7: Oscuridad

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La oscuridad la rodeaba sofocándola, sobrecogiéndola y haciéndole sentir como un insecto diminuto e insignificante, apunto de ser aplastado.

De pronto, frente a ella surgió un luz, pero en vez de hacerle sentir protegida solo le ocasionó un miedo aún mayor. Quiso huir pero algo le impedía moverse, se sentía atada al suelo y las extremidades le pesaban. La luz, de un color rojo intenso, se expandió rodeándola por completo. Sentía su piel arder y el dolor era tan inmenso que solo pudo desear que aquello acabara, ni siquiera podía gritar, pues algo le apretaba la garganta dificultándole incluso el respirar.

  No pasó mucho tiempo hasta que aquello se detuvo y el escenario cambió totalmente. Ahora se encontraba en medio de lo que parecía una ciudad en ruinas, el viento levantaba el polvo y las cenizas; no pudo evitar toser y sus ojos se nublaron al sentir un ardor en la garganta. Sus pies empezaron a moverse solos, todo su cuerpo le dolía y cada pequeño y vacilante paso que daba le costaba aún más que el anterior.

Tropezó entonces con algo que no supo identificar. Parecía una masa deforme y calcinada que se extendía por la tierra, cubierta en parte por lo que quedaba de una vieja cabaña. Desprendía un olor putrefacto que le produjo unas terribles ganas de vomitar.

Se levantó con miedo e intentó alejarse de lo que ya había reconocido como un cadáver en plena descomposición, pero no había avanzado ni dos metros cuando volvió a encontrarse con más de estos. Empezó a correr aterrada. Donde fuera que mirara solo había cuerpos, incinerados, mutilados o aplastados por grandes rocas que antes eran casas de familias. A donde mirara solo había muerte.

Cinco cuerpos tendidos en el suelo hicieron que se detuviera bruscamente, tropezando con una roca. Temblorosa, pudo notar como se formaba una especie de nudo en su garganta, ahogando el grito que quiso escapar de esta. Se acercó tambaleándose, las lagrimas bajaban por sus mejillas y ella ya no hacía ningún esfuerzo por detenerlas, todo su mundo se había derrumbado, las personas que más quería estaban muertas.

Todos estaban muertos.

 Una risa fría y cruel resonó por todo el lugar. Lo que antes era dolor y miedo  se transformó en odio puro. Sentía la ira extenderse por cada parte de su cuerpo y corroer su alma. Se levantó del suelo como pudo, el aire a su alrededor arremolinándose y levantado aún más el polvo y las cenizas. Un enorme ojo rojo se hizo presente en el cielo y pronto se vio envuelta en un circulo de fuego que intentaba abrirse paso por entre el huracán que se había formado.

-No puedes escapar- escuchó aquella voz de ultratumba que parecía provenir de todos lados. Fijó su vista en el cielo, donde aquel ojo teñía todo de escarlata -La oscuridad a vuelto. Déjate llevar por ella o muere, pequeña estrella.

Nuevamente la risa siniestra de ese ser se expandió por el lugar, acompañada esta vez de voces aterradas que gritaban su nombre.

-Thalia...

-Thalia!

-THALIA!!- un repentino grito en mi oido acompañado de un fuerte golpe me hizo despertar sobresaltada.

¿En qué momento me había dormido?

Había pasado una semana entera desde que habíamos llegado a Rivendell. Una horrible semana en la que practicamente no pude despegarme de la puerta tras la cual se encontraban incoscientes Raiquen y Dariel, esperando el momento en que finalmemte pudieran abrir los ojos.

Tan solo la noche anterior me había quedado sentada frente a la puerta, pensando en todo lo que pudo haber pasado para que llegaran en ese estado.

Guardianes [Fanfic Del Hobbit] |Cancelada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora