Capítulo 1: La familia Bonner

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¡oh, Dios! — Exclamó la madre de James.
Otro hijo había desaparecido ¿como era posible? Su familia estaba amenazada y nadie entendía el por qué.

Los Bonner era una familia con poder, prestigiados por el dinero, siempre vivieron en tranquilidad hasta hace unos meses atrás, donde se vieron acongojados por la desaparición de sus dos hijos menores y ahora James, el problema es que no habían rastros de ellos.
Su madre se levantaba cabizbaja todas las mañanas a la espera de noticias pero siempre era lo mismo: » No sabemos de él « si no tomaba medidas pronto podía perder a su única hija, Alessia, su consentida, por lo que la mantenía encerrada en su enorme casa ya vacía. Ella se había mantenido al margen de la situación, pero aunque intentaba parecer fuerte ya había perdido el apetito.

— Madre, debes descansar,pues has dormido muy poco

— ¡¿No has escuchado?! James no está, perdieron su rastro

Los ojos de Alessia se cristalizaron al escucharla, ya estaba cansada de que su madre pensara que su comportamiento indiferente se debía a la desaparición de sus hermanos. Ella sólo quería transmitir seguridad pero nadie lo veía así.
Se volteó de pronto y salió de la habitación donde su madre yacía en la cama y al extremo de ésta su mayordomo quién guardó silencio.

— ya estoy cansada.—  Musitó mientras avanzaba con prisa por los largos pasillos de su casa.
Salió sin decir nada, hace días no recorría la ciudad, la sobre protegían y ella entendía pero, ¿privarla de libertad? Tenia suficiente edad para salir.
Pensó en los libros que hacían falta en su colección, podía ser un buen pasatiempo para estar otros meses sin hacer nada interesante.
En unos minutos caminó bastante pero no tardó en llegar a la librería, los ojos de todos los lectores que se encontraban allí se tornaron hacia la joven. Ella era hermosa, nariz pequeña, tés pálida, delgada y cabello claro, vestía con ropa elegante, su falda se encontraba sólo a unos centímetros de su rodilla.
Ignorando la atención de los demás cogió un libro, el primero que tuvo a su alcance y observó en un  rincón a un hombre, se veía joven y tranquilo así que no dudo en acercarse y sentarse a su lado.

— Disculpe, ¿está ocupado? —  Susurró pero de forma audible.

— Oh, no.

Que seco había sido, ya estaba dudando en sentarse junto a él, sin embargo ya se encontraba allí, aunque aún podía huir. Observó a su alrededor con el libro entre sus manos, más se vio interrumpida por el hombre de sombrero.

— ¿Cinderella? ¿le gustan los cuentos infantiles señorita? Vaya...

Sintió como sus mejillas tomaban color. Que torpe había sido en coger un libro así nada más.

— No es para mí, mi hermana pequeña debe estar por llegar.— respondió ella evitando el contacto visual

— Ya veo.
Si va a estar con una pequeña bulliciosa a mi lado puede retirarse, estoy leyendo.

— ¿puede ser mas amable?

Los ojos del joven se tornaron hacia la chica y tras rodarlos forzó una sonrisa amable

— Si va a estar con una pequeña bulliciosa a mi lado, puede retirarse, Por favor.

Había cedido por lo que se vio obligada a marcharse. Indignada tomó el libro, lo dejo en la repisa y camino hacia afueras del lugar.
¿Que hacer ahora? Se cuestionó y llevó su diestra al bolsillo de su chaqueta, no había cogido dinero.
—Rayos, ¿por qué siempre a mi?

Caminó rumbo al parque y tomó asiento en una de las bancas, allí suspiró pesado y posó una de sus manos en el borde de ésta. El tiempo transcurrió rápido, de pronto sintió sus ojos pesados, ya estaba agotada y debía volver a casa, así que se incorporó y se dirigió rumbo a dicho lugar a paso lento, sin prisa, debía disfrutar de su tiempo fuera, más de pronto escuchó un grito y volteó bruscamente. Un hombre cuya ropa se encontraba sucia y tenia apariencia de ser vagabundo, corría alrededor del parque con un bolso en su diestra, una mujer gritaba horrorizada »¡ayuda!«
¿estaba presenciando un robo y no podía hacer nada?
Su mirada estaba atónita, y sus ojos se abrieron más de lo común al ver al joven, el mismo que había visto en la librería corriendo tras vagabundo, causaba gracia la forma en la que corría pero no podía reírse, el miedo la invadía, quería hacer algo pero sus manos y piernas no respondían.

— ¡Devuelve el bolso a la mujer!— gritó el hombre que Alessia había conocido minutos antes.

La gente a su alrededor presenciaba el acto de brazos cruzados, otros impresionados, más nadie hizo nada.
El joven alzó su mano y logró tomar la chaqueta sucia del ladrón, su mirada reflejaba odio y no logró controlar sus impulsos, por lo que empuñó su diestra para golpearlo, más la chica no permitiría que lo hiciera, por lo que apresuró y tomó el hombro del mas alto.

— No lo hagas.

Con cuidado sostuvo el bolso y el vagabundo cedió en devolverlo con sus manos temblorosas y no logró articular las palabras, al ver que le habían quitado atención se retiró del lugar haciendo que el hombre se percatara y observara Alessia con el ceño fruncido, que molesta era.

— Aquí esta, señora.

— muchas gracias, me han ayudado ambos.

Intercambiaron palabras, más el joven se limitó a hablar hasta que quedaron solos.

— ¿Sigues aquí? Ve a buscar a tu hermana.

— Me asusté bastante

— ¿Y por eso no irás a su encuentro?

— No hay hermana — murmuró y bajó su mirada, sus manos aún temblaban.

— bien, sigueme.

¿Seguirlo? ¿Después de verlo tan violento?

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