puedo entender por qué no está dando resultado!!- exclamó Radagast desesperado -¡¡Ni que fuera Hechicería!!- se paró en seco, como si al fin comprendiera lo que pasaba -hechicería...Pero si lo es...una oscura y poderosa magia...

Justo en ese momento algo empezó a acercarse a la cabaña de Radagast. Tallulha pudo notar como, lo que sea que fuera eso, subia al techo. Justo en ese momento, el pequeño erizo dejó de respirar.

Thallulla vió como Radagast tomaba el cristal que se encontraba en la punta de su bastón y la acercaba al pequeño erizo, a la vez que murmuraba unas palabras en una lengua extraña. Sin embargo la joven no le prestaba atención a eso, pues la cosa que estaba en el techo parecía a punto de entrar a la cabaña.

Vió como todos los pequeños animales que estaban por ahí se acercaban al mago, buscando refugio. Un cervatillo que ella había llevado el día anterior para curar una de sus patas, la cual se había lastimado al tropezar con un arbusto espinoso, se acercó a ella con la mayor rapidez que su vendada patita le permitia. Tallulha lo levantó y lo abrazó, era solo un bebé, casi recién nacido, por lo que no tenía problema.

Cuando Radagast acabó de recitar aquellas palabras, el erizo volvió a respirar, y la cosa en el techo se fué, como si hubiera sido espantada por el poder del Mago.

El mago salió con rapidez de la cabaña, tratando de averiguar que era aquello, seguido de Tallulha. A penas tuvieron tiempo de ver como un ser negro, peludo, y con seis enormes patas se alejaba a toda prisa, abriendose paso entre las plantas del bosque.

-¿De que parte de esta buena tierra, salieron esas criaturas tan horribles?- preguntó Radagast al aire. La respuesta llegó con un pajarito, literal -¿la vieja fortaleza? ¿Estás seguro? Entonces guiame.

-¿Radagast qué...?- la joven lo miró con sus ojos verde oliva abiertos de par en par.

-Sube, te explicaré en el camino- dijo antes de montar en su trineo dirigido por Liebres, seguido por Tallulha.

Justo en ese momento le llegó un mensaje a su teléfono, que al igual que el De los demás estaba encantado para poder usarlo entre ellos en caso de emergencia.

Guardianes [Fanfic Del Hobbit] |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora