Enemigo [AU Sterek]

Capítulo 5

Sé que mi deseo es raro,
enemigo.

Las clases de ese día finalizaron.

Stiles tenía los nervios de punta y la noche cada vez se acercaba más. Estaba dudando de no asistir. Y es que, pensándolo bien, ¿para qué Derek quería verlo?
Solo quería salir de esta situación ya, sin perjudicar su prematura imagen de la universidad, y si lo pensaba más, Derek tampoco querría manchar su reputación.
Cómo sea, ambos estaban atados de mano.
Los insultos y las malas palabras tendrían que esperar.

Sí era necesario ir.

Entre pensamiento y pensamiento la noche cayó de súbito. La hora de verse con el joven de ojos verdes llegó.
Tomó su suéter color marino de la silla que estaba cerca de su escritorio, agarró sus llaves de la habitación y salió de ahí cerrando la puerta con seguro, con dirección al complejo habitacional de último año.
Se colocó la capucha para pasar desapercibido por las escaleras y pasillo del edificio de primer año.

Una vez fuera del complejo, corrió a toda prisa en dirección a su indeseado encuentro.
Poco a poco fue disminuyendo la velocidad hasta que divisó el edificio. Vio desde lejos a Derek recargado en el marco de la entrada.

—Creí que no vendrías— dijo de forma seria.

Stiles solo lo miró con los ojos entornados, mas no contestó. Pasó de largo introduciéndose al edificio. El joven Hale hizo lo mismo y entró al sitio.
Durante el camino ninguno de los dos cruzó palabra, sólo había un incómodo y tenso silencio.
Subieron por las escaleras hasta el cuarto piso yendo hasta el final del pasillo donde se encontraba su habitación. Luego abrió y exhorto al chico de mil lunares a entrar.

—Toma asiento donde quieras— sugirió el joven Hale mientras cerraba la puerta con seguro.
Optó por sentarse en la cama.

—¿De qué quieres hablar?— preguntó Stiles, con bastante seriedad.
—Wow, pensé que los ratones se habían comido tu lengua— renegó sarcásticamente.
—Sé directo— contestó fastidiado su acompañante.
—Ok.

Apagó la luz de la habitación y encendió la luz tenue de la lámpara del escritorio, después se sentó a lado de Stiles.

—Te puedo destruir si yo quiero, en cualquier instante, ¿lo sabes, verdad?
—Sí— respondió.— al igual que yo puedo hacerlo contigo— contraatacó.

Eso no lo esperaba, que su dolor de cabeza fuera hábil pensador. No lo tenía dónde quería.

—Tienes razón, tu también puedes destruirme— replicó—, aquí la pregunta es ¿nos queremos destruir? ¿es lo que ambos queremos? tú cómo recién ingresado, y yo como veterano de la universidad a punto de irme.
—No, estoy seguro que no lo queremos hacer— le respondió el joven Stilinski, esta vez mirándolo.
—Bueno, en algo estamos de acuerdo— dijo el hombre de ojos verdes, en un suspiro.
—Entonces...
—Quiero volver a hacerlo.

Stiles quedó boquiabierto.

—¿Qué quieres decir co...?
—Quiero seguir teniendo sexo contigo— soltó sin más.

Hubo un gran e incómodo silencio en la habitación. Había varias preguntas que rondaba en la cabeza del joven Stilinski que quería hacerle a su ahora verdugo.
Si accedió a venir, era para llegar a un acuerdo. Pero, ¿el acuerdo tendría que ver con seguir sosteniendo relaciones sexuales con él? ¿no era eso lo que debían evitar?

—¿Porqué?— preguntó al fin

Derek no contestó.

—Vaya, ahora a ti te comieron la lengua los ratones— refunfuñó—. Bien, no tienes razón para tal sugerencia, y yo tampoco. Esto termina aquí.
Acto seguido, Stiles se levantó con dirección a la salida del dormitorio con toda la intención de salir de ahí.
Antes de llegar a la puerta, Derek lo tomó de la cadera, jalándolo hacia él.